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en campaña

Esto recién empieza

Todo puede pasar en situaciones de crisis profunda, ya que la banda de posibilidades tiende a expandirse.

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Cristina devota... | Pablo Temes

Una vez más, el candidato es el proyecto y la jefa de campaña es Cristina. Era totalmente esperable: el liderazgo y el control ideológico no se ceden jamás. Por eso es la jefa y nadie más puede serlo o emularla. Eso significa que no importará mucho el nombre de quién encabece la lista de diputados nacionales del Frente de Todos, porque 1) no tendrá autonomía para proponer nada fuera de libreto, y 2) no podrá tener un valor agregado propio con caudal independiente. Si alguien tiene un plus personal se le deberá algo, y la jefatura indica que todo debe depender de ella.

Bajo esa lógica, Cristina estará en el centro de la escena –explícita o implícitamente- y sentará a su “mesaza” a un exclusivo invitado de lujo: Mauricio Macri. Si el ex Presidente asiste o no, se verá. Su oportuno viaje a Europa en circunstancias cruciales pueden indicar tres cosas: 1) ya está todo arreglado y él está conforme, 2) ya no puede arreglar nada a su gusto, o 3) comprendió que su excesivo involucramiento de las últimas semanas le convenía demasiado a su anfitriona CFK. Esto último puede convivir perfectamente con las posibilidades 2 y 3.

La semana política deja dos nombres sobre la mesa: Manes y Randazzo. Ambos confirmaron que van a ser candidatos en la voluminosa Provincia de Buenos Aires, generando un efecto dominó de reacciones en función de lo que se especula que cada uno podría lograr. El neurocirujano revolvió tanto la interna de Juntos por el Cambio que hasta la maestra zen Carrió “lo atendió”, como se dice en la jerga política. Pasamos de un radicalismo que estaba en la platea viendo la telenovela del PRO y ahora es un protagonista ineludible que puede pegar un golpe de mano. Dado que Rodríguez Larreta pone en juego su liderazgo hacia 2023, no le queda otra que ir a dar una pelea, le guste o no. Aunque le quede el traje hecho jirones, si quiere ser candidato presidencial y mandar en la coalición tendrá que ponerse la ropa de fajina. Si gana, el costurero simbólico de la opinión pública hará un trabajo de maravillas. Si pierde… pasará a ser el rey desnudo.

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Cuánto rendirá Manes como candidato es un misterio. El triunfo del sector que lo apoyó en la interna radical se impuso, aunque ajustado. Más allá de cuántas listas haya en esa primaria bonaerense, serán varias luchas en una: el radicalismo vs. el PRO, el outsider novedoso vs. la experiencia, la oportunidad de un nuevo presidente radical vs. la trayectoria del orfebre Larreta. Pero curiosamente, hay otra discusión que quedaría saldada: la moderación y el corrimiento al centro se habría impuesto porque ese es el denominador común entre radicales y larretistas dentro del polo opositor. Para Macri que lo mira desde la FIFA.  

El otro nombre de la semana es el del autor de muchos de nuestros DNI y pasaportes, además de mejoras en los trenes urbanos y el que le dijo que no a Cristina en 2015. Esto no lo digo yo, lo dicen los estudios de opinión pública sobre él. Veremos luego cuánto lo ayuda eso para que el 20 % del electorado que va y viene según las coyunturas lo aprecie. Por lo pronto, su candidatura está asegurada, a diferencia del doctor que aún debe pasar una severa mesa examinadora inapelable. La principal amenaza a su potencial viene dada por el gran negocio de la política argentina: la grieta polarizante. Tendrá que recurrir a la experiencia de los pilotos argentinos en Malvinas: volar por debajo del radar para arrojar su carga explosiva en el momento adecuado, ni antes, ni después. Y aunque suene contradictorio, la grieta le puede dar de comer mucho, por efecto hartazgo. Su desempeño final tendrá triple lectura: primero, lo que puede significar para la política argentina que haya otra alternativa con expectativas; segundo, lo que puede implicar para abrirle la puerta a la grilla 2023; y tercero, los que lo miran con cariño dentro del “peronismo secuestrado” para romper con el síndrome de Estocolmo.

Todo esto sucede en la mesa de arena de la política, porque mientras tanto en Ciudad Gótica no solo la sensación térmica es baja en estos días. Los avatares electorales tampoco mejoran la temperatura ciudadana. Cuanto más embrollo politiquero, más fría se sentirá. La cabeza de los votantes está como la de un buzo a 50 metros de profundidad. El principal problema físico que puede ocurrir en esa actividad tiene que ver con la toxicidad del oxígeno y el nitrógeno bajo presión. Si el buzo no tiene los cuidados necesarios, rápidamente puede quedar inconsciente y de no contar con ayuda, puede morir ahogado. Así está la mayoría de la gente: con temor de ahogarse y rezando para que le llegue el mínimo oxígeno necesario para seguir sobreviviendo. Anoten esa palabra: sobrevivir.

De ahí en adelante se pueden imaginar cuán en gracia le cae al electorado que realmente importa –no al 70% que seguro votará por alguno de los dos grandes frentes– las comedias de enredos sobre las candidaturas. Eso puede generar un incentivo para que haya un movimiento centrífugo, donde terceros, cuartos y quintos puedan usufructuar el malestar con el statu quo político. Además, un casi seguro incremento del voto en blanco y de la abstención, como sucede habitualmente en las legislativas de medio término.

Debe recordarse que la política está llena de situaciones tipo “eso no va a pasar”, hasta que pasan. Massa no iba a ser candidato en 2013… pero fue… y ganó. La elección de 2015 se iba a polarizar irremediablemente… hasta que el mismo Massa obtuvo el 21 % de los votos y se convirtió en el tercero más votado de la historia argentina post 1945 (sin proscripciones).

Cristina nunca iba a correrse por su narcicismo extremo… hasta que se corrió… y le salió bien. El radicalismo no iba a volver a tener un candidato a presidente con posibilidades… hasta que ahora tiene dos a falta de uno.

Todo puede pasar en situaciones de crisis profunda, ya que la banda de posibilidades tiende a expandirse. Así que, a no quedarse dormidos que esto recién empieza.

*Consultor político. Ex presidente de AsACcop.