Argentina está transitando el último trecho de la transición demográfica, epidemiológica y nutricional que comenzó en las primeras décadas del siglo pasado y que recién está concluyendo. Esta etapa se caracteriza porque la mayoría de las muertes son producidas por enfermedades degenerativas causadas por el hombre, situándose en los primeros lugares las enfermedades crónicas como las cardiovasculares, la diabetes, la enfermedad pulmonar crónica y el cáncer, que explican hoy más de 70% de las muertes en nuestro país. Tres factores de riesgo: el tabaquismo, la mala alimentación y el sedentarismo son la causa principal de estas cuatro enfermedades, las que a su vez contribuyen con más de 50% de las muertes prevenibles. Estos factores de riesgo tienen un enorme impacto social porque afectan principalmente a los más pobres y vulnerables.
Nuestro país está entre aquéllos con incidencia de cáncer media-alta a nivel mundial y es la primera causa de muerte en nuestro país en personas de 35 a 64 años. Unas 60 mil personas fallecen al año por tumores malignos –una de cada cuatros muertes– y cada año se diagnostican más de 100 mil casos nuevos. El cáncer de mama es el más frecuente: con más de 21mil casos anuales, representando el 18% de todos los tumores malignos y casi un tercio de los cánceres femeninos. Le sigue el cáncer colorrectal con 15 mil casos nuevos por año en ambos sexos, concentrando el 13% del total de tumores. En los varones, la mayor frecuencia está dada por el cáncer de próstata, con más de 11 mil casos anuales, que representan el 20% de todos los tumores malignos en varones y 10% de la totalidad de cánceres registrados en el país. Los cánceres causados por infecciones virales como las hepatitis B y C o el Virus del Papiloma Humanos (VPH)–causante del cáncer de cuello de útero–, son responsables del 20% de las muertes por cáncer, especialmente en países en desarrollo. Para el año 2030 se espera que la incidencia de cáncer para todas las edades en la Argentina sea un 24% mayor que la actual.
Si bien la incidencia de cáncer en nuestro país es semejante a la de los países desarrollados su mortalidad se asemeja a las de países en desarrollo. La relación mortalidad/incidencia, un indicador que nos permite calcular groseramente la sobrevida del cáncer en cada país, estima una supervivencia aproximada de 70% en Canadá y Estados Unidos contra menos de 50% en Argentina. En efecto, alrededor de 30% de los tumores en nuestro país se diagnostican en estadios avanzados, lo que sugiere falencias para detectar tempranamente la enfermedad y barreras en el acceso a un diagnóstico, tratamiento y seguimiento oportuno. De acuerdo con los datos proporcionados por el RITA (registro nacional de tumores de base hospitalaria) los tiempos desde la detección del cáncer (por tamizaje o síntomas) hasta el comienzo del tratamiento efectivo del mismo van desde casi un año para el cáncer de cuello de útero y colo-rectal hasta un año y medio para el cáncer de mama, todos ellos potencialmente detectables mucho antes de que comiencen las manifestaciones clínicas. Sin embargo, más allá de que los pacientes llegan más tarde al tratamiento efectivo, en comparación a otros países más desarrollados, lo que más duele son las desigualdades brutales e inadmisibles entre provincias. Por ejemplo, la mortalidad por cáncer de cuello de útero, asociado a la pobreza, varía casi ocho veces y la de cáncer colorrectal, casi cinco veces entre provincias ricas y pobres de nuestro país.
En 2019, en el Ministerio de Salud de la Nación y a través del Instituto Nacional del Cáncer, lanzamos el “Plan Nacional de Control del Cáncer” para mejorar la vigilancia epidemiológica y el diagnóstico temprano de los cánceres prevenibles, y reducir los tiempos entre la detección, el diagnóstico adecuado y el tratamiento oportuno. Esta estrategia enmarcada en la ampliación de la Cobertura Universal de Salud, trabajando estrechamente con las provincias, los organismos regionales e internacionales, las organizaciones no gubernamentales, la academia y los pacientes, tiene como propósito reducir las disparidades en el diagnóstico y tratamiento del cáncer que aún existen en nuestro país. El fin último es que todxs los argentinos que necesitan acceder a una práctica preventiva o a la atención oncológica integral y de calidad, la reciban en tiempo y forma, sin obstáculos o barreras relacionadas con el lugar en el que nacemos, nuestra situación laboral, nuestra condición socioeconómica, el género, o el tipo de cobertura sanitaria.
*Ex ministro de Salud de la Nación.