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El billete del guanaco

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| Cedoc

Hay algo verdaderamente atractivo en el cambio de billetes, en la salida de los humanos y el ingreso de los animales y los paisajes. El modo en que estos representarían a la Argentina sería el de un territorio sin sociedad, sin hombres y mujeres, algo parecido al paisaje que el G20 generó gloriosamente por los días de su accionar y que dejó maravillado al presidente Macri. Ese es el país que sueña él siempre, un país sin contrapuntos, sin otros.
Tomar la decisión de eliminar, directamente, a los denominados próceres, representa una novedad absoluta para la historia argentina. Las disputas sobre quién debería o no figurar espejaban, y en realidad continuaban, antiguos litigios historiográficos que eran asumidos, en diferentes momentos, por cada fuerza política como banderas de representación propia. La inclusión o no de Juan Manuel de Rosas, o el cambio de Roca por Eva Perón, involucraban el simbolismo político en el modo de decorar la moneda local. Esos combates por la historia fueron liderados por hombres y mujeres que con sus textos debatían sobre el verdadero origen nacional, o su destino, pensando en la historia como fuente de disputa y actualización recurrente. Es decir que hasta estos tiempos, los billetes representaban a personas, en décadas y décadas de discusiones. Los de $ 20 son ahora solo un guanaco, y suena a algo corto. Por más que se lo intente, es difícil debatir con ese animal sobre el futuro del país.
Soportar las disidencias no ha sido una de las fortalezas del gobierno nacional. El formato de gestión de Macri y Peña ha pasado a ser, de la iniciativa a la apertura del diálogo (foto con gobernadores en quinta de Olivos a pocos días de asumir) a una gestión cada día más cerrada y de resistencia respecto del mundo exterior. El problema no son ellos, son los que quedan del lado de los excluidos de ese círculo interno y que producen acciones molestas da las que hay que ocuparse.
La resolución en los cambios de gabinete son la perfecta exposición de lo mal que se llevan con otros humanos. La insistencia por recurrir siempre sobre sí mismos para resolver sus aparentes modificaciones ya son una marca registrada. A Iguacel lo reemplaza Lopetegui, y en medio de la crisis cambiaria de este año, la modificación del equipo gobernante se resolvió con una reducción de la cantidad, y no con renovación. La única novedad ha sido la de Dante Sica, aunque con Cabrera siempre en escena merodeando.
No hay suficiente claridad sobre la intención de expansión de este modo de exclusión hacia políticas públicas de alto alcance, aunque algunos elementos parecen de interés para la reflexión. Aunque no iniciada por el Ejecutivo nacional, pero sí por su partido político, el cierre de las escuelas nocturnas porteñas expone una visión sobre la inclusión, mucho más impulsada por la alternativa del rendimiento económico que por las oportunidades de incorporación de nuevos alumnos. Las declaraciones de la gobernadora Vidal sobre la inutilidad de las universidades públicas fueron otro ejemplo. Aerolíneas Argentinas viaja adonde no van las otras compañías porque el mercado no lo justifica, pero sí una política de Estado inclusiva, aunque Macri insiste en sus costos.
En el coloquio de IDEA de 2017, Marcos Peña habló sobre los billetes. Su expresión se montó en un recurso simbólico estupendo, original y aparentemente verdadero. Era hora de sacar a los muertos y llenar el país de vida, que era “la primera vez en la historia argentina que hay seres vivos en nuestra moneda nacional”, despertando aplausos con furor y agregando que era hora de “dejar la muerte atrás”. Qué tiene que ver eso con una moneda fuerte y con la identidad de un país es algo que quedó sin explicar. Al presidente chino, a quien recibieron con honores, lo condecoraron con la orden de nuestro “muerto” más admirado, el general San Martín, porque nuestro pasado está en el presente y no se puede dejar atrás. Es poco probable que estén evaluando dar una medalla de animales. Xi Xinping, el condecorado, se denomina como un pionero, algo muy sensible a la identidad comunista, porque en ellos el pasado también está presente.
El gobierno nacional hace un abuso indiscriminado de la idea de la herencia porque en su gestión, si hay algo presente, es justamente el pasado. El año que comienza será en el que podamos entender si ese paisaje vacío de gente se puede llenar con votos basados en el uso del tiempo, que los muertos nos permiten recordar.

*Sociólogo.