Con respecto a la nota publicada por PERFIL el 6 de febrero, titulada “Preocupación en el sector marítimo” y firmada por Diego Villarreal, delegado del Sindicato Argentino de Obreros Navales, como presidente de la Asociación Argentina de Ingeniería Naval, me veo en la obligación de aclarar lo siguiente:
La Asociación Argentina de Ingeniería Naval es miembro fundador de la Mesa Nacional de Concertación de la Industria Naval, como también lo es el Consejo Profesional de Ingeniería Naval, la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Tecnológica Nacional, Tandanor, e incluso el SAON, a quien Villarreal dice representar, aunque nunca lo hemos visto en las reuniones habituales. Es decir que somos miembros activos desde que el 21 de diciembre de 2013 en el decanato de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires se fundó esta agrupación. No puede por tanto existir ningún oportunismo en nuestra pertenencia a ella. La nuestra es una institución plural que representa al conjunto de sus asociados de manera transparente. En particular con respecto a los proyectos de ley de Marina Mercante e Industria Naval, tenemos una clara y pública posición tomada que ha sido ampliamente difundida y que refleja la opinión de nuestros socios expresada en asamblea. Invitamos a los lectores a que accedan al documento en nuestra página web: http://www.aain.org.ar/nuevos_documentos/propuesta_industria_naval_-_rev03.pdf.
La Mesa de la Industria Naval representa al conjunto de la actividad, más allá de afinidades partidarias. Todos los intentos de cuestionar su representatividad no sólo han fracasado, sino que en realidad han caído en el ridículo.
La Mesa ha estado siempre abierta a la participación de todos aquellos que se han querido sumar en buena fe, a trabajar en los objetivos comunes.
En cuanto a la imposibilidad de la construcción de remolcadores de empuje en el país, alguien que pertenece al sector no puede aseverar tal cosa. Esta afirmación en boca de quien supuestamente es parte de la Industria Naval indica o una ignorancia extraordinaria o una mala intención desvergonzada. Los trabajadores a quienes representa deberían ser puestos al tanto de semejante exabrupto.
Todos los que forman parte del sector, trabajadores, empresarios, ingenieros y tantos otros han hecho ingentes esfuerzos para mantener en pie a la industria. No podemos desoír a quien pretende humillarnos negando nuestra capacidad para construir embarcaciones de tal simplicidad.
Con respecto a los proyectos de ley, cuando dice el autor que el proyecto del diputado Gastón Harispe prohíbe las importaciones, pone en evidencia que no ha leído el proyecto publicado oportunamente por el Congreso de la Nación. En él se contemplan importaciones temporarias durante el proceso de construcción e incluso se propone la importación permanente en ciertos casos que se explicitan. Sólo se pretende frenar la importación en forma definitiva y permanente de embarcaciones usadas. Nuestra industria puede competir con la de otros países en condiciones equivalentes, no podemos construir embarcaciones nuevas al precio de usadas. ¿Quién puede?
Aclaremos por último que las embarcaciones importadas, o las construidas localmente con proyectos importados, no están adaptadas a las condiciones particulares de nuestro medio. Embarcaciones construidas en la Argentina con ingeniería argentina son competitivas en precio y en calidad, y son más adecuadas a las condiciones de nuestros ríos, además de cumplir con exigencias medioambientales que impone nuestro país y que son, afortunadamente, más severas que las europeas o norteamericanas.
*Ingeniero naval y mecánico. Presidente Asociación Argentina de Ingeniería Naval.