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El mercado está loco, loco, loco

Si el mapa de las publicaciones culturales de circulación amplia está conformado por cuatro o cinco títulos (Punto de Vista, Otra Parte, Las Ranas, La Mujer de mi Vida, etc.), Internet multiplica nuevos espacios de manera casi permanente.

Tomas150
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Si el mapa de las publicaciones culturales de circulación amplia está conformado por cuatro o cinco títulos (Punto de Vista, Otra Parte, Las Ranas, La Mujer de mi Vida, etc.), Internet multiplica nuevos espacios de manera casi permanente. A los más reconocidos, como la revista virtual El interpretador (www.elinterpretador.com.ar), se le suman todos los meses compañeros de campo: ahí está Prometheus (www.pmdq.com.ar) y, desde hace un tiempo, No Retornable (www.no-retornable.com.ar), que aparece de manera bimestral y que dedica dossiers a personajes y temáticas de relativa actualidad –y que en el último número convocó a un amplio registro de nombres para abordar un tema conflictivo: el de las relaciones entre literatura y mercado.
Se sabe: el mercado de libros en la Argentina ya no es lo que supo ser en las décadas del 50 y 60 –y la industria del libro nacional ha perdido su peso, desplazado por otros centros editores como México o España. No existen, por lo general, certezas sobre un rumbo a seguir, ni políticas editoriales definidas. Los grandes sellos publican cientos de títulos que no llegan a ser absorbidos ya no por los lectores, la crítica académica o los periodistas culturales, sino siquiera por las propias librerías, por las que a veces pasan de largo directamente a depósito –y es por eso que hasta los espacios de las vidrieras y las mesas de novedades de los locales suelen negociarse entre las cadenas y las editoriales. Así las cosas, cuando buena parte de los editores publican libros por aproximación o intentando repetir modelos exitosos en el extranjero, cuando la industria editorial adopta como idea rectora la lógica de la televisión (si algo funciona, entonces, a clonarlo), que no es otra que la del marketing, ¿cuál es la relación que existe entre el mercado y la literatura?
Para intentar algún abordaje al tema, No Retornable convocó a un amplio elenco de nombres, entre los que figuran Elsa Drucaroff, Daniel Link, Ricado Romero, Romina Freschi y Diego Grillo Trubba. La editora de la publicación, Sol Echevarría, pone las premisas básicas del debate cuando escribe: “Las leyes que rigen el mercado editorial varían a lo largo del tiempo y del espacio. Lo que se publica y se lee debe analizarse teniendo en cuenta su contexto histórico”. Así, Romero habla desde su rol de editor de un sello independiente y Grillo Trubba reclama la necesidad de crear, a través de diversas estrategias, un nuevo mercado de lectores. Por su parte, Drucaroff define al mercado como “una luz que nos baña a todos”. Y afirma: “Si la literatura existe como tal, es gracias al mercado; lo cual no significa que sus relaciones con él sean armónicas, pero sí que sin él no existiría lo que desde hace ya varios siglos llamamos literatura”. La crítica literaria ensaya, entonces, una breve historia de la literatura como mercancía y fetiche. Y Link describe, a través de un panorama ciertamente sombrío, el lento desvanecimiento del campo intelectual argentino, a partir de dos libros y sus significaciones: Plata quemada, de Ricardo Piglia, y Las nubes, de Juan José Saer. “Los editores declaran que el mercado de libros se achicó. Lo que no se atreven a murmurar es que se achicó irreversiblemente”, agrega.
Del dossier, por supuesto, no surge una respuesta unívoca a esta crisis entre una industria en expansión y un caudal de lectores o compradores de libros en retracción. Pero resulta un buen intento para comenzar a pensar de una vez el dilema, antes de que sea, definitivamente, demasiado tarde.