Lula da Silva concluirá un mandato de ocho años el 31 de diciembre de 2010; deja una economía madura con control inflacionario, más y mejor clase media, satisfacción en el brasileño corriente y una larga sombra –la de sí mismo– que se proyecta sobre los tiempos por venir. Ocho años atrás, Ana Leiras –analista en la Heritage Foundation, think tank conservador de Washington–, afirmaba: “Con Brasil se puede ver claramente una economía muy cerrada en términos de comercio e inversión; Brasil logra eludir muchas políticas antimercado porque es un mercado enorme. Pero para generar el crecimiento que necesita debería reducir toda su burocracia. (Lula) tendrá que crear un ambiente mucho más favorable para los negocios. Tendrá que modernizar los impuestos. Pero, lo más importante de todo, tendrá que abrirse al comercio”. Lula no hizo escrupulosamente lo que le dictó Leiras; ni a Brasil ni a él les fue mal. En 2003, Fernando Henrique Cardoso cesó en la presidencia con un 26 por ciento de aprobación (la de aquellos que consideraban a su gobierno óptimo o bueno); Lula lo hace con un 77 por ciento.
En 2009, Da Silva fue elegido por el diario francés Le Monde como “Hombre del Año”; también en 2009, por el suplemento del español El País –sobre personas iberoamericanas más destacadas– como personaje del año; y en 2010, por la revista norteamericana Times como uno de los cien líderes más prominentes. Así como se suele medir la influencia que tienen ciertos pensadores por la cantidad de veces que son citados, hacer un recorrido por caminos gráficos no tan trillados puede ayudar a tener una idea de lo que representa Brasil.
En el Hürriyet Daily News de Turquía, se publicaba esta semana la crónica de la 65º sesión de la Asamblea General que había tenido lugar el día anterior. Justo antes de la intervención matutina de Barack Obama, el canciller brasileño Celso Amorin criticó ácidamente a los Estados Unidos –de acuerdo con lo que enfatiza el medio– al aseverar que otorgar “fe ciega a los reportes de inteligencia hechos a medida para justificar objetivos políticos es algo que debe ser descartado”, refiriéndose a la invasión a Irak en 2003. Terminó añadiendo que las disputas internacionales deberían ser resueltas mediante el diálogo. En el número correspondiente a septiembre de 2007, la laureada periodista Gwynne Dyer escribía en el magazine Egypt Today que el mundo transita el fin de la era del alimento barato. Una de la razones que anota es la competencia sobre los precios que implica el biocombustible, y uno de los grandes jugadores del futuro que sube a ese andarivel es Brasil. La sexta parte de todo el grano que se coseche este año en los Estados Unidos será “maíz industrial”, y estará destinado a convertirse en etanol. “Europa, Brasil y China están orientándose en la misma dirección”.
El periódico israelí Haaretz le echó esta semana una mirada a la decisión del Banco de Israel de subir las tasas de interés casi hasta el nivel más alto de Occidente, para lograr que bajen los precios inmobiliarios. En el análisis se subraya que la mitad del mundo está luchando contra la plaga de tener una moneda doméstica fuerte y que por eso Brasil está comprando dólares; el Banco de Japón, luego de un hiato de seis años, comenzó a adquirir dólares.
Mientras que el Tehran Daily de Irán reprodujo unos dichos del ministro de Finanzas de Brasil, Guido Mantega, quien afirmó que se había desatado una “guerra internacional de monedas” en la que todos rivalizaban para abaratar el dinero local frente a las divisas fuertes, de modo de mejorar la competitividad. Corea del Sur, anfitrión en noviembre de la próxima reunión del G-20, es remisa en destacar el tema dentro de la agenda en preparación para no ofender a China, su vecino y principal socio comercial. El Banco Central brasileño ha estado comprando un porcentaje diario de dólares diez veces mayor que el promedio de los últimos meses, pero no ha sido para abaratar el real sino para absorber el dinero que entró al país para participar de la compra de bonos de Petrobras.
El India Daily informó que Rajiv Bajaj (el “rey de los scooters”) va a fabricar junto con Renault y Nissan un automóvil aún más barato que el Nano de Tata; manufacturas hechas en Brasil forman parte del plan estratégico. La agencia de noticias china Xinhua reportó el miércoles que el ministro de Defensa brasileño Nelson Jobim había declarado que su presencia en Beijing obedecía a la decisión de estrechar los lazos en la producción conjunta para la defensa y que su estrategia consiste en “asegurar que la industria para la defensa sea parte del desarrollo de Brasil”.
El país vecino necesitará inversiones, particularmente para obras de infraestructura, ya que deficiencias en dicho andarivel reducen la competitividad de la industria nacional. También para aprovechar el petróleo descubierto en la capa pre-sal. La distribución de la riqueza y la organización de las grandes urbes deberán ser repensadas dado que tienen relación directa con la violencia. No menos importante resultará operar sobre la política cambiaria para hacer más competitivos los productos locales en la arena internacional. El profesor de gestión Felipe Monteiro, explicó para Universia Knowledge@Wharton, publicación bimensual on line sobre negocios, que Brasil tiene el ego muy alto y que todavía queda mucho por hacer. “Para describir la situación serviría una metáfora futbolística: ganó el partido pero no el campeonato”. Pero nadie duda que los brasileños van a echar en falta a Lula.
El brasileño Leandro Barbosa, previsiblemente “Leandrinho”, deleita como base, ayuda base o alero a los simpatizantes del Toronto Raptors de la NBA. En el torneo del mundo, Brasil es un jugador de la NBA. Como el Toronto Raptors con “Leandrinho”, su país tiene una deuda con Lula, quien va a faltar. En carioca, ¡a gente se vê!; en castellano, ¡hasta la próxima!