COLUMNISTAS
25 de Mayo

El germen de la argentinidad

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Nación joven. Solo 209 años nos separan de aquel mes de mayo de 1810. | cedoc perfil

Argentina es una nación joven. Solo 209 años nos separan de aquel mes de mayo de 1810, en el cual se forjaron las bases para la construcción de un país independiente.

Al leer las Actas Capitulares de aquella semana de 1810, diversos valores de la naciente nación son destacados por los personajes centrales del momento. Valores principalmente de patriotismo que caracterizaban al pueblo de lo que serían posteriormente las Provincias Unidas del Río de la Plata. Aún no éramos argentinos, pero los primeros rasgos de nuestra identidad comenzaron a asomarse en este período.

Clave fue nuestro triunfo en las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807, que nos llenó de orgullo y permitió darnos cuenta de la capacidad de defensa que teníamos, y la unión que prevalecía entre los ciudadanos.

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Gracias a la capacidad de organización y don de mando de muchos de los jefes elegidos para dirigir las milicias criollas, se logró echar al invasor, sin ayuda alguna de los españoles. Nombres como Cornelio Saavedra y Manuel Belgrano, posteriores integrantes de la Primera Junta, ya ganaban fama como comandante del Cuerpo de Patricios y capitán de las Milicias Urbanas de Buenos Aires, respectivamente.

Sumado a ello, llegaban oleadas de nuevas ideas provenientes de la Revolución Francesa, junto con el hecho mismo de la Independencia de los Estados Unidos, ocurrida en 1776.

Por otro lado, las colonias españolas arrastraban frustraciones económicas, derivadas del monopolio comercial de la metrópoli, que no hacía más que limitar el desarrollo de sus súbditos americanos.

Con la suma de todos estos factores, la sensación de patriotismo y sentido de pertenencia ya se empezaba a respirar en el ambiente. Y fue la caída del rey español Fernando VII lo que precipitó finalmente la posterior organización de las distintas juntas de gobierno a lo largo de América. Debían protegerse de los franceses.

Este fenómeno se sintió en la mayoría de las posesiones españolas. De una forma u otra, tuvieron el afán de organizarse y decidir cómo se procedería al estar el rey preso en manos de Napoleón. Algunos continuaron jurando lealtad a la corona española; otros vieron este acontecimiento como una oportunidad para avanzar hacia un gobierno propio.

Volviendo a aquella semana de mayo, resulta interesante tener en cuenta los valores a los que se hace mención en las actas, al referirse a los ciudadanos. Valores como la generosidad y la lealtad del pueblo de Buenos Aires; la nobleza y el patriotismo, en boca del mismísimo virrey Cisneros, luego depuesto.

Es ampliamente conocida la frase que se escuchó entre la muchedumbre en aquel entonces: “El pueblo quiere saber de qué se trata”. Había interés por conocer las ideas que se deliberaban dentro del Cabildo. Nada de lo que ocurría lo sentían como ajeno, querían tener participación en los hechos y decisiones. Y así fue.

Aquellos nuevos gobernantes y vecinos se movilizaron en pos del bien común, dejando el individualismo de lado, reclamando lo que era suyo, lo que sentían que les pertenecía, lo que era justo. A pesar de no ser parte de un país en sí, los ciudadanos ya se sentían dueños de aquellas tierras generosas de las pampas. Y para lograrlo, fue clave la unión y perseverancia. Aquel pueblo no se rindió hasta conseguir lo que anhelaba.

Pero todo esto fue fruto de un proceso; no resultó de la noche a la mañana. Más bien, fue una concientización social. Junto con ello, sembraron las primeras semillas de nuestras bases culturales y tradiciones.

Cuando se organizaron, lo hicieron en búsqueda de un objetivo que ensalzaría a todos. Objetivo que, una vez afianzado, derivó en la formación de nuestra Patria. Todo a partir de un grupo de vecinos que, en un día lluvioso de mayo, se reunieron para cimentar las bases de lo que sería la futura República Argentina.

 

*Historiadora de la Facultad de Derecho de la Universidad Austral.