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boda gay

Escribir por aproximación

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A varios lectores les sonaron mal últimamente unos títulos que hablaban de “la boda gay”. Se referían al debate en el Senado sobre “la boda gay” y a la posición de la Corte Suprema de Justicia sobre “la boda gay”. Y les sonaron mal con justa razón, pues en todos estaba mal empleada la palabra boda.

Esa palabra no se usa mucho hoy en día, por lo que difícilmente se encuentre en la experiencia de lectura de los que sólo leen lo que se escribe hoy. Sin embargo, todo el mundo la conoce. Pero ¿realmente se conoce bien? Todos saben que boda puede ser sinónimo de casamiento: “Me invitaron a una boda”; “Me invitaron a un casamiento”. Y también saben que casamiento puede ser sinónimo de matrimonio. De ahí es fácil sacar la errónea conclusión de que boda puede reemplazar a matrimonio en cualquier contexto. Dos palabras pueden ser intercambiables en determinado contexto y no serlo en otro. Boda es la ceremonia del casamiento, la celebración del matrimonio. Por eso les sonó mal a los lectores, porque en aquellos títulos no se trataba de eso, sino del matrimonio como institución, y en ese caso nunca se usa boda. Los que redactaron esos títulos usaron una palabra “por aproximación” y cometieron una impropiedad, y también es probable que se hayan dejado tentar por el hecho de que boda es una palabra muy cortita. Las palabras cortitas llevan las de ganar en los títulos, por razones de espacio. Así, se ponen de moda y desplazan a otras que tienen tanto o más derecho de ser usadas. Antes se decía todavía; ahora todo es aún, una palabra que siempre se consideró más rebuscada. Pero peor es la insufrible clave, usada como sustantivo o como adjetivo, que vale para todo y a veces no significa nada: “Las claves de la victoria de Fulano”; “Una sesión clave en el Senado”.

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La sinonimia absoluta no existe (por no decir que la sinonimia no existe en absoluto), pero a veces se puede cambiar una palabra por otra sin que cambie demasiado el efecto del conjunto. Si reemplazamos casamiento por boda en “me invitaron a un casamiento”, la frase podrá sonarnos un poco anticuada y algo rebuscada, pero no nos chocará. Pero hay palabras que designan exactamente los mismos objetos y sin embargo nunca son intercambiables porque pertenecen a registros diferentes. Si buscamos himeneo en el diccionario, posiblemente encontremos una definición igual o parecida a la de boda o casamiento, o directamente una remisión a una de esas palabras. Pero no diríamos: “Me invitaron a un himeneo”. Si lo dijéramos, agregaríamos una intención que los ejemplos anteriores no tienen. Himeneo es una palabra poética, pero hoy no la emplean los poetas, sino que se usa en forma burlesca remedando el lenguaje elevado de otros tiempos. Entonces, no puede considerarse equivalente a las otras.

A veces se da el caso inverso de usar dos palabras cuando con una hubiera bastado, por creer, también por aproximación, que tienen significados diferentes. Hace unos días, un diario pidió al pie de una necrología, en el espacio para comentarios de los lectores, respeto para “los deudos y familiares”. Cuando muere una persona, los que participan en los avisos fúnebres suelen ser varios familiares con nombre y apellido, otros no tan cercanos indicados simplemente por el parentesco “y demás deudos”. Como la gente está acostumbrada a ver la palabra en esa fórmula, se ha llegado a creer que deudo significa “pariente de un muerto”, cuando en realidad significa “pariente”.

En otro tiempo, los periodistas bisoños recurrían con frecuencia a los diccionarios de sinónimos, sobre todo porque se les inculcaba, y todavía se les inculca, el para mí incomprensible temor de repetir palabras. Los resultados podían ser lamentables, pues muchos de esos diccionarios son listas de palabras sin contexto. Hoy raramente se molestan en buscar palabras en el librito, con lo que evitan ese peligro. Pero las buscan en el diccionario de su cabeza, que suele ser más pobre y tampoco les ofrece mucho contexto. Porque para poseer un léxico verdaderamente rico, hay que nutrirse de muchas fuentes y muy variadas. Si el vocabulario solo se adquiere por vía oral y en el intercambio con pares, será necesariamente pobre y limitado al registro coloquial. Así ocurre con frecuencia que leemos voces que tienen alguna relación con lo que se quiere decir pero no lo dicen con precisión, u otras que sí lo dicen, pero que están fuera de lugar en un diario.


*Profesora en letras y periodista ([email protected]).