Transitamos un largo período desde el año 2008, ahora recargado en la figura carismática de Jorge Lanata, en el que abundan los acontecimientos reiterada y sistemáticamente editorializados por los medios que confrontan al oficialismo, que construyen así un microclima, teóricamente capaz de interpelar a la “opinión pública” nacional.
Una vez creado el microclima por los medios opositores, resulta inexplicable, por ejemplo, el notable nivel de convocatoria a los actos masivos en los que participa la Presidenta, el último el pasado 25 de mayo –el segundo de mayor concurrencia en la década después de los actos del Bicentenario–para no hablar de los casi 12 millones de votos obtenidos por la fórmula Cristina Kirchner-Amado Boudou, en octubre de 2011.
Qué sucede entonces si es que, estando todo tan mal, para una cantidad enorme de ciudadanos el acontecer cotidiano no parece tan negativo.
Los resultados del estudio de opinión nacional de consultora Equis realizado entre el 24 y el 28 de mayo con 1.204 casos efectivos y un error estadístico del +/- 2,8% que acompañan esta columna, muestran que si hubiera elecciones hoy, nuevamente Cristina se impondría con igual fortaleza que en octubre de 2011 y aún más la oposición no lograría acceder siquiera al 17% de los votos que obtuvo entonces el FAP, pues las apariciones de nuevos liderazgos como el de Mauricio Macri y José Manuel de la Sota compiten en el mismo espacio opositor redistribuyendo el 45,9% de los votos que ya en octubre de 2011 no acordaron con el oficialismo. Gráfico 1).
¿Acaso los medios opositores no tienen ya ninguna capacidad de construir opinión pública en general y preferencias electorales en particular? Por supuesto que la tienen, pero acotada.
Para intentar aproximarnos a este fenómeno de medios masivos opositores y su impacto sobre las preferencias electorales, desarrollamos el concepto de “audiencias redundantes”.
El concepto de audiencias redundantes no minimiza la influencia de los aparatos de medios opositores, pero señala su actual incapacidad de ampliar audiencias respecto al sistema de preferencias electorales de octubre de 2011, quedando su efecto opositor encapsulado sobre los segmentos que se manifestaron adversos al oficialismo entonces y circunscriptos geográficamente de manera dominante a la zona metropolitana, donde prácticamente agotan toda su influencia.
La zona metropolitana, debe recordarse, representa no la totalidad ni la mayoría, sino el 33 por ciento del padrón nacional de electores, aunque si consideramos la CABA y el cordón 1 del conurbano bonaerense, donde efectivamente el corredor de medios opositores es fluido, la representación baja al veinte por ciento del total de electores nacionales.
La redundancia y el acotamiento geográfico entonces explican el escaso impacto masivo y nacional de los temas que se han amplificado desde los aparatos mediáticos opositores en el último tiempo, desde el caso Schoklender hasta la Ley Antiterrorista, la megaminería, el Proyecto X y los más recientes affaires Ciccone y Báez, que editorializó Jorge Lanata desde PPT y se expandieron coordinadamente al resto de los medios opositores.
(Grafico 2). La arquitectura del voto kirchnerista está modelada por el núcleo duro en torno al 25% de votos, relativamente inelástico a la coyuntura socioeconómica y el agregado volátil de otro porcentaje similar de electores, de segmentos medios bajo y bajos, menos “informados”, que decide su voto a la usanza del siglo XIX y tal como Marx lo plantea en la muy sugerente y más que ambiciosa cita que abre el post, en función de sus condiciones materiales de existencia, en especial por el nivel de empleo y el consumo.
Estos dos indicadores no manifiestan grandes cambios en la percepción del ciudadano de a pie, no en la respetable sarasa de los variopintos “opinators”, seamos oficialistas u opositores.
El empleo desde el inicio de la crisis del Lehman Brothers pasó del 8,8% en 2008 al 7,9% en el último semestre de 2012, a diferencia de lo ocurrido en la década neoliberal durante la crisis del Tequila que la desocupación pasó de 10,7% en 1994 a 18,4% en 1995 destruyendo más de un millón de puestos de trabajo en sólo un año, desempleo que sólo descendió al 13% a fuerza de planes precarios entonces denominados “Trabajar”.
El consumo por su parte se mantiene estable medido por recaudación que interanualmente creció en abril 36,8% y con las recientes subas de 24% en paritarias y 35% en Asignación Universal y otros beneficios de Seguridad Social que implican la inyección de un punto de PBI, el consumo seguramente batirá records a partir del tercer trimestre de este año, cuando el país crezca en ese lapso por sobre el 6% anualizado.
En otras palabras, los medios opositores “cazan en el zoológico”, resulta un fenómeno de audiencias similar al del ciclo oficialista 678, pero en sentido contrario y ampliado hasta alcanzar picos de 28 puntos de rating, esto es llegar a dos millones de personas, sin duda un gran número que haría empalidecer de envidia al mismísimo Marcelo Tinelli, pero no a Cristina Kirchner.
En efecto, el elevado pico de rating de PPT por ejemplo, no mueve el amperímetro comparado con los 7,2 millones de ciudadanos –entre beneficiarios directos y su grupo familiar– a los que le llegan las mejoras de ingreso de la Asignación Universal que acaba de actualizar Cristina Kirchner en 35,33% y representa el 25% del total de ingresos de los hogares más pobres, esto por citar sólo una medida de gestión.
Por otra parte, la oposición política subordinada a la lógica de los medios opositores sigue fragmentándose, como en el caso de la UCR, el Peronismo Disidente, el FAP, la Coalición Cívica, Proyecto Sur, cuyos representantes parlamentarios ya ni siquiera responden como bloque, mientras el oficialismo monopoliza la iniciativa política con notables medidas de gestión.
Entre ellas las últimas y muy destacadas actualizaciones de Asignaciones Familiares y Asignación Universal, por sobre el nivel de aumento de precios que ya coloca al IPC anualizado incluso el calculado por las provincias opositoras (Santa Fe, Córdoba) en el 14% anual , y cuyo respaldo ciudadano cercano al 75% desborda ampliamente el ya suculento aval del 54,11% de los votos obtenidos en octubre de 2011.
Enorme respaldo que, debemos recordarlo en medio de un clima opositor de bóveda fácil, resultó la más alta performance desde la recuperación democrática mientras, en sentido opuesto, con apenas el 17% de votos en favor del FAP, se consolidó el menor porcentaje jamás alcanzado por una segunda fuerza en la historia electoral nacional. ¿No es una pena, estimados lectores de PERFIL?
*Director Consultora Equis.