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gira asiática del republicano

El ajedrez geoestratégico

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Poderosos. Lideran las principales economías del mundo. | Cedoc Perfil

Los intereses de las grandes potencias promueven definiciones y narrativas regionales construidas a partir de sus respectivos objetivos geoestratégicos. Desde los 60, los Estados Unidos enfatizaron una noción de la región del Asia Pacífico en función de legitimar su presencia hegemónica en la región. Sin embargo, el despegue económico de China y su creciente poderío, junto con el progresivo desplazamiento del dinamismo económico mundial desde el Atlántico al Asia Pacífico, comenzaron  a abrir interrogantes sobre esta concepción regional. Pese a no ser una región homogénea, bajo la influencia china emergió la percepción de que “Asia era para los asiáticos”, más allá de las tensiones existentes entre los distintos países de la región y de las diferencias de sus respectivos modelos de desarrollo económico.

Durante la presidencia de Obama, el anuncio del “pivot Asia” apuntó a desplegar una estrategia de contención de la proyección china y a consolidar la presencia estadounidense, apoyado tanto en el poderío militar como en el lanzamiento del Tratado Transpacífico (TPP) con 11 países de la región.  China impulsó una serie de iniciativas propias – el Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP) y la potencial creación de un área de libre comercio del Asia Pacífico (FTAAP), mientras que reforzaba su presencia en el Mar del Sur de la China –foco de disputas territoriales con sus vecinos– y el lanzamiento de la iniciativa del One Belt, One Road (OBOR) que configura la base de la Gran Eurasia –una narrativa que comparten, con diferentes matices, Rusia, los países del Asia Central y Turquía.

Trump canceló, por su parte, la participación de EE.UU. en el TPP, debilitando la presencia estratégica de este país en la región y, pese a sus reiteradas declaraciones proteccionistas, impulsó, no sin roces,  acuerdos bilaterales con los aliados de la región –en especial con Japón y Australia– y, más recientemente, reeditó una narrativa regional distintiva que excluye a China: la noción de Indo-Pacífico, originariamente concebida por estos aliados y por la India para contrarrestar la influencia china.

Este es el marco conceptual en el que se ubica la reciente visita de Trump a Asia tanto con el propósito de reforzar sus alianzas tradicionales en la región como en un intento de presionar a China para asumir mayores sanciones económicas contra Corea del Norte con el fin de contener su desarrollo nuclear y, a la vez, de equilibrar el déficit comercial existente entre EE.UU. y China. El tono más comedido del presidente estadounidense en su visita a la región, especialmente en el trato con el presidente Xi Jinping –consolidado después del reciente congreso del Partido Comunista Chino–, abre, sin embargo, una serie de interrogantes acerca de los alcances de la narrativa indo-pacífica y de la actuación de China después de la gira de Trump. Paradójicamente, en el marco de una agenda focalizada en la amenaza de Corea del Norte y en el déficit comercial, uno de los temas sensibles para los aliados estadounidenses de la región –las disputas en el Mar del Sur de la China y su proyección regional– quedó relegado a un segundo plano.

*Presidente de Cries. Analista  internacional.