Formado más en la cultura empresarial que en la política, al Presidente aún le cuesta aceptar que sus deseos no se cumplan con la celeridad que pretende. “No pueden cortar todo así, hay un protocolo para evitarlo”, dijo por ejemplo en Olivos esta semana, cuando la 9 de Julio fue bloqueada durante cuatro de los cinco días hábiles.
Independientemente de su irritación con Rodríguez Larreta (“ahora tiene bajo su control a la Policía para manejar estas situaciones, como se hace en otras capitales del mundo”, se quejó Macri) y su reclamo para que cumpla el protocolo antipiquetes, la situación es apenas una muestra de la frustración y el enojo presidenciales por ciertos baches de su administración y el aumento de la conflictividad.
Con la lógica habitual de quienes ejercen el poder, el problema está más en terrenos ajenos que en los propios. “Hay un solo camino y es éste que estamos recorriendo. Nadie presenta opciones mejores”, señala el jefe de Estado. Su obsesión transcurre por una recuperación económica genuina y sostenible en el tiempo. Cree que se va a lograr aunque pide algo de paciencia, en nombre de distorsiones que exceden pero incluyen a la “década ganada”.
Tomar nota de las deformaciones a las que alude Macri, porque explican varias de las movidas recientes del Gobierno. Festival de subsidios. Mafias en el PAMI. Negocios sindicales. Empresarios ventajeros. Justicia anticapitalista. Compañías que buscan monopolizar mercados, como la estatal Aerolíneas. Opositores irresponsables.
En ese menú, siempre el epicentro de la crítica es el “círculo rojo”, en el que está incluido el periodismo. Por eso el Presidente se coloca al borde de la exacerbación cuando se defiende de hechos como los Panamá Papers o los conflictos de interés detonados con los casos del Correo o Avianca. “Muchos escriben o dicen cualquier cosa. Y les dan entidad a fiscales, como (Federico) Delgado y (Gabriela) Boquin, que son parciales o no conocen las leyes, como la de quiebra”, se le escuchó reclamar. Mantiene la idea fija de que Gils Carbó deje de ser procuradora.
Pese a la caída en su imagen, Macri sigue rescatando la buena onda que dice recibir de la gente. Y destaca la colaboración de los gobernadores, de los sindicalistas que aceptan flexibilizar convenios (como el petrolero Pereyra o el mecánico Pignanelli) y de los empresarios que avanzan con inversiones y generación de empleo.
Considera que lo electoral queda lejos aún, pese a que ya le anunció a su primo Jorge que no será candidato bonaerense y le envió el mensaje a Carrió de que será él mismo el que defina las candidaturas. Admite que pueden venir dificultades mayores: “Funciono mejor con viento en contra”, desafía. Y sonríe.
Otro desafío.