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El nacimiento de la zumba

06-11-2021-logo-perfil
. | Cedoc Perfil

Hay una regla inexorable que rige nuestros actos, o al menos los míos: nunca encuentro lo que estoy buscando, siempre encuentro lo que estaba buscando hace unos meses. Lo que busco hoy, aparecerá mañana, pero entretanto, asoma lo que ya consideraba perdido para siempre, en el país de los muertos. Me refiero sobre todo a libros, que es lo que más busco, pero lo mismo me ocurre con otras cosas: zapatos, camisas, pantalones. Es una variante de la serendipia aplicada no a los descubrimientos científicos sino a la vida diaria. Casi todos los descubrimientos científicos se dan por casualidad, es por eso que se conecta con mi propia vivencia: a mi (nuestro) modo, la serendipia está presente, elusiva, es esa frustración cotidiana que al final se vuelve premio; un premio anacrónico, pero un premio. 

Podría escribir una larga lista de hallazgos importantes hechos por azar, desde la ley de gravedad hasta el Viagra, pasando por la penicilina, pero hasta hoy no se me hubiese ocurrido incluir entre los hallazgos fortuitos el de una disciplina fitness, que no practico. En una entrevista concedida a la BBC, el bailarín y coreógrafo colombiano Alberto Pérez contó cómo inventó la zumba, un modo “divertido y fácil” de hacer gimnasia, que hace parecer una fiesta una actividad, por lo general tediosa y aburrida, y que se practica al ritmo de música pop latinoamericana. Hoy la zumba es un fenómeno mundial, pero fue inventado por casualidad, y se calcula que todos los días lo practican quince millones de personas en al menos 180 países. 

Pérez nació en 1970 en Cali y empezó a trabajar a los 14 años para mantener a su familia, luego que su madre recibió un disparo accidental, realizado por un policía que perseguía a un ladrón. Fue albañil y heladero, entre otras cosas, hasta que encontró trabajo como instructor de aerobic. Cuando su madre se restableció, toda la familia se mudó a los Estados Unidos, pero él se quedó en Colombia para probar suerte con la danza. Pero para mantenerse debía seguir dando clases de aerobic, cosa que hacía al ritmo de música estadounidense, utilizando canciones de Madonna y Michael Jackson. Pero un día se lvidó en casa el casete que solía usar, y para no aplazar la lección decidió probar con otra cosa: tomó del auto un casete con un compilado de rumba, salsa y merengue que había grabado de la radio e improvisó. Le dijo a sus alumnas que había pensado en innovar un poco e inventó pasos de aerobic al ritmo de las canciones que escuchaba. La cosa gustó mucho, así que decidió seguir.

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El fenómeno creció, ayudado por el boca a boca. Empezó a llegar mucha gente nueva, que hacía cola en la puerta del gimnasio para entrar. Ese fue el comienzo de la zumba, que para entonces se llamaba “rumba”. En los 90, Pérez se mudó a Bogotá, donde siguió ganando fama. Shakira lo contrató para que ideara coreografías para los videoclips de sus canciones. Y entonces todo se salió de control.

En 2001, Pérez se mudó a Miami, y allí, con dos amigos, fundó la Zumba Fitness, una compañía que hoy, según estimaciones, cuesta varios centenares de millones de dólares. 

Además de los hallazgos fortuitos me maravillan las historias de aquellos que logran torcer el rumbo del destino fortuitamente. Se me dirá que Alberto Pérez transpiró mucho para lograr el éxito, y eso es innegable, pero también es innegable que muchos transpiran más que él sin obtener nada a cambio. De donde deriva que la regla para el éxito no existe, que depende del azar, y que a fin de cuentas todo lo que podemos esperar de la vida está sujeto a un cambio de ritmo. Cosa que ampliando el razonamiento es lo que llevó al éxito no solo a Pérez, sino también a Newton y a Fleming.