“¿Cuánto tiempo debemos esperar para encontrar justicia?”
Pregunta que las Madres de Tiananmen envían al presidente chino todos los años, desde 1989.
El 5 de junio de 1989, desde el sexto piso del del Hotel Beijing, Jeff Widener apretó el gatillo de su cámara para capturar en un segundo la imagen que inmortalizaría la protesta estudiantil de la Plaza Tiananmen. Widener trabajaba para Associated Press y estaba molesto en esa mañana calurosa: pensaba que a 800 metros del lugar en el que se iba a iniciar la represión no podría hacer un buen trabajo. Pero su fotografía, titulada El rebelde desconocido, ganaría más tarde el Pulitzer 1990 y se convertiría en la sintesís más acabada de la lucha contra la tiranía, al mostrar un hombre indefenso pararse frente a una fila de tanques de guerra.
El 25 de enero de 2011, desde la ventana de un pequeño edificio de El Cairo, una persona graba la imagen de una de las tantas protestas que en las últimas semanas conmocionó a Egipto. Bajo el seudónimo de “MFMAegy”, el improvisado documentalista decide colgar en YouTube el video de 2,16 minutos en el que se puede ver cómo un camión hidrante avanza sobre una movilización. La gente corre asustada porque detrás de esa máquina hay un centenar de soldados dispuestos a reprimir. Pero, por un instante, el camión se detiene. Hay un joven parado en su frente que no lo deja avanzar. Son tan sólo unos pocos segundos, pero alcanzan para desorientar al chofer. Hasta que reacciona y lanza agua helada sobre el muchacho. El video fue titulado Como Tiananmen, el coraje de El Cairo y en menos de una semana fue visto en Internet por 1.750 millón de personas de todo el mundo.
“¡Tienen que verlo! Es un momento Tiananmen en Egipto. Un combatiente bloquea un vehículo militar”, escribe Teng Biao, desde una cuenta que logra vencer el control del gobierno chino sobre las redes sociales. “Hay que respetar la voluntad y la libertad del pueblo. La gloria sólo puede venir a través de los cambios internos”, agrega Teng.
“Estoy recordando cómo era Beijing hace 22 años, aunque no sepamos muy bien qué está sucediendo en Egipto, sólo tengo esperanzas de que no termine igual”, se suma Chun Xia Zhi Jiao, desde un microblog que pudo eludir la censura oficial.
Teng y Chun tuvieron suerte. En las últimas semanas fue muy difícil encontrar algo en la Red cuando se tipeaba “Egipto” en China. En Sina, el equivalente de Twitter, la respuesta automática era la siguiente: “De acuerdo a las leyes relevantes, regulaciones y políticas, los resultados de la búsqueda no se muestran”. El cerrojo fue inquebrantable, sobre todo, en lo relacionado con las protestas egipcias en el popular servicio de redes sociales al que diariamente acceden 450 millones de chinos. China ocultó las protestas en El Cairo para que el ejemplo no se expandiera.
Las manifestaciones que buscaban una mayor apertura política en Tiananmen, a fines de los 80, terminaron abruptamente cuando el Ejército tomó el control de las calles. No hay cifras certeras sobre el nivel de víctimas, pero las Madres de Tiananmen hablan de más de tres mil muertos en menos de una semana. En Egipto, se estima que en 13 días quedaron más de 300 fallecidos.
Mu Chunshan, profesor de Economía de la Universidad de Hong Kong, analizó en The Diplomat –revista especializada en Asia Pacífico– el “momento Tiananmen” de El Cairo y concluyó que no hay muchas semejanzas. “China crece con cifras de dos dígitos desde hace décadas y mientras su economía se mantenga pujante, el recuerdo de la Plaza Tiananmen no molestará a nadie”.
Qin Shi Huang fue el Primer Emperador de China, gobernando bajo la China unificada entre el 221 y el 210 antes de Cristo. El “padre fundador” del imperio es recordado por haber ordenado construir los 7 mil Guerreros de Terracota que protegen su tumba. Pero también fue el hombre que decidió erigir las pirámides más grandes de China.
Lamentablemente, las pirámides y la represión quizá sean lo único que se pueda comparar entre China y Egipto.