Néstor Kirchner y Daniel Scioli nunca estuvieron tan peleados como ahora. El enfrentamiento creció exponencialmente y además de no dirigirse la palabra en privado, el ex presidente humilló en público al gobernador bonaerense. Como respuesta inédita, Daniel Scioli hizo trascender que mantuvo una reunión con Eduardo Duhalde, el archienemigo del Gobierno nacional, y además dio a publicidad las encuestas que lo muestran con una imagen positiva y una intención de voto muy superior a la de Néstor. Este es el dato clave que la política de los últimos días amplificó, producto de la bronca generalizada que hay entre los intendentes peronistas que rechazan de plano las intenciones de Néstor Kirchner de habilitar listas colectoras para gobernador e intendentes. Varios caudillos del Conurbano pusieron el grito en el cielo y se declararon en estado de asamblea permanente porque sostienen que ese mecanismo va a triturar la poderosa estructura del peronismo conocida coloquialmente como “el aparato”. Aseguran que el radicalismo, con un solo candidato en los municipios o en la Provincia, puede ganar con cierta facilidad si el kirchnerismo y el peronismo se dividen en tres o cuatro candidatos. Uno de los intendentes más poderosos y que más diferencia suele sacar en las elecciones y que ha sido hasta ahora muy fiel a Néstor Kirchner le confesó a PERFIL que éste era su límite: “Si aceptamos que haya varios candidatos a gobernador y varios a intendente y todos llevamos la boleta de Néstor presidente, el único que gana es él y nosotros nos debilitamos muchísmo. Es la mezquindad que ya le conocemos, pero elevada a la enésima potencia”. Esta es la fuerza en la que se apoya Daniel Scioli para tomar distancias de Néstor Kirchner. A su estilo, por supuesto. Sin hacer declaraciones escandalosas, pero consolidando su perfil dialoguista y de sentido común.
Debo pedir disculpas por la autoreferencia, que nunca es buena a la hora del análisis, pero dos fuentes distintas aseguraron que el primer desgarro fuerte se produjo cuando Daniel Scioli concurrió al programa Le doy mi palabra, del Canal 26. Que haya aceptado la invitación cuando ningún ministro lo hacía era todo un dato. Pero lo que sacó a Kirchner de sus casillas fueron las respuestas ( en realidad, las gambetas o los eufemismos) con los que Scioli zafó para no aparecer respaldando al Gobierno nacional en las batallas que más ocupado lo tienen. El gobernador le sacó el cuerpo claramente al tema de la identidad de los hijos de Ernestina Herrera de Noble. Ahora, los Kirchner tampoco hablan de eso, pero en aquel momento las discusiones entre el Gobierno y Clarín estaban a la orden del día. Scioli prefirió recordar que había participado con Marcela Herrera de Noble de la inauguración de una muestra agropecuaria organizada por Clarín y La Nación. Pero eso no fue todo. En la pelea por la Ley de Medios, fue muy tibio y en ningún momento habló de monopolios ni de Magnetto. Todavía no estaban en el tapete ni el tema de Papel Prensa ni Fibertel, ni el reordenamiento de la grilla de los canales de televisión o la forma de comercialización de los diarios y las revistas.
Scioli se mostró como un experto en hablar sin decir nada cuando no quiere hacerlo. Hasta con el tema del matrimonio igualitario tiró la pelota afuera en varias ocasiones. Sus silencios hicieron mucho ruido en los oídos de Néstor.
Sergio Acevedo, quien se jacta de conocer profundamente la lógica y la ilógica de Néstor y Cristina le confirmó en un encuentro que tuvo con Eduardo Duhalde que el lema del matrimonio presidencial es: “Desconfiar, desconfiar y desconfiar”. Y Néstor desconfía profundamente de todos, pero especialmente, de Daniel Scioli. Lo ve demasiado amigo del establishment (de Clarín, que pocas veces critica ) y siente que esa actitud se convierte en traición cuando las balas pican cerca y están en pleno combate. Con el caso de los bloqueos a Techint por parte de Hugo Moyano pasa algo parecido. La no definición de Scioli es su forma de resistencia pacífica, casi ghandiana.
Por estos temas y porque es difícil en el peronismo mandar a alguien que mide mucho mas que uno, Néstor Kirchner abrió la fábrica de candidatos a gobernador. Para bajarle los humos a Daniel y para atomizar sus buenos números en las encuestas. Asi aparecieron Sergio Massa, Aníbal Fernández, Florencio Randazzo, Hugo Moyano y, a la derecha de su pantalla, Amado Boudou y a la izquierda Francisco el “Barba” Gutiérrez. El plan de Kirchner es que Scioli, igual que en el momento fundacional del Frente para la Victoria sea candidato a vicepresidente. Que su potencia electoral ayude a Néstor o Cristina a acercarse al 40% mágico que le da chances de ganar en primera vuelta o al 45% que los hace triunfar en un solo acto. Justo ahí está la línea divisoria que trazó Scioli. No quiere salir de la Provincia que le costó tanto cabalgar.
Con toda intención, Duhalde comentó que “a Scioli no le va tan mal en la Provincia”. Con un solo disparo apuntó a dos enemigos, al estratégico, Néstor y al táctico, Francisco de Narváez. Un amigo de Duhalde que habla tres veces por día con él no confirmó la reunión con Scioli, pero sí la buena relación que mantienen y que nunca se cortó. “Duhalde no se reúne con Daniel porque no lo quiere perjudicar y desatar la ira de Kirchner. Pero hay muchos amigos en común en el gabinete de Scioli y entre los barones que mandan en la Provincia. De todas maneras, ayer, al finalizar el encuentro del Peronismo Federal, Duhalde dijo que “el que le ata las manos a Scioli es Kirchner”.
Todo esto explica las palabras de Kirchner en la tribuna de la Boca del jueves. No solamente fue directo contra Scioli al reprocharle sus temores y a conminarlo a que dijera quién es el que le ata las manos para resolver el tema de la inseguridad. También hubo tiro por elevación a Duhalde. Dicen que Francisco Larcher alertó de esa reunión que los duhaldistas desmienten, pero los sciolistas confirman y que por eso Néstor dijo que “la inseguridad no la van a solucionar los que hablaban de la mejor Policía del mundo ni los que pactan en reuniones secretas”.
Nadie asegura que Scioli esté dispuesto a romper con el kirchnerismo en el corto plazo. Esa decisión que cambiaría el rumbo de las elecciones y de la carrera política del gobernador es absolutamente personal y la consultará sólo con su almohada. Pero hay algo nuevo y objetivo: jamás estuvieron tan enfrentados.