Entre las muchas diferencias que existen entre Uruguay y Argentina desde el plano político e institucional, el sistema de partidos y la intervención ciudadana en los asuntos públicos configuran la singularidad de cada país. La participación popular en la construcción de las decisiones públicas es característica de la normativa constitucional y legal de Uruguay, enraizada en las costumbres cívicas de su población.
Las internas para la decisión de candidaturas son un hábito de la organización de los partidos tradicionales (Colorado y Blanco) y del Frente Amplio que transita su segundo mandato presidencial y se funda en un complejo sistema de alianzas de partidos y movimientos con matices ideológicos y con distintas historias.
La PASO que hoy se celebran en Argentina han concitado la atención de la opinión pública y de los principales medios de Uruguay que siguen este sistema inaugurado en 2011 y votado luego de la derrota del kirchnerismo en las elecciones de renovación legislativa de 2009. En este último año habían participado cerca de 700 agrupaciones en el acto electoral y uno de los motivos de la reforma fue dejar fuera de la contienda a aquellas agrupaciones que en estas elecciones primarias no alcancen el 1,5% de los votos válidos emitidos.
La prensa uruguaya ha explicado el procedimiento creado por esta nueva ley sin disimular la sorpresa que causa que no haya una verdadera competencia interna en los partidos, salvo algunas destacadas excepciones como las de UNEN en Capital Federal, que si servirán para definir los candidatos a senadores y diputados que definitivamente competirán en el mes de octubre por sus cargos.
Con esta singularidad de primarias casi sin competencia interna, el “paso doble” de la elección argentina (así tituló su nota La Diaria del viernes 9 de agosto) se presenta más como una medición de intención de voto o encuesta institucional que como una verdadera primaria, a la manera en que los uruguayos están acostumbrados a participar.
“El kirchenerismo mide hoy el apoyo a su gestión en elecciones primarias”, afirma El Observador en su edición de hoy, “Fin de ciclo o Re-Re”, expresa El País.
De la lectura de las múltiples notas aparecidas y de las opiniones de los medios audiovisuales surge claramente que el objetivo no es definir candidatos sino tantear el grado de apoyo del partido gobernante y el cumplimiento del deseo latente de obtener un nuevo mandato para la Presidenta argentina.
El resultado más relevante de la jornada serán los eliminados de la contienda de octubre y el grado de participación de los jóvenes menores de 18 años a los que se concedió el derecho al sufragio activo y que por primera vez podrán ejercerlo, en este caso también con la originalidad de que la participación es voluntaria en un sistema de voto obligatorio.
La reforma electoral no ha cambiado los hábitos de la política argentina. El principal exponente de la continuidad del verticalismo para la elección de candidatos es el Frente Para la Victoria –denominación que adopta el peronismo en su versión kirchnerista-, que presenta listas únicas en todos los distritos y demuestra la inutilidad del sistema para que seleccionar los candidatos definitivos.
Ante este panorama, la posibilidad de mejorar la calidad institucional argentina nos deja ante la disyuntiva que plantea Marguerite Yourcenar en su “Opus Nigrum”: abrazar la esperanza infatigable o mantenerse en la prudente falta de esperanza.
* Profesor de Derecho Constitucional y Derechos Culturales. Reside en Montevideo.