Si bien los sondeos son sólo un instrumento del análisis político, ellas son el principal instrumento para el marketing electoral. Por esta razón, resultan esenciales para el diseño de las estrategias de las consultoras en tiempos electorales.
Más allá de las cuestiones generales y conocidas, hoy lo fundamental es advertir que los sondeos de opinión no determinan el resultado electoral, pero sí definen el efecto político del mismo.
Cuando no existían las mediciones electorales, se hacía una buena o mala elección, de acuerdo a las elecciones anteriores. Lo que un partido o candidato lograba, se analizaba con relación a lo obtenido anteriormente.
Es decir que existía una visión “histórica” que determinaba si el resultado era favorable o desfavorable.
Pero al irrumpir los sondeos y su difusión en los medios de comunicación esto ha cambiado.
Es que el buen o mal resultado deja de medirse con referencia a las elecciones anteriores, para pasar a compararse con los sondeos difundidos previamente.
Un claro ejemplo de ello lo ha dado la última elección en Alemania. La candidata democristiana Angela Merkel se impone por un punto y ello es percibido como una derrota política.
Si un año antes, ella se hubiera impuesto por el mismo porcentaje sobre la socialdemocracia, el efecto hubiera sido de un triunfo rotundo.
¿Qué hace que el mismo resultado sea percibido como gran victoria o decepcionante derrota con sólo algunos meses de diferencia?
La respuesta es que se trata de la expectativa que habían creado las encuestas respecto al resultado.
El triunfo por un punto de la candidata democristiana fue analizado como derrota, por la sencilla razón de que un mes antes los sondeos le adjudicaban una ventaja de aproximadamente 8 puntos. Ella hizo una elección mejor que la esperada un año atrás, pero menor a la expectativa de un mes antes.
El categórico triunfo del primer ministro japonés en las elecciones realizadas en este país, aunque se sabía que ganaría, estuvo por encima de las expectativas, y ello hizo más favorable el efecto del resultado.
Es que si los sondeos anticipan que un candidato obtendrá el 30% de los votos y obtiene más del 35%, su resultado será percibido como muy bueno. Pero si en cambio tiene menos del 25%, el efecto será la derrota, aunque sea la mejor elección que haya realizado en muchos años.
Es así como los sondeos han reemplazado a la historia como medición del éxito o fracaso de un resultado electoral y éste será otro factor que incidirá en el efecto político del resultado más allá de quién gane o pierda.
Es que la expectativa puede transformar una victoria en derrota relativa y una derrota en victoria relativa, de acuerdo a las expectativas previas y la reciente elección alemana es, en este sentido, un ejemplo claro.
En este contexto, las encuestas publicadas para las elecciones del 28 de junio, mostraron algo indiscutible: las cinco empresas que trabajan para el oficialismo dieron ganador a Kirchner en la provincia de Buenos Aires, mientras que las otras cuatro, independientes o vinculadas a la oposición, anticiparon el triunfo de Francisco de Narváez.
Pero el caso de manipulación más extremo fue cuando después del cierre de los comicios, violando la legislación que impide difundir encuestas de boca de urna antes de las 21 de ese día, el mismo secretario de Medios del Gobierno nacional anunció que Kirchner había ganado por seis puntos.
*Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.