Porque Grabois le dice al periodista que se ríe que le cuente cómo hizo para conseguir al niño, pero Lanata se eleva en la ilusión de la realidad. El niño hablando sería la verdad activa, mientras que Grabois acusa de dejar todo fuera de contexto, desde su entorno y origen, hasta su condición contextual y psíquica, y entonces no sería la realidad, aunque hable y hable. Esta discusión, desplegada en un medio de comunicación, expone qué tan difícil es tratar la idea de verdad en la simultaneidad del mundo moderno.
Están filmados en el estudio haciéndole la nota a Grabois. Es la radio, pero ahora se ve, están ahí en la realidad. La nota a Grabois es discursiva, es un conflicto en formato de semántica, pero también grabada. Ahora entonces es el video del niño y el video de Lanata riéndose de Grabois, es decir, dos videos. Para los espectadores, este mundo se inunda de videos, donde la mayoría de ellos expresa la intención de mostrar siempre realidades nuevas. Internet sugiere a cada video otro similar, igual que las sugerencias de compra en un sitio online. La leyenda dice que “los que compraron esto también compraron lo otro” y por lo tanto los que miraron a Lanata compraron esos libros de él sobre historia argentina y no los de los historiadores. La realidad es en verdad un consumo en secuencia basado en selecciones previas y el video del niño, fuera de contexto, tiene el contexto perfecto para la audiencia de Lanata.
Los afiches que estamos conociendo de Cambiemos en esta campaña son una réplica del éxito de hace dos años. La secuencia que se expresa en estas imágenes se basa también en fotos de diálogos aparentemente reales y de felices “timbreos” de quienes eran candidatos y ya no lo son. Vidal lidera sonriente la imagen, pero nadie podrá votarla y, sin embargo, allí está expuesta para invitar a sus votantes probables a consumirla como verdad. El nombre “Cambiemos” ya juega a su contrasentido, a no cambiar, a seguir en la secuencia idéntica de selección de candidatos más allá de la realidad económica o de las ilusiones o desencantos de estos primeros casi dos años. Trabajamos para confirmar lo que pensamos, no tanto para la búsqueda de la verdad.
En los kirchneristas los esfuerzos son ya demasiado complejos, aunque con una estructura similar. López está con su ametralladora, con sus bolsas de dólares, y sin embargo
esa imagen real, verdadera e incuestionable, no desarma a gran parte de los exaltadores de Cristina Kirchner. La verdad de esa imagen es una invitación a activar una secuencia de selecciones de otras verdades que anulen de inmediato ese horror. Los Panamá Papers, los valores de pobreza, MacAir y lo que sea se requiere de su consumo. Por lo general, la verdad propicia la huida a la confirmación de lo contrario.
No necesariamente es en la mentira donde el conflicto se despliega, sino en muchas ocasiones en una colisión de selección de verdades. Es tan real López, como las cuentas en paraísos fiscales, pero cada uno elige su mejor versión para la batalla dialéctica. Los kirchneristas incluso usan los datos mejorados del Indec para acusar sobre la situación social, reconociendo en el mismo movimiento la realidad de éstos, y la mentira de los anteriores.
En cada sitio de internet donde se colocó el audio o la imagen de la nota del programa de Lanata a este niño, se pueden ver comentarios de los lectores. Grabois habla de los derechos del niño y de reglas para exponerlos y cuidarlos en los medios masivos de comunicación, es decir que refiere a las reglas de la Constitución, pero los lectores comentan cosas como “cómo te rompieron el ogt Grabois jajajajajaja”. En este caso, tanto Lanata como Rolando Barbano, el periodista que se ríe, no terminan nunca de explicar cómo llegaron al niño, hasta que Lanata le dice “váyase a la mierda Grabois”. Este conflicto, transmitido en vivo y en directo, expone más la necesidad de Lanata y su audiencia de confirmar lo que piensan, que en la búsqueda de la verdad, porque la verdad es un camino de selecciones para no encontrarla nunca.
Porque Grabois les da información sobre el niño, información que explicaría sus declaraciones, sus delirios, pero todos se ríen de Grabois. Al final resultó muy gracioso esto del pibe, y eso que parecía un tema tan serio. Cómo me río con la verdad, a veces me hace reír tanto…
*Sociólogo. Director de Quiddity.