El gigante frigorífico brasileño BRF podría duplicar la producción de pollos en su planta de Río Cuarto de las 80 mil a las 160 mil aves por día. Pero no lo hace porque le faltan huevos. La quiebra de varias empresas locales del rubro, por un lado, y la prohibición de importar, por otro, debido a razones sanitarias, le impiden aumentar su producción para exportar y tomar así 450 personas en Córdoba. La buena: en su casa matriz, sacudida por otro presunto escándalo de corrupción al estilo Lava Jato, analizan levantar ellos mismos en la zona una planta proveedora de huevos, lo que insumiría un desembolso de US$ 12 millones, y podrían tomar unas 50 personas. Tal vez sea este año.
Pero la historia de la cadena agroganadera en expansión parece ciencia ficción cuando se escucha lo que fue la última reunión de junta directiva de la Unión Industrial Argentina (UIA), el martes pasado. Allí, unos cien ejecutivos de todo el país hicieron catarsis. El director ejecutivo Diego Coatz presentó el reporte por áreas: salvo biocombustibles (otra vez del ecosistema rural), todos registraron caídas hasta el primer bimestre. Diego Leal, de la filial de San Luis, habló de 7.500 empleos perdidos sobre los 20 mil que hay en la provincia. Raúl Colombo, de Catamarca, dijo que el Gobierno debe “cuidar las inversiones que ya hay”. Cuentan que, con ojos vidriosos, el empresario avícola de Entre Ríos Héctor Motta enumeró cierres de plantas de los últimos meses. Y Oscar Iglesias, de Peugeot, cuyo CEO global reinauguraría con el Presidente una planta dos días más tarde, advirtió: siete de cada diez autos que se patentaron en febrero fueron extranjeros.
Si Cambiemos espera un shock de inversiones para ilusionarse con crecimiento más allá del rebote de este año, no llegará desde la industria, donde de hecho hay récord de capacidad ociosa, con 40% de las fábricas sin uso. Mauricio Macri enumeró en el último Coloquio de IDEA su matriz de crecimiento: campo, minería, turismo, servicios y desarrollos de vanguardia que puedan competir a nivel mundial. El tema es que ahí el capital nunca termina de sentir los estímulos para hundirse en la Argentina. En 2013 esperaban que no hubiera CFK eterna. Luego, iban por el “cambio de ciclo” de 2015. A la pasada, aguardaban el gatillo del arreglo buitre. Y ahora, la nueva posta es la gobernabilidad segura en las elecciones de 2017. Siempre falta algo. Los huevos que le faltan a BRF son un ejemplo menos abstracto.