Hasta diciembre de 1998, las economías de Argentina y Brasil estaban, de alguna forma, vinculadas.
La política de cambio era similar ($ 1 = US$ 1 = R$ 1), aunque Brasil desvalorizaba su moneda en un 7% al año. Brasil y Argentina tenían deudas externas prácticamente impagables, tenían déficit en la balanza comercial, padecían de recesión económica, tenían un presidente reelecto con mayoría absoluta, tasas de inflación bajas y carecían de retenciones a las exportaciones.
El 13 de enero de 1999, Brasil desvalorizó su moneda y modificó su plan económico, sustentado en tres premisas: flotación del tipo de cambio, superávit fiscal como mecanismo para reducir la deuda externa pública y control estricto de la inflación.
En tanto, la Argentina declaró la moratoria unilateral de su deuda soberana, sustentó su política cambiaria en un dólar valorizado en relación con el peso y priorizó el crecimiento de la economía por sobre el control de precios (como si una cosa debiera ser aislada de la otra).
Es allí donde las historias de Brasil y Argentina se separaron. Brasil siempre miró el largo plazo. Salió el PSDB y entró el PT al gobierno, pero no cambió el rumbo. Al contrario, la política económica profundizó el plan y ajustó lo que debía y podía ser ajustado.
En Argentina, el largo plazo tiene la dimensión de tiempo y espacio vinculado a la duración del gobierno de turno. No se trabaja para mejorar lo que funciona bien. La premisa es cambiar todo, aunque esté funcionando bien.
Los resultados hablan por sí solos: Brasil es acreedor internacional. Argentina sigue siendo deudor.
Brasil valorizó su moneda de R$ 3,60 (en octubre de 2002) a R$ 1,65 (en mayo de 2008). Argentina sigue con el peso artificialmente desvalorizado.
Brasil genera programas públicos para cambiar los productos de su pauta exportadora y darles valor agregado, aumenta sus exportaciones a pesar de la valorización del real y sigue sin aplicar retenciones.
Mientras, la Argentina aplicó las retenciones, generó disputas con diversos sectores económicos, cerró “temporariamente” la exportación de importantes productos de la pauta exportadora (carnes, trigo, etc.) y los subsidió en el mercado local.
Brasil acaba de obtener el Investment Grade, pasando a competir en las grandes ligas mundiales de la economía. Argentina vio bajar su calificación y el gobierno se encaprichó con un programa económico sustentado en el crecimiento sin considerar el control de la inflación.
*Especialista en Mercosur