Entre el 11 y el 15 de octubre, Brasil se entrenó para el Mundial de 2014 y las Olimpíadas de 2016 organizando un mundial de periodismo de investigación. En ese mismo encuentro se realizó la reunión anual de periodistas de investigación latinoamericanos, organizada por el Instituto de Prensa y Sociedad (IPYS), que es la Copa América del periodismo desde hace una década.
En el hermoso Teatro Municipal de Río de Janeiro, que es el epicentro de las protestas donde descuellan los black blocks estos días, se premió como mejor trabajo en América latina a una investigación del sitio digital salvadoreño El Faro. Ellos revelaron el acuerdo que hizo el gobierno del periodista Mauricio Funes con las peligrosas y gigantes pandillas juveniles (maras), que desinfló las cifras de violencia urbana en el país. Todo comenzó cuando un marero le dijo al periodista que cuando uno se come un rico plato de comida no tiene que preguntar cómo se hizo. Años anteriores, este medio ya había recibido un premio cuando descubrieron y entrevistaron a uno de los asesinos de monseñor Oscar Romero, que estaba prófugo en los Estados Unidos.
Centroamérica tiene más premios que el Cono Sur (sacando a Brasil). Tiene una tradición periodística que, de acuerdo con el guatemalteco Martín Rodríguez Pellecer, del gran medio digital Plaza Pública, está forjada por una historia de grandes periodistas locales y también por el aprendizaje que generó la enorme cantidad de corresponsales internacionales que prácticamente vivieron en la región durante los violentísimos años 80.
Los brasileños ganaron el segundo premio. El diario regional Gazeta do Povo se metió de lleno en la corrupción policial en el estado de Paraná, y uno de los periodistas, Mauri Konig, quien tiene más de veinte premios de periodismo, tuvo que salir del país por unas semanas tras recibir
amenazas muy creíbles. Los periodistas utilizaron las cámaras ocultas para entender la trama de la corrupción policial, con la ayuda de otros policías. Konig descubrió comisarías fantasma, que tenían presupuesto asignado, pero en la dirección había sólo casuchas de madera abandonadas.
Para entender el liderazgo del periodismo brasileño en la región, veamos cómo describen lo que hicieron en este caso: “Durante cinco meses, cuatro periodistas de Gazeta do Povo investigaron las cuentas de la Policía Civil, tuvieron acceso a documentos secretos y recorrieron 5 mil kilómetros en diversas regiones de Paraná para comprobar la desaparición del dinero que debería ser usado para mantener las comisarías abiertas. Las informaciones fueron catalogadas en una base de datos disponible para el acceso público en el sitio especial www.gazetadopovo.com.br/policiaforadalei. Allí es posible ver cuánto recibió cada comisaría desde 2004, el número de policías en esas unidades, además de la productividad de la policía medida por la cantidad de denuncias iniciadas”.
El podio se completó con la costarricense Giannina Segnini, del diario La Nación de ese país. Giannina tiene posiblemente el equipo periodístico digital más entrenado de la región. Descubrieron que la mitad de los ministros del gabinete subvaluó sus propiedades para pagar menos impuestos. Algo parecido hizo un periodista en Pakistán, Umar Cheema, quien descubrió que el 70% de los legisladores no presenta su declaración de impuestos.
El único premiado argentino fue el platense Hugo Alconada Mon por su persistente investigación sobre el caso Boudou. También el entrerriano Daniel Enz expuso su investigación sobre un cura abusador que publicó en su último libro Abusos y pecados.
Desde La Nación de Costa Rica se puso a disposición del periodismo mundial una aplicación llamada Offshoreleaks, que es una base de datos de empresas creadas en una decena de paraísos fiscales. En el mismo momento de la presentación de la herramienta, un periodista del Cono Sur estaba descubriendo una empresa que nadie conocía de su presidente y su esposa. Otro sitio muy atractivo es Poderopedia, una plataforma colaborativa creada por el chileno Miguel Paz, donde se intenta retratar en forma exhaustiva las redes del poder en ese país.
Se hizo mucho hincapié en la seguridad digital, uno de los temas centrales del periodismo actual.
¿Cómo proteger la privacidad del periodista, y cómo se puede mantener la relación más segura posible con la fuente? La falta de confianza y control de los organismos de inteligencia y seguridad en Argentina hace que este know how sea clave para los periodistas locales. No hay ningún periodista local que investigue asuntos relevantes que tenga confianza en la confidencialidad de sus comunicaciones. Más bien lo contrario. A casi treinta años de democracia, todavía nuestro teléfono no es libre.
La potencia del periodismo digital es infinita. Gustavo Faleiros habló del geoperiodismo y mapeo digital que hace desde su sitio InfoAmazonia con el que monitorea la deforestación de la selva amazónica. Subhra Priyadarshini mostró cómo, desde Nature India, hacen periodismo de investigación utilizando fotos satelitales para descubrir islas que desaparecen.
Una idea con futuro fue la que presentó el argentino Mariano Blejman, organizador de las muy exitosas reuniones en Buenos Aires de Hacks Hackers, quien lanzó Media Factory, donde se ofrecen 75 mil dólares para iniciar proyectos periodísticos digitales, a los que ayudarán además con tutoría.
Hubo dos trabajos premiados hechos en democracias dudosas o dictaduras. Stephan Hofstatter, del Sunday Times de Sudáfrica, investigó un escuadrón de la muerte del que participaban policías. Para ello tuvo fuentes policiales off the record, quienes dos veces al menos le informaron que lo iban a matar.
Y también fue premiada la periodista Khadija Ismayilova, quien investigó el patrimonio de la familia del presidente de Azerbaiyán. Khadija fue filmada secretamente en su casa durante meses (¡como al sargento Brody en la serie Homeland!) y luego usaron imágenes de su intimidad para intentar amedrentarla.
Los rockstars del congreso fueron David Leigh, periodista de investigación inglés que fue el responsable de la edición de los wikileaks; Gleen Greenwald, otro inglés que ahora vive en Río de Janeiro, que destapó el programa de vigilancia Prism y otros sistemas de espionaje de las comunicaciones a cargo de la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos, todas filtraciones del ex contratista de esas agencias, Edward Snowden. El útimo rockstar fue Joaquín Barboza, el primer presidente negro de la Corte Suprema de Brasil. En su conferencia dijo que “negros y mulatos son el 51% de la población. En cambio, ellos son escasos en las redacciones, salas de prensa y noticieros, para no hablar de su casi completa ausencia en los puestos de liderazgo. La consecuencia de eso es que ese segmento se ve excluido de las discusiones”.
*Vicedecano de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral y vicepresidente del Foro de Periodismo Argentino (Fopea).