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El oeste, un polvorín

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El desborde humano que incendió los vagones  del Ferrocarril Sarmiento encierra explicaciones que no tienen que ver con la militancia política como pretendió plantear el Gobierno. Se pareció más bien a una descarga de rabia colectiva. El servicio del Sarmiento es pésimo, todo viaje es una especie de castigo y una demora injustificada implica perder el día de trabajo en la Capital o poner en riesgo la estabilidad laboral.
El Sarmiento cubre el Oeste, la zona de mayores carencias  en todo el Gran Buenos Aires, de habitabilidad, de infraestructura de servicios, de mantenimiento, de limpieza, especialmente, en lo que se da en llamar “el segundo cordón Conurbano”, la mayor concentración urbana del país. Mucho más que el sur, zona donde uno se imagina guarda las mayores miserias. Se incluyen en el oeste a La Matanza, Merlo, Morón, Hurlingham, Ituzaingó, San Miguel, Tres de Febrero, una amplia región de urbanización reciente, es la que sigue recibiendo la mayor parte de la migración interna de las provincias y la de los países fronterizos. El megapartido de La Matanza , con 1,3 millón de personas sólo es superado por la suma de habitantes de seis provincias.
Históricamente hablando, el sistema de transporte ferrocarril-colectivo de carácter público posibilitó la multiplicación de los asentamientos populares en el segundo cordón. Eso produjo una fenomenal expansión del suburbio y facilitó el acceso a la vivienda propia a las familias de menores recursos. La repetición de las crisis económicas y la privatización del transporte llegaron para potenciar los niveles de pobreza que, en 2010, después de una disminución, se ubicó en el 30 por ciento de la población y el riesgo alimentario general (percepción de hambre por razones económicas) osciló en torno del 5 por ciento de los hogares. Las mejoras de los indicadores en la década alivió a ciertos sectores medios de la sociedad pero no a los más pobres. El año pasado, el oeste del Gran Buenos Aires mostraba varios puntos  arriba de los registros que se tienen de más allá de la General Paz: el 7 por ciento de los hogares vive en situación de hacinamiento; el 10,5 por ciento, sin agua corriente y el 35 por ciento, sin cloacas. En cuanto al empleo: el 22 por ciento estaba desempleado a fines de 2010, con tasas altas en los jóvenes menores de 29 años, y el 37 por ciento de los trabajadores figuraba en “ negro”, sin cobertura social ni sanitaria. Eliminar los elementos que irritan a la sociedad (laborales, de transporte, el nivel de ingresos) requiere una estrategia política especial, gran disponibilidad de fondos estatales y una aceptación de las distorsiones, que son graves y vienen de arrastre.

Periodista, especialista en economía.