Maradona está tranquilo en el lobby de un hotel europeo y un sujeto identificado como “Agente FIFA” se le acerca y le dice: “Soy de la empresa Dalport Inversiones y queremos organizar un partido para la Selección argentina en Dubai contra Emiratos Arabes”. Es difícil imaginar que se contacte a un entrenador en lugar de a un dirigente para hablar sobre estos temas. Las versiones con respecto a la respuesta que dio Diego son varias.
La peor dice que Maradona negoció una plata para él y que, para el resto –organización del partido en Dubai, caché del equipo, traslados, hotelería, etc.– derivó a la AFA. La mejor versión, la que sostiene a rajatabla todo el entorno de Diego, es que sólo le dijo que hablaran con la AFA. El enojo de Diego en la previa y la posterior del partido ante Haití en Cutral Co, el último miércoles, dio lugar a las versiones más amplias. Obviamente, la primera que vino a la mente fue que la primera de las versiones que figuran en este tramo de la nota era cierta, la que habla de unos 300 mil dólares para Maradona, para ser concretos y específicos.
La otra razón que podría explicar el enojo de Maradona con Julio Grondona es un tema vinculado a la cantidad de lugares que necesita la AFA para complacer a dirigentes a los que les debe favores. Dicen que Diego resignó algún otro lugar para alguno que otro amigo/conocido/compromiso y se lo cedió a Julio, a cambio de ir a jugar a Dubai.
Los representantes de la empresa Dalport Inversiones hicieron todo el camino hasta hacer la oferta del partido, con todo lo necesario y ante quien correspondiese. La AFA lo aceptó. El acuerdo fue que el 19 de abril los organizadores depositarían un adelanto de 500 mil dólares. La plata jamás apareció en la cuenta de la AFA. Y acá no hay segundas lecturas ni terceras ni cuartas versiones: la plata no apareció. Se lo dijeron a Grondona y el Jefe bajó el partido, sin más trámites ni dilaciones.
Después vino todo lo demás. Maradona se quejó amargamente ante las cámaras de TV y Grondona recogió el guante. Durante todo este tiempo se mantuvo callado. Y siguió callado, aunque habló por él –en el sentido más amplio de la palabra– su hijo Humberto. Dijo más o menos lo esperado: explicó por qué se cayó el partido y cerró la entrevista con una frase espectacular, vendedora, titulera: “Si tocan a mi papá, los piso”. Es grave que alguien con cierta influencia en los temas de la Selección (Humbertito viajó con Bilardo a Pretoria a cerrar el trámite por el alojamiento durante la Copa del Mundo) destrate así al entrenador, sea el hijo de quien fuere. Es más, es probable que Humberto Grondona permanezca en el cargo simplemente por ser el hijo de Julio. A cualquier otro mortal una réplica semejante le hubiese costado la cabeza.
Igualmente, no equivoquemos el camino. Humberto Grondona no es responsable de los continuos cortocircuitos entre Maradona y Don Julio. Lo más probable es que Humberto en esta oportunidad haya sido sólo el vocero de Julio. Si hubiese salido a contestar el Jefe, tal vez las palabras que se hubiesen proferido con Diego no hubieran tenido retorno. La palabra de Humberto no tiene –al menos ante la opinión pública– el mismo peso que la de su padre. Aunque se la haya dictado su padre.
Esta cadena de declaraciones marca la pauta de cómo están las cosas entre el cuerpo técnico y los dirigentes de la AFA. Cualquier chispa, cualquier discrepancia, cualquier desprolijidad puede encender un fuego intenso y devastador. Afortunadamente, las declaraciones de Diego terminaron el miércoles en Cutral Co y no se montaron a la respuesta de Humberto.
Hubiese sido una distracción enorme para el técnico. Maradona tiene que armar una lista de treinta jugadores este fin de semana y todavía no sabe, por ejemplo, si citar a los jugadores que juegan en el Inter de Italia. Tiene a todos jugando en gran nivel, con la Copa Italia en el bolsillo, la final de la Champions en ciernes y la disputa final del Scudetto, palmo a palmo con la Roma. Podrían ser tres veces campeones en las mismísimas puertas del Mundial, encima, con actuaciones determinantes. Los futbolistas son importantes por su trayectoria y por su participación en un ciclo a la hora de convocarlos. Pero también son fundamentales sus momentos. Y Walter Samuel, Esteban Cambiasso, Javier Zanetti y Diego Milito están en la cresta. Llama la atención que, no teniendo un lateral derecho definido, un volante que pueda cumplir más de una función ni un nueve de área alternativo, todavía se esté dudando de llamar a Cambiasso, Zanetti y Milito. Por ahora, el único que tiene un lugar asegurado en el plantel definitivo es Samuel. Dicen que Cambiasso y Verón no se llevan bien y que por eso no es convocado Cuchu, y que esta conflictiva relación entre los volantes pelados se carga a Zanetti porque es íntimo amigo de Cambiasso. A esta altura de la soirée, habría que darle prioridad al equipo y tratar de buscar conciliaciones.
Diego Armando Maradona está ante una de las tantas oportunidades extraordinarias que le dio la vida. Por lo general, cuando fue futbolista no dejó ninguna sin capitalizar. Ahora es el tiempo del técnico. Por eso no puede seguir enganchado en discusiones ni mostrar los dientes por la tele cuando algo no le gusta. Se cayó el partido con los árabes y parece que no fuéramos al Mundial de Sudáfrica por eso.
Y al Mundial vamos igual. Tenemos que armar el equipo y el almanaque es impiadoso. No hay tiempo para discusiones ya.