Aunque no me ha pasado personalmente, sí he escuchado a colegas de varios institutos que en los últimos tiempos están apremiados económicamente. Hasta donde sé, este año el Mincyt recibirá más presupuesto que en 2017, en valores constantes, pero sin alcanzar el alza inflacionaria. De todos modos, del actual momento de la ciencia argentina me preocupan más otras cosas.
Si bien es cierto que la política científica de este gobierno no es lo que esperábamos –ni siquiera por los que lo votamos–, creo que lo más grave de la actualidad es que el Mincyt ya lleva más de una década de existencia y ni éste ni los gobiernos anteriores lograron integrar la ciencia como base de progreso de la sociedad. Eso es lo más preocupante, porque sigue sin entenderse ni aplicarse el famoso “triángulo virtuoso” de Jorge Sábato, en el cual se interrelacionan y alimentan el Estado, la infraestructura científica y el sector productivo de manera constante. Ni siquiera los propios organismos de investigación lo tienen en claro.
Por otra parte, creo que –más allá del número de investigadores que ingresen al Conicet– la clave seria que realmente sean los mejores. En años anteriores hubo áreas en las que ingresaron dos de cada tres postulantes. Y esa es una tasa de selección bajísima para la excelencia que necesitamos en la ciencia argentina. De los 450 ingresantes de este año, 150 serán para las universidades, lo que está bien. Pero no está claro todavía el criterio de distribución. Finalmente, creo que es un papelón que no se haya nombrado, después de tantos meses, a Roberto Salvarezza en el directorio del Conicet. El Mincyt debería haber sido más respetuoso de lo institucional en ese tema.
*Decano del Instituto de Nanosistemas de la UNSM.