Desde hace varios años, las bibliotecas, las librerías y los negocios de libros usados sudafricanos están siendo robados. Los números son notables: una de las cadenas de librerías más grandes de Sudáfrica dice que solamente en 2013 perdió casi 300 mil dólares a causa de los robos. No estamos hablando de robos a gran escala –nadie de noche fuerza las puertas y carga millones de libros en un camión–, sino de libros robados unitariamente, escondidos debajo de la ropa y metidos en bolsos que se los llevan sin pagar. La mayor parte de los libros son políticos y religiosos, pero no faltan historietas y novelas. Muchos sostienen que los robos no tienen una verdadera motivación económica, y los explican apelando al contexto de la cultura del libro y el apartheid en Sudáfrica.
De acuerdo a lo que testimonian algunos libreros y bibliotecarios en una nota publicada por el diario sudafricano Sunday Times, el libro más robado es la Biblia; inmediatamente después aparecen textos políticos, que van desde la autobiografía de Nelson Mandela, El largo camino hacia la libertad, hasta los libros de Steve Biko, el fundador del Black Consciousness Movement, asesinado en prisión por la policía en 1997, durante el apartheid –especialmente uno titulado I Write What I Like. Una editorial sudafricana, Janga Media, lanzó una colección de los libros más robados en librerías, que incluye la biografía de Thomas Sakara y la del ex Negus de Etiopía, Hailé Selassié. Janga Media lanzó la iniciativa con esta explicación: “A menudo oímos decir lo mismo por parte de los libreros: ‘Este libro no lo pedimos porque lo roban enseguida, lo ponés en el estante y desaparece enseguida’. ¿Cómo se resuelve el problema? Hot Reads reúne los libros más robados”.
Además de libros políticos e históricos hay otros títulos entre los más robados, muchos de ellos bestseller en todo el mundo, como Diario de Greg –las historietas que vendieron más de 150 milones de ejemplares en todo el mundo, del estadounidense Jeff Kinney–, los libros de Maya Angelou, del predicador Joel Osteen –El poder soy yo, Lo mejor de ti–, el escritor estadounidense Robert Greene y la periodista sudafricana Lawrence Green.
Los libreros a veces entran en acción y descubren a los ladrones, gracias a lo cual se tiene un perfil somero de éstos: la edad oscila entre los 15 y los 70 años, hombres y mujeres, negros y blancos; la clase social no es muy homogénea que digamos: hay personas instruidas que roban libros raros, pero también otras que apenas saben leer.
Otros le echan la culpa al predominio de los blancos en el mundo editorial local, incluso después del fin del apartheid. Durante los años del apartheid –hasta 1993– se desarrolló en Sudáfrica un sistema editorial paralelo, a base de libros robados y revendidos. Al parecer, los ladrones de hoy lo que están haciendo es mantener vivo el oficio de sus predecesores.