COLUMNISTAS
FUNCION EN LA COMUNICACION POLITICA

Elector permanente

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Ciudadanos. Cuentan con el poder de instalar temas en la agenda setting. | Cedoc Perfil

L a década del 80 ha tenido una literatura fructífera, por un lado Sidney Blumenthal, periodista, escritor y asesor de Bill Clinton, escribió en 1980 un libro titulado La campaña permanente: en este escrito, el autor pregonaba que la campaña permanente alude a que la “autopromoción” de los políticos, y los partidos, no se circunscribe al tiempo de la campaña oficial, que son apenas semanas. Este proceso (el autor lo llamaba “de venta”) es permanente, constante y sostenido durante los años de gobierno.
Para ese mismo año, Alvin Toffler editó su libro La Tercera Ola, dando inicio a una nueva categoría de análisis, sintetizando las palabras ‘consumidor’  y ‘productor’, para alumbrar el término “prosumidor”. Toffler previó un nuevo modelo de sociedad en el que los consumidores se involucrarían tanto en el producto que llegarían incluso a convertirse en parte activa de su creación. Hoy en día, con el auge de las redes sociales, utilizamos el término prosumidor para referirnos a la capacidad que tienen los públicos de generar contenidos, modificarlos, ser parte activa en el proceso de comunicación. Nosotros mismos podemos ser fuente de información y seleccionar los contenidos que leemos.


La campaña permanente supone un modelo de comunicación y gestión que entrelaza comunicación electoral y gubernamental, una continuidad de mensajes, información y vivencias en un formato asequible, amigable y cercano con los públicos que tienen un rol central en dichas estrategias. Ahora bien, pensar solamente en uno de los extremos del modelo de comunicación nos quita perspectiva, porque la comunicación actual se sustenta en un engranaje bidireccional que evidencia en el público destinatario de las comunicaciones gubernamentales y electorales, un ciudadano activo, este ciudadano activo, es ni más ni menos, un prosumidor de información, y es un rasgo distintivo, a su vez, del elector permanente.
El elector permanente es este vértice de la comunicación, un ciudadano que ejerce diferentes roles, cuya dinámica es compleja porque se entrecruzan factores de diferente naturaleza. En la era digital, este sujeto portador de una identidad propia, y de una identidad o voz colectiva, utiliza los dispositivos digitales en un proceso de adaptación continua. Estos roles podemos ubicarlos en cuatro subgrupos, según sus funciones; en primer lugar un rol de contralor, como “observador” de la gestión de gobierno, del rol de la oposición, el ciudadano periodista, el que denuncia actos poco transparentes, maniobras, es básicamente la demanda de control.


En segundo lugar, el elector permanente tiene un rol de participación directa en la selección de temas, la socialización de información, la agenda de medios digitales, cobra magnitud no solo la voz propia, sino la voz colectiva, en aquellos temas que emergen y que, si bien no son propuestos por los grandes medios, estos electores logran instalarlos como demandas legítimas en la agenda setting: NiUnaMenos es un gran ejemplo.
En tercer lugar, el elector permanente participa de debates y discusiones, y su rol de opinión importa. De hecho, las herramientas de medición de aceptación o rechazo de políticas son una muestra de ello, la sondeocracia le otorga un peldaño de participación a través del cual hay también una búsqueda de legitimación.

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Por último, este cuarto lugar es un rol simbólico o identitario donde el elector permanente también ejerce su rol más importante: el de ciudadano. Un rol que conjuga la esencia actual presumidora, atravesada por los conceptos que han encontrado un cauce pragmático en la defensa de derechos, ya que el ser ciudadano brinda un aporte al desarrollo de identidad y pertenencia a una sociedad.
En definitiva, el elector permanente es un ciudadano con poder, poder de generar, de cambiar, de influir, participar, una dimensión activa que nos resignifica como ciudadanos y nos interpela como electores.

*Politóloga (@barbaritelp).