Lo ocurrido el domingo 3 con la extensa entrevista de Jorge Fontevecchia al presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Ricardo Lorenzetti, se inscribe en la lista de las grandes gaffes que registra el periodismo en los últimos años. Cuando empleo la palabra gaffe lo hago entendiendo su doble acepción de error y de metida de pata.
El hecho provocó una fuerte conmoción social, hasta el punto de obligar a los demás medios a repetirlo primero y obligarse a desmentirlo después. Es grave, sí, que se le haya atribuido al máximo integrante de la Corte, (con referencia en la tapa, además) el aceptar que dialogó con el principal colaborador de la Presidenta sobre un caso de extrema sensibilidad como lo es la Ley de Medios.
Di varios pasos con la intención de poner luz sobre esto:
- Confirmé que al momento de la edición de su entrevista, el autor no estaba en la Argentina sino en Brasil; no leyó la versión final antes de su publicación.
- Cotejé lo publicado con la desgrabación y con la posterior versión pulida que entregó, como lo hace habitualmente con las entrevistas de Fontevecchia, un profesional con cuarenta años de oficio. En ambos casos se lee, tras la pregunta acerca del o los contactos con el secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Carlos Zannini, que Lorenzetti reconoce (“por supuesto”, enfatiza) haberlos tenido, agregando: “Este fue el último tema grave y que realmente hablamos muchísimo. Hemos hablado con todos el tema de las drogas, es una de las cosas más graves que tenemos”. En ambos casos se observa que el entrevistado se refería al narcotráfico, y que la Ley de Medios había quedado muy atrás en el diálogo.
- Pedí una aclaración a quien fue responsable de editar el reportaje en su versión final, la publicada, que fue entregada cercano el cierre del diario, alrededor de las 21 del sábado 2. Es Gustavo González, director periodístico de Editorial Perfil, quien explicó su versión en el siguiente texto:
“En el contexto del reportaje del fin de semana pasado con Ricardo Lorenzetti en el cual el tema casi excluyente fue el fallo de la Corte por la Ley de Medios, Jorge Fontevecchia le preguntó por sus diálogos con la Presidenta (el magistrado reconoció que existen, pero aseguró que no estaban referidos a aquella ley) y por los alegatos de oreja que le pudieron realizar desde el Ejecutivo. Entre sus respuestas, Lorenzetti explicó la lógica dialoguista de esta Corte e introdujo como ejemplo la problemática de la droga. La próxima pregunta fue sobre cuándo había sido su última comunicación con Carlos Zannini y la respuesta de Lorenzetti fue la que se transcribió: “No me acuerdo la última vez, pero por supuesto que hablamos”. Entre paréntesis, una nota de redacción aclaraba luego que se aludía al asunto del que se venía y del que se siguió preguntando, el de Medios, creyendo que así había sido entendido por el entrevistado y que en ese sentido respondía. Sin embargo, tras la aparición del diario PERFIL el presidente de la Corte pidió aclarar que en realidad se había referido al ejemplo que él había dado, al del narcotráfico, afirmando que jamás había hablado de esa ley con el secretario Legal y Técnico. Al volver a escuchar la grabación se entendió que el espíritu real de la respuesta del magistrado era el que él mencionaba, más allá de las versiones periodísticas y de fuentes judiciales que indicaban lo contrario. Por lo que la aclaración fue subida a nuestro portal, perfil.com (http://www.perfil.com/politica/Lorenzetti-no-hablo-con-Zannini-por-la-Ley-de-Medios-20131104-0013.html) tras lo cual Lorenzetti agradeció lo que calificó de “honestidad profesional”. Además se publicó el pasaje filmado de la entrevista para que los lectores también pudieran juzgar. Cabe aclarar finalmente que debido a un viaje al exterior, Fontevecchia no había participado de la edición final de la nota, que quedó en mis manos.”
- Por último, pedí al jefe de Redacción del diario, Javier Calvo, que expusiera sus explicaciones. Fue breve: “Se cometió una tergiversación y el diario PERFIL pide disculpas por ello”.
Ante un error, en la actividad que fuere, las actitudes a asumir pueden ser diversas, pero me remitiré a tres:
- Considerar que nunca ocurrió y callar, porque –como reza el anillo de Julio Grondona– “todo pasa”.
- Ofrecer una explicación en la que las palabras error, culpa o responsabilidad no figuren (la elegida, en este caso, por la editorial).
- Salir pública, inmediata y claramente a hacerse cargo de la equivocación, explicar con pormenores qué llevó a ella y pedir disculpas a los lectores, a la sociedad en general y al entrevistado cuyas declaraciones fueron objeto de tergiversación.
Excluyendo el mea culpa de Calvo, en línea con este último camino, la línea seguida por la editorial fue callar primero y no pedir perdón después. Para sostener la credibilidad en un medio, no fue la decisión más acertada.