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Agro - Gobierno

Error sospechoso

Según parece, habrá elecciones pronto y el kirchnerismo las propone como un plebiscito. Curiosamente, parece que uno de los ejes de la campaña será la reafirmación de uno de sus peores errores: la batalla que se empeña en librar contra los productores rurales, que hasta ahora le trajo su única derrota parlamentaria y un brusco descenso en popularidad.

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Según parece, habrá elecciones pronto y el kirchnerismo las propone como un plebiscito. Curiosamente, parece que uno de los ejes de la campaña será la reafirmación de uno de sus peores errores: la batalla que se empeña en librar contra los productores rurales, que hasta ahora le trajo su única derrota parlamentaria y un brusco descenso en popularidad.
La desatinada política agropecuaria del Gobierno logró la hazaña de disminuir las exportación de granos y la superficie sembrada, que el país se encamine hacia la importación de carne y de leche y que cada transacción del sector esté sujeta a una burocracia malintencionada y discrecional. El resultado, ayudado por la sequía y la crisis financiera, es la paralización del sector más dinámico y competitivo del capitalismo nacional y la llegada de la recesión, el desempleo y la desesperanza a un número cada día más importante de poblaciones del interior. Sin embargo, los Kirchner siguen empeñados en bloquear toda solución a los problemas del campo y en demonizar a quienes viven de la tierra hasta convertirlos –junto con la prensa– en la principal bestia negra del discurso de campaña según un argumento absurdo: que el empobrecimiento de los productores y el freno a la actividad agropecuaria lograrán –mediante la mágica palabra “redistribución”– convertirse en prosperidad para el resto de los argentinos.
Cuando entre 1932 y 1933 Stalin decidió reprimir y asesinar por hambre a diez millones de campesinos ucranianos acusados de burgueses y contrarrevolucionarios, toda la Unión Soviética sufrió las consecuencias de la colectivización forzada y del terror consiguiente. Sin embargo, el poder terminó fortalecido: lo que era malo para Rusia resultó bueno para el dictador.
Kirchner no es Stalin (no intento decir eso), pero hay en ambos casos una lógica similar. Los errores políticos y hasta las penurias de los ciudadanos no son necesariamente malos para quien gobierna si sirven al propósito de fabricar chivos expiatorios y justificar el enfrentamiento permanente con la sociedad.

*Periodista y escritor.

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