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El mal de la banalidad

06-11-2021-logo-perfil
. | Cedoc Perfil

Yo también titubeé, como Rafael Spregelburd, ante Don’t Look Up, el suceso del verano meridional. En mi caso las razones para verla o no eran puramente éticas. Sucede que tengo dos reglas de conducta contradictorias. Según una, estoy condenado a no poder ver ninguna película en la que actúe Leonardo DiCaprio. Según la otra, me obligo a ver toda cinta en la que el nombre de Cate Blanchett aparezca. ¿Qué hacer ante esta película que aúna ambos nombres al frente de un casting rutilante? Ya una vez me había enfrentado ante el mismo dilema con El aviador, donde ambos actuaban y en la que se sumaba otra regla que me obliga a nunca ver películas dirigidas por Martin Scorsese. 

Entonces, opté por una salida tangencial (una vez que emitían la película en algún canal de cable, pedí que me avisaran cuando aparecía Katherine Hepburn, desempeñada por mi amiga Cate), un poco tramposa lo sé, pero que esta vez ni siquiera habría de servirme porque sabía que los personajes desempeñados por esas estrellas regladas aparecían juntos en casi todas las escenas.

Como creía estar saliendo de una etapa más bien negra de mi vida, decidí apostar al amor y promover al primer plano la regla positiva. Puse play y vi la película, lo que me permitió refrendar la infinita sabiduría de la regla prohibitiva que involucra al Sr. DiCaprio: Don’t Look Up es mayormente intolerable, a pesar de los manierismos actorales de Cate.

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Como Rafael, también me dejé dominar por la tristeza de que el “mensaje” del film sucumbiera tan rápidamente a los mismos idiotismos que pretende condenar. Vivimos en un mundo imbécil y cínico que pretende hacer oídos sordos a las señales de alarma que nos vienen del cielo y del infierno.

Más cerca de Esopo que del 18 Brumario de Luis Bonaparte, la película no quiere que saltemos o bailemos aquí y ahora, cuando el mundo está en peligro. Apenas que digamos: “Qué barbaridad, suerte que esto es ficción”.