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Estrategia electoral: miedo

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Las políticas asistencialistas han sido una de las banderas del gobierno nacional durante estos años. Casi todos los gobiernos suelen aplicarlas en mayor o menor medida, y está estudiado cuáles pueden ser sus consecuencias. En términos generales, hay dos funciones diferentes que estas políticas pueden cumplir, dependiendo de cómo se diseñan y se ejecutan.
Por un lado, pueden servir en momentos de crisis como medidas transitorias, para formar ciudadanos libres e independientes que puedan progresar por sí mismos. Por otro lado, pueden funcionar como un arma de dominación para que buena parte de la ciudadanía vote o se comporte según lo que le conviene al gobierno. En el último caso, son cantidades de dinero ínfimas, no pretenden ser transitorias y mantienen a muchos ciudadanos con miedo de perderlas, dado que no tienen otras posibilidades porque el propio gobierno no pudo o no quiso crear el ambiente para que su abanico de oportunidades se ampliara. Más que oportunidades para progresar, son herramientas del gobierno de turno y sus punteros políticos para controlar los votos de la gente, y de esta forma mantenerse en el poder. Por supuesto, muchas veces estas medidas son una combinación de ambos formatos, pero cuanto más se inclinan hacia el segundo, más peligroso es.  
Desde hace tiempo venimos oyendo ciertos tipos de amenazas y falacias por parte de sectores oficialistas, incluyendo periodistas, militantes, intelectuales y algunos artistas. Es un comportamiento que genera angustia en la gente, y a veces es realmente indignante, porque son mensajes destinados especialmente a los sectores más indefensos de la sociedad. Se especuló, por ejemplo, con que, si ganara la oposición, se derogaría la asignación universal por hijo, cuando una de las ideólogas de esta medida,
Elisa Carrió, es una de los referentes de esa misma oposición. Dijeron que Mauricio Macri representa al menemismo, pero fue Daniel Scioli quien defendió con uñas y dientes las políticas menemistas en los 90. Argumentaron que se perderá lo recuperado y volverá la pobreza, cuando los índices de pobreza actuales son similares a los de los 90. Acusaron a Macri de deshonesto, cuando el Gobierno ha alterado durante años las estadísticas de pobreza e inflación. Temen que devalúe, cuando el peso ya se viene devaluando desde hace varios años.
Es así como el aparato de propaganda oficial pareciera buscar que los sectores más humildes voten con temor. Las políticas asistencialistas, que en algún momento se entendieron necesarias, hoy lamentablemente parecieran funcionar como herramientas de manipulación. Como si estuvieran orientadas a que las personas crean que se encuentran en un dilema: o bien gana el oficialismo y siguen recibiendo, por ejemplo, la cantidad pequeña de dinero en calidad de asignación universal, o el oficialismo pierde, dejan de recibirla y sucumben en la más tortuosa indigencia. Algunos lo considerarán estrategia electoral; otros, algo parecido a una extorsión.
Por otra parte, esta estrategia discursiva dice más de lo que pretende. Sugerir que si no gana el oficialismo el país entrará en una profunda crisis es admitir que la economía, y sobre todo los sectores más humildes, están pendiendo de un hilo. La pregunta, entonces, es por qué, luego de tantos años con condiciones internacionales favorables para Argentina, los pobres deben tener tanto miedo de ser aun más pobres. En países realmente prósperos, los cambios de gobierno no son traumáticos. La democracia y la alternancia se festejan.  
En la elección que viene se sabrá quién será el presidente. Pero además se probará la fuerza de voluntad de un pueblo que está haciendo un gran esfuerzo psicológico para no dejarse intimidar. Si sale más unificado y fortalecido, seguramente habrá valido la pena.

*Profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad Di Tella.

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