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El cambio que nunca llega

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La obsesión es el cambio y su juego de direcciones, porque se supone que la carrera electoral podría ofrecer un vuelco insoportablemente brusco cada día. A cada nueva evidencia de que el cambio será mínimo, nacerá una nueva esperanza de cambio que será derrotada en breve para dejar nacer otra.

La esperanza opositora de que el Gobierno tendrá un colapso electoral se ha ido desmintiendo con furiosa realidad. Si bien los desempeños electorales en elecciones locales no habían sido del todo buenos en algunas provincias para el Frente para la Victoria, en todas las mediciones, nuestras y de otros colegas, la imagen y la
aprobación de la Presidenta seguían altos, igual que la intención de voto de Daniel Scioli, liderando siempre la carrera presidencial. La manera de huir de esa evidencia era atacar a las consultoras de opinión pública que advertíamos que probablemente la situación de dominio para el cargo de presidente se seguía manteniendo en buen estado para el oficialismo nacional.

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La imaginación sobre la modificación de las voluntades no se basa, evidentemente, en datos de la realidad. Incluso necesita no mirarlos o no referenciarlos para que esa esperanza siga viva. Igual que en el texto clásico La bemba, del fantástico sociólogo Emilio De Ipola, el rumor necesita navegar en una zona intermedia que evite la evidencia rotunda de su confirmación o su negación para seguir circulando. Si un rumor es confirmado o desmentido, pierde su función comunicacional y de sentido entre la comunidad que lo reproduce. Las esperanzas de un vuelco en el electorado tienen una forma que necesita desatender la evidencia del mundo e imaginar que algo mágico cambiará todo. Sin embargo, cuando vamos y medimos sobre la población, encontramos siempre algo parecido a la etapa previa a las conjeturas.

La imagen de la gente reclamando en Tucumán  es un ejemplo de lo que se necesita para ese nuevo “rumor” de cambio de ánimo. “¿Usted piensa Costa que ahora con lo de Tucumán Scioli va a salir afectado?”; “Costa dígame, ¿lo de las inundaciones puede hacer perder a Scioli las elecciones?”; “Luis, ¿cuánto afectó a Scioli la última declaración de la Presidenta?”; “Costa, ¿vio lo que dijo Zannini? Fue muy fuerte”; “Ahora con este tema de Kicillof y Vicky Donda, ¿debería Scioli decir algo?”. Para cada nuevo episodio se crea una nueva ilusión de que todo estará por cambiar y que ahora sí la gente pasará a votar masivamente por el cambio.

Los resultados de los sondeos repiten una forma ya detectada en las PASO, por lo tanto sin muchas novedades de alto impacto y en consecuencia sin tanto cambio. Daniel Scioli es muy fuerte en todo el norte del país, zonas donde desde su perspectiva  la evaluación de la economía está por encima del promedio nacional, y también con amplia ventaja en el Gran Buenos Aires. En cambio, Mauricio Macri sólo domina en la zona de Cuyo y en Ciudad de Buenos Aires, con el agravante de que donde le gana a Scioli, no lo hace con una diferencia lo suficientemente fuerte como para compensar las regiones victoriosas del gobernador bonaerense.

A pesar de haber hecho un recorrido electoral impresionante para el PRO, Macri sigue cargando una fuerte connotación peyorativa por su origen. Para muchos, el PRO y Macri representan un gobierno que ejercería el poder sólo para unos pocos y por lo tanto lo sienten lejano a sus realidades. Eso no se modifica con noticias o escándalo políticos; eso se llama “posicionamiento” y desarmarlo es algo casi imposible. Las imágenes construidas por la opinión pública, una vez consolidadas, son casi inamovibles.

A Scioli lo votaría por lo menos el 45% de la población de nivel socioeconómico bajo; a Macri, el 18%. A Macri lo votaría el 42% de la población de nivel socioeconómico alto; a Scioli, el 20%. El primer grupo representa aproximadamente el 55% de la población, el segundo, a lo sumo el 8%. Imposible ganar una elección presidencial bajo estas condiciones.

El recorrido que sigue, de cualquier manera, es extenso y abierto a novedades, pero es importante por lo menos tener en cuenta qué es lo que para el cambio las novedades del pasado reciente han ofrecido. Por ahora, bastante poco y demasiadas esperanzas no cumplidas.

 

*Sociólogo. Director de Ipsos-Mora y Araujo.