COLUMNISTAS
EL ELEGANTE SIMEONE Y CARUSITO. DOS ARGENTINAS FRENTE A FRENTE!

El extraño duelo entre Armani y el rey del canje

El duelo fue picante gracias a los dueños del circo, no a los payasos; dicho esto con todo respeto, chicos. La candidatura testimonial de este San Lorenzo-Racing a partidazo no dependía de lo que sus devaluados funcionarios podían hacer en la cancha.

|

“El narcisismo de las pequeñas diferencias es la obsesión por diferenciarse de aquello que resulta más familiar y parecido.”

Sigmund Freud (1856-1939)

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite


Enorme diferencia entre el artista exclusivo de Ideas del Sur Santiago Solari y los demás. Era obvio que el gol del fino jugador que compartió vestuario y juego con tipos como Zidane o Beckham cerraría el partido, porque era difícil que San Lorenzo embocara otro e imposible que lo hiciera Racing, que parece avanzar sólo para que la pelota tarde un poco más en volver a su área. Pero no. Con la última pelota llegó el milagro, y una vez más la amada Academia volvió a tener la suerte del muchachito que al final de la película... se salva. ¡Qué aspiración tan modesta!, diría Borges.

El duelo fue picante gracias a los dueños del circo, no a los payasos; dicho esto con todo respeto, chicos. La candidatura testimonial de este San Lorenzo-Racing a partidazo no dependía de lo que sus devaluados funcionarios podían hacer en la cancha. Ni ahí. Lo único atractivo a priori era el regreso estelar de Simeone, el chico Armani contratado por su gran amigo, el Hombre Ilustrado de la tele, nueva temporada. Y encima contra el club de sus amores, hoy defendido con más dientes que cuchillos por los 11 del Patíbulo del mayor Lee Marvin Caruso, temible rey del canje veloz. Sin tantos fuegos artificiales, la cosa se reducía dramáticamente a otra triste versión del viejo clásico: los que no saben, los que no pueden y los que miran de afuera.

Déjà vu. Con tanto pánico a perder, el guión pintaba para aburridísimo. Pero el final resultó emocionante y sorpresivo, como cambio de domicilio de candidato. Bastante menos divertido, eso sí, que el debate entre señoras gordas que nos regalaron por la tele Fernandito Peña, el niño triste de San Isidro que dice “caca” y Luis D’Elía, maestrito de los obreros. Otro clásico bien argento: dos países diferentes frente a frente, bla, bla. Ay. Durante 200 años fue imposible armar una como la gente y ahora resulta que se puso de moda enfrentar esas “dos Argentinas”. La blanca y la negra, los de acá y los de allá. Una y otra en dialéctica feroz, como si no existiera otra multitud de feroces Argentinitas que se juzgan y se destrozan sin leyes ni piedad y con Dios a su lado. Mmm... Demasiados personajes, como en novela de Tolstoi.

Es que la paradoja reina por estas pampas de crisis, muchachos. Boca, el club más popular, fue formateado para la hegemonía por un hijo de la burguesía industrial que, después, con los deberes hechos, pudo clasificar para el torneo del poder formal. Francisco de Narváez, el cancherísimo tendero tatuado que ni siquiera necesitó hacer las inferiores en un club, es el otro sincero militante del partido de los más humildes. Welcome. Y River, el club de las clases altas en leve descenso, es gobernado desde hace rato por un abogado de discurso progre que, fuera del país, ha tenido más fortuna con el duro eje Sarandí-Zurich que con las copas que disputa su club. Raro. Para colmo, por ahí siguen Lanús y Vélez perturbándolo todo con su eterna manía de reivindicar las capas medias. Antiguos.

OK, mejor volvamos al duelo de ayer, colegas. Los cuervitos de Poe venían para el cachetazo y se fueron maldiciendo su suerte por ese gol sobre la hora. Mal. Al menos han ganado un título legítimo con el nepotista riojano (Ramón, no Carlos) y acaban de salvar el matrimonio con Tinelli, sostén de familias numerosas desde hace 20 años. Mucho más que Racing, que no pega ni una. En la repartija de hinchas influyentes le tocó Néstor K., ex presidente y nuevo adalid del Conurbano, pero sigue sin un cobre y con el agua al cuello, ¡igual que en los tiempos del ex vice y gobernador de la dentadura esplendorosa y la calva sembrada! Only in Avellaneda.

Tendrán mucho que trabajar Carusito y Simeone, dos buenos muchachos con estilos opuestos que, sin embargo, comparten idéntica y nietzscheana voluntad de poder. Impulsados por ella, dejaron atrás el barrio y los sueños imposibles para saborear, cada uno a su estilo, las exquisitas mieles del éxito. Uno trepó desde el fango del ascenso hasta las luces de Primera con habilidad y picardía. El otro estudió afuera; logró su pasaporte a la otra Argentina en Europa, como debe ser, y pasó en dos patadas de Cholito a campeón.

Caruso zafa y llena cartón; Simeone lo quiere todo. Uno se sabe rechazado por el poder, el otro viaja piola en camarote de primera. Uno aprendió en la calle, el otro codeándose con el millonario Moratti, en Milán. Uno asegura el amor por la causa ofreciéndoles a los suyos algún “extra” en especies, esa simpática debilidad local; el otro impone su paradigma a fuerza de trajes de marca. Uno saca adelante el boliche con muñeca y dos pesitos; para el otro el cielo es el límite. A los dos los devora el personaje, la forma. Ninguno es, en esencia, lo que construye y exhibe para el consumo. Son dos argentinos en alza. Es decir, casi lo mismo.

Son salmones nadando contra la corriente, o reyes en el exilio, o nuevos flautistas de Hamelín. Casi todo o casi nada, según el día. Fatalmente incomprendidos por un mundo necio que insiste en mirar hacia otro lado justo cuando ellos, zas, les sacan agua a las piedras y dan cátedra, tan piolas como nadie.