En septiembre 2015 los presidentes y jefes de gobierno de los países aprobaron en la ONU una agenda para alcanzar el desarrollo sustentable en el año 2030 con 17 Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) que plantearon todos los aspectos a tener en cuenta para lograr ese desarrollo. Esa Agenda 2030 con las metas propuestas para cada ODS indica como orientar las políticas, es la guía. Una característica de ella y sus ODS es la interrelación entre ellos que implican que trabajar para mejorar uno de ellos no es independiente del resto, requiere un enfoque integral que exige articulación de los distintos sectores.
La pandemia afectó los avances logrados. Lo alcanzado en cada país no era igual, hay muchas diferencias, en gran medida porque se parte de diferentes niveles iniciales, pero también porque las posiciones y políticas frente a temas como el cambio climático, el modelo de desarrollo y /o las políticas de distribución de los beneficios son distintas. Lo que es evidente es el retroceso producido por la pandemia, retroceso que hizo volver en muchos países a situaciones iniciales o peores.
Las áreas del deterioro son varias, el aumento de la pobreza y el hambre es una de las muy notorias, ya que se habían logrado algunos avances. El deterioro de la salud es otro grave aspecto, no solo por el covid sino por las otras patologías que se ven afectadas y el alcance de la cobertura de los servicios mínimos elementales del acceso a la salud para garantizar una cobertura para alcanzar la salud para todos. Pero también el deterioro del acceso al trabajo y a la educación, del medio ambiente y el no cumplimiento de los compromisos sobre cambio climático son preocupaciones presentes.
En Argentina la situación es grave, no solo porque la pandemia está sin un control efectivo ante la falta de poder evitar una tercera ola, sino por el deterioro de las condiciones socioeconómicas. La nota del domingo en 50/50 sobre el aumento de la inseguridad alimentaria especialmente en la niñez y adolescencia, según el estudio del Observatorio de la Deuda social de la UCA, indica esto va asociado al aumento de la pobreza y el menor acceso a la salud y al trabajo. El diagnóstico es claro y cruel, necesitamos soluciones efectivas, factibles y que no aumenten las desigualdades preexistentes. Esto se logra con políticas integrales donde los distintos sectores trabajen en forma tal de no afectar con medidas sectoriales el desarrollo integral.
Todos los años esto se considera en ONU en el Foro Político de Alto Nivel, un ámbito en el que los países presentan informes “voluntarios “de lo que han avanzado supuestamente elaborados con la participación de la sociedad civil y otros actores como sindicatos, empresarios, científicos, académicos y otros. Además, anualmente se revisan y consideran algunos ODS y actualizan su alcance y también sus metas.
Ese Foro es el ámbito en el cual se presentan y observan las distintas controversias y diferencias ideológicas y políticas de los países, sin embargo, deben consensuar una Declaración Ministerial que resume las distintas posiciones y marca como seguir. Por eso este año es una reunión clave ya que se trata de proponer medidas para enfrentar el impacto devastador de la pandemia que ha retrotraído muchos de los avances. Se espera una Declaración Ministerial con compromisos y propuestas para poder enfrentar estos deterioros rápida y efectivamente.
A pesar de la inminencia y necesidad de la población mundial, desde la sociedad civil vemos que los gobiernos no están logrando superar viejas diferencias lo que resultará en una pobre y poco efectiva respuesta mundial a la necesidad urgente de las personas. El lema no dejar a nadie atrás no se va a cumplir si los gobiernos no asumen cambios de rumbo significativos y no meros parches para dejar todo igual o peor. Esto solo es posible si todos participamos.