Por qué estatiza Chávez? En el gobierno venezolano se viene manifestando el objetivo de la nacionalización de sectores que considera estratégicos (telefonía, electricidad, siderurgia, explotación petrolera), en una progresiva marcha hacia un “socialismo del siglo XXI”. Otro argumento que se ha esgrimido refiere a los conflictos laborales existentes en las empresas involucradas, y no se descarta que la decisión resulte consecuencia de una madeja de regulaciones e intervenciones estatales en los sectores a los que pertenecen dichas empresas, que frente a un cambio de contexto económico se vuelve difícil de desenredar sin generar costos políticos importantes, por lo que finalmente se opta por la decisión de estatizar algunos de los eslabones de la cadena.
Cuando se interviene en un eslabón de una cadena productiva distorsionando precios relativos, se termina afectando a toda ella. Ante situaciones semejantes, suele aumentar la incertidumbre y paralizarse la inversión, con lo que al tiempo surgen insuficiencias de oferta, que incluso pueden agravar los problemas de precios iniciales que se querían corregir. La economía argentina conoce de estas situaciones por lo ocurrido durante los últimos años con lácteos y carnes, por citar dos ejemplos. Sudamérica cuenta en estos momentos con un grupo de países importantes con gobiernos que se declaran de centroizquierda, aunque en su interior se destacan dos subgrupos: el que conforman Venezuela, Bolivia y Ecuador, y el que conforman Brasil, Chile y Uruguay. En este contexto, Paraguay es todavía una incógnita, y Argentina se las ha arreglado para aparentar formar parte de uno u otro subgrupo, según el tiempo y las circunstancias. Resulta obvio que la más reciente ola estatizadora en Venezuela espanta inversiones en dicho país, pero también en aquellos que se les parecen en su ideología o en su pragmatismo económico. En ese marco, Argentina será afectada en la medida en que se la asocie más al primero que al segundo de los subgrupos de países antes mencionados. La economía de Argentina se encuentra más relacionada con la de Venezuela por varias razones: a) aumento del comercio entre ambos países; b) convenios de transferencia de know how de empresas argentinas a empresas o gobierno venezolano; c) papel de Venezuela como proveedor de combustibles ante los problemas energéticos locales; d) rol de Venezuela como único comprador externo de deuda argentina (alrededor de U$S 9 mil millones en el último lustro).
Dadas esas mayores relaciones y algunas similitudes entre ambos países, el principal impacto para la economía local de las decisiones tomadas en el país caribeño podría sobrevenir de la sospecha o temor de que Argentina siga el mismo camino estatizador, lo que ralentizaría aún más el muy alicaído impulso inversor local. Abonan este temor los acontecimientos argentinos: a) estatizaciones de empresas de utilidad general; b) conflictiva relación gubernamental con el sector privado; c) existencia de una compleja red de regulaciones e intervención estatal, principalmente en materia energética y en la producción agropecuaria e industrialización de materias primas. Aun cuando el gobierno de Venezuela termine pagando un valor razonable por las empresas que estatiza, existe un problema ligado al funcionamiento de una economía globalizada y la importancia de que un país cuente con empresas multinacionales. Los gobiernos del mundo defienden y promueven la expansión internacional de sus empresas, ya que con ello se gana en escala y eficiencia en el proceso productivo. La decisión del gobierno de Venezuela puede llevar a que muchas empresas locales replanteen su estrategia respecto a dicho país, inclusive las que han incrementado sus ventas externas al mismo.
Mientras en Argentina seguimos enredados en los viejos debates, en otros países se discute cómo prepararse para cuando el mundo retome su crecimiento. Queda claro que los argumentos extremos que se plantean son evidencia de que Argentina no ha resuelto su comportamiento pendular.
*Economista jefe del IERAL, de Fundación Mediterránea.