COLUMNISTAS

El problema no es ideológico, es cultural

ACUERDO. Directores de Editorial Perfil y de Xin Jing Bao (fonéticamente), o Nuevo Diario de Beijing, lo firman.
| Beijing news media

Estaba en China firmando una carta de intención con el mayor diario de ese país (Xin Jing Bao) para eventuales revistas conjuntas allí, cuando el peso argentino se devaluó en un día el equivalente a un año y Kicillof anunció modificaciones al sistema de cepo cambiario. Estar en el país donde la intervención del Estado en la economía es omnipresente y el gobierno planifica obsesivamente el desarrollo de la producción de cada sector permite percibir más claramente el fracaso conceptual del modelo económico intervencionista del kirchnerismo, otra de las incongruencias entre lo que se dice y lo que realmente se hace.

Algún día habrá que represtigiar la palabra “relato”, que no fue significada por intelectuales bien intencionados como Horacio González para indicar engaño o autoengaño sino una de las distintas pero plausibles perspectivas de la realidad.

Al ver a Kicillof (según el kirchnerismo, la mente más preparada en economía planificada e intervención estatal de la Argentina) trastabillar frente al mercado, y quizá por la proximidad de la fecha, me vino a la mente mi experiencia personal de un 6 de enero que nunca olvidaré cuando, en 1979, un grupo de tareas me detuvo. Yo tenía en el bolsillo el sueldo que había cobrado ese día y cuando me liberaron, después de pasar por el Olimpo, me devolvieron lo que llevaba en el momento del secuestro, menos el sueldo. Pequeñísimo detalle pero mínima muestra de lo que eran: oficiales del Ejército que se autotitulaban “reserva moral” y venían a corregir la corrupción de los políticos, se comportaban como rateros.

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Sin olvidar sus atrocidades, se puede reconocer que las dictaduras militares de Chile y Brasil, una libremercadista y otra estatista, dejaron las economías de sus países en mejores condiciones. Nuestra dictadura fue, además, un fracaso económico. Lo mismo las dos grandes presidencias de la democracia: Menem hizo libremercadismo que terminó en desastre y ahora el kirchnerismo hace intervencionismo estatal que se encamina también a la implosión.

Si fracasamos económicamente con ideologías tan diversas, es hora de pensar que en realidad el problema es nuestra falta de seriedad, sea cual fuere el rumbo. Que nadie fue lo que decía ser: los militares no eran “honestos”, los menemistas no eran neoliberales, los kirchneristas no son planificadores. Todos oportunistas que aprovechan la marea de su tiempo.

Moreno y ahora su versión más epistémica, Kicillof, improvisan sin parar, y si algo hacen es justamente no planificar la economía. Néstor Kirchner, cuando la inflación era del 6% anual, en 2006, dijo: “Dale un poco más, que no pasa nada”. Con la crisis mundial de 2008 se le dio “un poco más” para que el consumo no se desacelerara, y después otro poco más para ganar las elecciones, y las elecciones siguientes, y aquí estamos.

En el otro extremo, China asumió que las “tasas de crecimiento chinas” no se podían mantener (12% había crecido en 2007 mientras que el promedio actual es poco más de 7%), que su desarrollo basado en ser la factoría del mundo gracias a sueldos bajos había dejado de ser posible, y construyó un nuevo plan que incluye el abandono de la política de sólo un hijo por matrimonio, la reducción de la cúpula del gobierno de nueve a siete miembros, la fusión de varios ministerios y el empoderamiento de los gobiernos provinciales para reducir burocracia, mayor autonomía de la Justicia, sumado a decenas de medidas económicas integradas que requerirían un suplemento sólo para enumerar sus sesenta puntos, entre los que se destacan la promoción del sector de servicios, mayor inversión en el interior (la población urbana ya supera a la rural), liberalización de la tasa de interés, reducción de la inflación (era el 6% y ya es el 3%), reducción del coeficiente de Engel, que mide el porcentaje de ingreso que una familia destina a comida (era 50% en 2002 y es 35%), revaluación de su moneda e incremento de las importaciones y del consumo con menor ahorro, entre tanto más.

Fue la economía planificada la que dio legitimidad a su sistema político. En dos décadas ganadas, la economía china superó a la de Canadá en 1995, a la de Brasil en 1996, a la de Italia en 2000, a la de Francia en 2005, a la de Inglaterra en 2006, a la de Alemania en 2007, a la de Japón en 2010. A la inversa, en la Argentina la economía no viene siendo fuente de legitimidad sostenida para ningún modelo económico ni político.

Nuestro problema no es ideológico (el intervencionismo o estatismo de La Cámpora), es cultural, el “dale un poco más, que no pasa nada” ya sea con abrir o cerrar la economía, con la deuda o la inflación. Si hubiera economía planificada en serio, nos iría mejor.