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Caso Maldonado

El rol de Gendarmería tras la desaparición, siempre marcado por las sospechas

La ubicación del lugar, donde un grupo de buzos de Prefectura encontró el cuerpo que se presume podría ser de Santiago, es uno de los puntos que más dudas abre para los investigadores.

El cerco de sospechas se va cerrando en Gendarmería.
El cerco de sospechas se va cerrando en Gendarmería. | Cedoc

“Creo que pudo haber pasado algo en el lugar, en el río, algo que Gendarmería no nos está diciendo”. Había pasado poco más de un mes de la desaparición de Santiago Maldonado y una de las principales fuentes del caso lanzó esa frase ante PERFIL. Alejaba así su sospecha de que la fuerza se hubiese llevado a Santiago en una camioneta, como sostenían los testigos de la comunidad, pero ponía bajo la lupa el accionar de Gendarmería, en medio del violento desalojo del 1 de agosto en el que se vio al joven de 28 años por última vez. Más de 40 días después, el hallazgo de un cuerpo unos 300 metros río arriba de esa zona podría confirmar la sospecha. La ubicación del lugar, donde pasado el mediodía de ayer un grupo de buzos de Prefectura encontró el cuerpo, que se presume podría ser de Santiago, es uno de los puntos que más dudas abre para los investigadores que deberán determinar cómo llegó ahí

Las sospechas sobre el accionar de Gendarmería comenzaron desde el momento mismo de la desaparición y fueron tomando más fuerza con el correr de los días. Incluso sus propias contradicciones, marchas y contramarchas, fueron una constante del caso, tanto en la de investigación de hábeas corpus, inicialmente a cargo del primer juez, Guido Otranto, como en la de desaparición forzada, delegada en la fiscalía federal de Silvia Ávila, con la colaboración de la PROCUVIN. 

Pocos días después de la desaparición de Santiago, Otranto requirió el listado de todos los vehículos que participaron del operativo. Gendarmería lo entregó, pero unos días más tarde avisó que había dos más que no habían sido incluidos. El dato no pasó desapercibido para los investigadores. La falta de registros fílmicos y fotográficos del operativo en Cushamen, tampoco. Las fuerzas de seguridad registran operativos con cámaras y celulares para proteger a sus propios agentes. De esta manera, buscan cubrirse legalmente ante denuncias de abuso de autoridad o irregularidad en los procedimientos. Si queda registrado, todo está en regla. Sin embargo, en este caso, los investigadores observaron fallas y ausencias en los registros del desalojo y entre las faltantes estaban, precisamente, las de los momentos en que los gendarmes entraron al terreno. 

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Otro de los puntos que levantaron las sospechas de los investigadores fueron los cruces entre los escuadrones: el 35 de El Bolsón y el 36 de Esquel. Mientras que siempre se señaló a Fabián Méndez, responsable del 35, como el hombre que podría “quebrarse”, en el 36 tiene un rol clave el comandante principal Pablo Badie, uno de los más politizados de la zona, según reconstruyeron fuentes del caso. El 17 de agosto, cuando la Federal y miembros de la Justicia ingresaron a ese cuartel para secuestrar las computadoras, los gendarmes pusieron resistencia. Allí estaban instalados el comandante mayor Diego Conrado Balari, junto a Badie, y dos abogados de Gendarmería. “Todos los dispositivos de control estaban sobre Esquel”, explicaron las fuentes. Quien faltaba esos días era Juan Pablo Escola, que había sido enviado a Buenos Aires. Escola es el segundo jefe de ese escuadrón y quien comandó inicialmente el operativo de Cushamen. 

Con el correr de los días se sumaron las declaraciones de los efectivos que participaron del desalojo. Sus dichos dieron por tierra con varias de las aseveraciones en los medios de varios jefes de la fuerza. Se estableció que varios portaban armas, cuando se había dicho inicialmente que no, que llegaron hasta la vera del río, algo que también habían negado y evidenciaron que lo que sucedió ahí fue una “auténtica cacería”, como dijeron fuentes de la causa a este diario. 

El cabo Darío Rafael Zoilán, del escuadrón 36 relató que al llegar a la pendiente donde empieza el río Chubut hizo dos disparos al suelo y aseguró que entonces todavía no había visto a dos miembros de la comunidad mapuche que después divisó cruzando el río. En sede judicial, Zoilán aseguró que “no disparó contra ninguna persona” y agregó que “hizo dos disparos intimidatorios”. Sin embargo, en la entrevista de la investigación interna que hizo la fuerza, dijo que disparó al costado de una de las personas que estaba “entre las ramas, cruzando el río”. 

El mismo día que Zoilán, declaró el alférez Emmanuel Echazú, a quien se vio herido en las imágenes del operativo. Esa foto está siendo peritada por la inconsistencia entre su declaración sobre el momento de la herida, que dijo que había sido al borde de la ruta y las que lo muestran sangrando cerca del río.