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ECONOMÍA

¿Estado presente o Estado culpable?

Desde la dictadura, cuando se decía que había que achicarlo para agrandar la Nación, se debate qué papel debe jugar el Estado.

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Un delicado equilibrio. | Pablo Temes

Estado sí o Estado no es la verdadera discusión que confunde a la sociedad argentina.

Déficit fiscal, gasto público, Leliqs, tasas por las nubes, planes sociales, subsidios, ausencia de crédito para vivienda, altos impuestos, aumento del dólar, inseguridad, trámites por doquier y sobre todo inflación son las expresiones que circulan en los medios de comunicación tradicionales, pero también en las redes sociales. Estado presente, Estado inclusivo, nuevos tipos de subsidios, dólar sectorial, precios cuidados, ayudas a los que más lo necesitan, nuevas universidades, agencias, consejos de varios tipos, nuevas subsecretarías, etc. son los tipos de respuesta que se observan desde la política en los distintos estamentos del Estado.

Más Estado o menos Estado, es una discusión que instauró la dictadura militar con aquel famoso lema de “achicar el Estado es agrandar la Nación”, y desde aquellos días se discute qué rol debe tener en un país en eterna vía de desarrollo como Argentina.

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En la TV el economista ortodoxo explica día y noche la inviabilidad del sistema económico argentino, basado en una fuerte intervención del Estado en la economía. Le cuenta a la siempre enigmática Doña Rosa que el país es como un hogar: “no se puede gastar más de lo que ingresa” pontifica, (lo que suena a todas luces razonable) y que, aunque se puedan postergar algunos pagos por ejemplo, por usar tarjeta de crédito, las deudas hay que pagarlas tarde o temprano. Esa metáfora finaliza rápidamente ya que un país puede emitir moneda, letras de Tesorería, bonos de distintos calibre locales e internacionales, etc., cosas que obviamente el hogar no puede hacer. También el Estado puede aumentar sus ingresos en forma discrecional aumentando los impuestos, o inventando alguno nuevo. La respuesta en este caso es no tan contundente, pero el economista insiste que la emisión monetaria siempre se desborda para pagar el déficit fiscal y de esta forma se genera inflación, siendo éste el origen de todo el descalabro económico.

¿Cuál es la causa? Cristina Kirchner en su última presentación en la Universidad Nacional de Río Negro donde le otorgaron el doctorado honoris causa mostró una tabla extraída de The Economist donde mostraba que de 43 países sólo cinco habían obtenido superávit fiscal en 2022 (Dinamarca, Noruega, Chile, Israel y Arabia Saudita) y de esta larga lista sólo Argentina y Turquía tuvieron la inflación volando por los aires (88 y 88,5% respectivamente), incluso Ucrania –país invadido por Rusia y en guerra desde julio pasado– tuvo 26,6% de inflación en 2022. La hipótesis de Cristina Kirchner que la emisión monetaria no causa inflación, razón negada por la inflación inédita en Estados Unidos y Europa por la emisión generada por las ayudas pospandemia y que hoy hace temblar al sistema financiero internacional por el aumento veloz de las tasas de interés de los Bancos Centrales.

En cambio, la hipótesis que sostiene Cristina se basaba en la primera columna de la tabla que presentó, donde figuraba la balanza comercial de los países nombrados, detallando que cuatro de los cinco países con superávit fiscal tuvieron saldo de cuenta corriente positiva (exportaciones menos importaciones y otros pagos al exterior). De allí la conclusión es que la causa principal de la inflación es la falta de reservas en el Banco Central, a pesar de que Argentina tuvo apenas un déficit de 0,7% del PBI en 2022.  Desde aquí que la política pública recomendada es profundizar los controles de capitales.

Enemigos

No tan distintos. Pero Cristina no es la única que cree que el Estado debe tener un rol central en el país, la mayoría de la dirigencia argentina cree lo mismo. Por ejemplo, Martín Lousteau habla permanentemente del Estado inteligente, Horacio Rodríguez Larreta hace alianzas creando nuevas subsecretarías, tampoco tuvo inconvenientes en crear un impuesto a las tarjetas de crédito cuando Alberto Fernández le cortó la coparticipación (que recién en estos días revirtió), también plantea que momentáneamente no se podrá tocar el cepo cambiario y Gerardo Morales no sólo no propone privatizar por ejemplo Aerolíneas Argentinas, sino crear empresas con participación estatal para extraer litio como hizo en su provincia con Sales de Jujuy.

Entre la mayoría de los empresarios la relación con el Estado es ambivalente. En los foros públicos, como los eventos de la UIA, de la AEA, asociaciones rurales etc., la posición se orienta a reclamar una menor intervención del Estado, liberalizar el comercio exterior y flexibilizar las relaciones laborales, pero en el uno a uno con el regulador siempre se busca obtener mayores ventajas como subsidios, dólares diferenciales y trabar la importación de productos competitivos. Ningún banco va a rechazar las Leliqs por estar en los papers contra la intervención estatal en la economía.

Todo a la vez. En la sociedad, la relación con el Estado es ambivalente. Una parte mayoritaria reclama la eliminación de los planes sociales, y que se bajen los impuestos en general, pero también cree que el Gobierno debe controlar los precios, crear trabajo y cobrarles más impuestos a los grandes empresarios. Cabe acotar que la imagen de los empresarios argentinos es en general, pésima en la población en general. Por eso cuando se investiga sobre la sempiterna cuestión del rol del Estado no aparece en la grieta la oposición Estado-mercado.

Estas contradicciones se ven reflejadas en la dirigencia, incluso en el discurso de Javier Milei, él apunta contra los “chorros de los políticos”, no contra el Estado “elefantiásico” como hiciera su antecesor Álvaro Alsogaray de la mítica UCeDé. Luego cuando plantea una política concreta como la reducción drástica de los Ministerios, coincide con una parte importante del electorado que no sabe para qué sirven muchas reparticiones del Estado. No obstante, el sorprendente auge electoral del libertario está modificando el campo político con un corrimiento generalizado hacia la derecha. El temor sobre sus posibilidades de ganar las primarias como candidato individual ha encendido las alarmas de la dirigencia política y no será sorprendente que muchas de las propuestas que se expresen en la campaña coincidan con las del libertario.

*Sociólogo (@cfdeangelis)