La extensión de un conflicto, que se despliega en el espacio público de los medios masivos de comunicación, lo hace entretenido para la gente. El público juega a adivinar quién va a ganar y los expertos opinan sobre ventajas y consecuencias de resultados cruzados. Para el disfrute de un público imaginario, que juega con los legisladores y funcionarios, a ganadores y perdedores, se requiere que eso no se termine nunca. Sin embargo, el fallo de la Corte Suprema de Justicia le ha quitado el entretenimiento a varias audiencias.
Cuando Cobos enterró las posibilidades de “la 125”, produjo una derrota legislativa para el gobierno de Cristina Kirchner, pero una ventaja en términos de tensión. Lo que el kirchnerismo no podía desactivar, por su propia capacidad autodestructiva, fue desarticulado por una acción opositora. Sobre ese tema no se podía discutir más nada y había que pasar a otra batalla. Esta semana la Corte, se puso el disfraz de Cobos y nos llevó a todos a otro tema.
La discusión por la ley antidespidos tuvo una estructura parecida. Mientras el gobierno nacional se involucró en una discusión frente a las audiencias televisivas, estiró el debate hasta llevarlo con serios riesgos al Congreso. La tensión como conflicto obligaba a las partes a dar datos sobre desocupados, a invitar a los expertos a hablar sobre desempleo, a la exposición de empleados públicos despedidos y a funcionarios de ayer y hoy, hablando con acusaciones cruzadas. Todo existió hasta que Macri decidió vetar la ley.
El equilibrio de los gobiernos no se determina por la resolución de estos conflictos. Sobre estos suele darse una importancia suprema, exagerada por la propia dinámica de la intensidad de la discusión, pero la misma tiene algo más de entretenimiento que de impacto en la gobernabilidad. Los legisladores se arreglan para salir en la televisión (todos menos los del Frente para la Victoria) cuando saben que se viene una sesión que le llama la atención a los medios de comunicación, pero casi nada de votos es lo que se gana por alguna intervención que intenta ser siempre genial.
El nombramiento de los jueces de la Corte en comisión es otro ejemplo. Duró hasta que se desistió en la medida. Con un formato similar, involucró a expertos de un lado y otro, con funcionarios defensores y otros ex funcionarios acusadores, hasta que se abandonó la alternativa. Habrá probablemente otros episodios en el futuro cercano.
El despliegue en los medios de comunicación confunde un episodio mediático, con algo vinculado a la capacidad de construir hegemonía. Esto segundo se sostiene por otras avenidas.
La estabilidad de los gobiernos se basan fundamentalmente en el estado de la economía que sus ciudadanos consideran que tiene, en un momento determinado, el país en que les toca vivir. Si esa relación se establece en términos positivos, la opinión pública será más condescendiente de las articulaciones cotidianas de quienes los gobiernan. La probabilidad de que un gobierno se desestabilice por una economía destruida, es infinitamente superior a la que puede producir un fallo de la Corte Suprema de Justicia.
Los procesos en que se han generado derrotas para el gobierno nacional, le han permitido reconstruir sus estrategias sin modificar los planes originales. Los jueces en la Corte van a terminar siendo los dos que propuso y el aumento de las tarifas va a ser en los próximos meses, una realidad.
El kirchnerismo construyó una dinámica de gobernabilidad de puro enfrentamiento en el que las discusiones no tenían despliegue. Las decisiones que ese gobierno tomaban estaban basadas en la afectación de supuestos intereses contrapuestos, por lo que un “otro” imaginario, sólo podía ser afectado por ellas. El actual gobierno nacional, por el contrario, va a la televisión y participa activamente de los debates, algo que tiene sus consecuencias en el desplazamiento del tiempo.
En esta lógica de toma de iniciativas, que luego pasan a discusiones públicas prolongadas, y que se resuelven por alguna herramienta legal, es en lo que se le va pasando el tiempo a Macri y a sus funcionarios. El riesgo es que un día para la mayoría, deje de ser un espectáculo.
*Sociólogo. Director de Quiddity Argentina.