Pasé la mayor parte de mi vida sin saber qué era Belleza y Felicidad. No quiero decir que no haya conocido la belleza ni la felicidad (eso no sabría decirlo). Me refiero a Belleza y Felicidad todo junto. Pero ahora lo sé, aunque ya es tarde. Belleza y Felicidad fue una exitosa galería de arte y espacio multipropósito que funcionó durante unos diez años en la esquina de Acuña de Figueroa y Guardia Vieja y que sus directoras, Fernanda Laguna y Cecilia Pavón, decidieron cerrar el 31 de diciembre de 2007. Pero yo me enteré más tarde, cuando en mis viajes a Buenos Aires comencé a frecuentar (frecuentar, entendido como frecuente, es una exageración) La Internacional Argentina, la librería de Francisco Garamona y Laura Crespi, único contacto que mantengo con el mundo cultural de Buenos Aires, en especial con sus regiones underground, por así llamarlas (con las otras regiones, el contacto es nulo). Al parecer, hubo una estética Belleza y Felicidad que despertó intensas polémicas. Encuentro en la Web, por ejemplo, un artículo de 2003 en el que Daniel Molina critica duramente una presentación de Ernesto Montequin en la galería en la que Montequin critica duramente a sus anfitriones porque el énfasis en lo subjetivo convierte el lugar en “la expresión cultural del menemismo”. Dice Molina que dijo Montequin que el artista ByF es “un eterno principiante, obsesionado (y agobiado) por el espectáculo de su vida interior; es el amateur cuya sensibilidad desplazada o marginal y su heterodoxia estética bastan para calificarlo como artista a la vez que lo inhabilitan para triunfar entre los profesionales del arte”. Una frase lapidaria que en la era del colectivismo profesionalizado kirchnerista suena más bien como un elogio.
Pero si bien la galería cerró sus puertas, hay otra parte de ByF que sigue activa: la edición. Durante varios años, el sello Belleza y Felicidad distribuyó una serie de textos breves, en su mayor parte de poesía, impresos de modo deliberadamente precario en pequeños cuadernillos en blanco y negro entre cuatro y cuarenta y ocho páginas. La gran noticia es que acaban de aparecer las ediciones completas de Belleza y Felicidad, presentadas dentro de una caja muy característica de la originalidad y el espíritu artesanal del grupo. En la atractiva y misteriosa caja roja hay más de ochenta cuadernillos y, entre ellos, hay algunos ilustrados, a los que la edición rudimentaria confiere un encanto especial. Entre los autores editados por ByF figuran narradores conocidos como César Aira, Sergio Bizzio y los infaltables Casas & Cucurto, poetas como Daniel Durand, Marina Mariasch, Gabriela Bejerman o los propios Crespi & Garamona, y hay un buen número de obras de Pavón & Laguna. Tomo un cuadernillo al azar de Fernanda Laguna y encuentro este poema que ocupa una página: “Hormiguita, hormiguita, ¿Cuál es tu nombre? / mi nombre es María y soy una hormiguita. / Chau, buen viaje hormiguita”. Pero no todas las piezas de la caja tienen ese tono tan ingenuo y conmovedor. Hay poemas de amor, poesía proletaria, sexo salvaje entre hombres, mujeres y mixto. Y también humor. Esteban García, por ejemplo, en un cuadernillo titulado Todos putos (una bendición), incluye el desopilante poema Todos los poetas gay, donde se lee: “Todos los poetas gay / escriben poesías / para conseguir chicos / por eso cuanto más viejos se ponen / más poemas necesitan escribir”.
Adquirí la fabulosa caja de ByF en la librería de GyC. Se vende a 200 pesos, aunque conseguí un precio especial de 150 en tres cuotas, directamente con Cecilia Pavón. ¿O era Cecilia Laguna? No lo sé, se trata de una chica morocha muy simpática y con trenzas. Aproveché para felicitarla por su libro de relatos Me encantaría que gustes de mí, que escribió bajo el seudónimo Dalia Rosetti. Pero no sé si hice bien, porque tampoco me acuerdo si Rosetti es en realidad Pavón o Laguna.