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El detestable padre Cronos

Me gustaría escribir un sesudo, difícil, aburridísimo libro sobre el tiempo. Tengo la firme sospecha, que es ya seguridad, de que no voy a poder. Bueno, me conformaría con poder escribir un articulito liviano y entretenido sobre el tiempo. No me refiero al clima, eso de las isobaras y las isotermas que una aprendió en la escuela (pública) y las corrientes cálidas o frías o como sean.

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Me gustaría escribir un sesudo, difícil, aburridísimo libro sobre el tiempo. Tengo la firme sospecha, que es ya seguridad, de que no voy a poder. Bueno, me conformaría con poder escribir un articulito liviano y entretenido sobre el tiempo. No me refiero al clima, eso de las isobaras y las isotermas que una aprendió en la escuela (pública) y las corrientes cálidas o frías o como sean. Me refiero al tiempo que pasa y que nos pasa, a eso, al padre Cronos que como es tan mitológico se da el lujo de morfarse a sus hijos y si bien la cosa es indignante nadie le dice nada y Goya se manda una pintura escalofriante como suelen ser las del zaragozano en general y en particular. A eso me gustaría enfrentarme. Pero, ay, no sé cómo meterme en un tema tan ríspido, y entonces, como la zorra de las uvas que no estaban verdes, sostengo que lo que sucede es que simplemente no se puede. Yo sé, allá en el fondo de mi corazón y de mi alma inmortal, que no sólo se puede sino que hubo mucha (no sé si mucha pero bastante) gente que lo hizo, con suerte diversa. Pero para seguir con mi desencantado razonamiento, diré que después de haber decretado ese fatídico “no se puede”, recurro ¿a qué? A qué va a ser sino a la narrativa. Ahí está. Muchos autores le dieron con la fusta al padre Cronos, así, en bulto, a lo grande, escribiendo no sesudos libros y/o artículos sino deliciosos cuentos y maravillosas novelas en las y los que el tiempo era el personaje principal y absoluto. Y las películas, caramba. Como que es a propósito de una película estupenda que vi ayer, que pensé en todo lo antedicho. No, no se preocupe que es muy difícil que pueda encontrarla aun en el más surtido de los videoclubes. Pero era justo el texto especial para la ilustración del padre Cronos comiéndose a sus ensangrentados hijos. Qué bárbaro: eso no se hace. Y entonces recordé que uno de mis más poderosos deleites a la hora de leer es encontrarme con alguien que echa mano a las paradojas temporales. Y aquí recuerdo dos cosas que no puedo dejar de decir: una, que el señor Hawking sostiene que teóricamente (esto de teóricamente en bastardillas) el viaje por el tiempo es posible; dos, que Damon Knight dijo una vez: “El viaje por el tiempo es posible; lo único que hay que hacer es seguir viviendo”. La película que vi sostiene que “el pasado y el futuro son siempre presente”. Y yo recuerdo el tiempo cíclico de las fases de la Luna, y que mis nietos no saben quién fue Loretta Young, y que es posible que nuestro universo sea un agujero negro (eso dijeron ciertos astrónomos) y que ha pasado media hora de este presente que es pasado y que es futuro.