COLUMNISTAS

Fotos viejas

Es el turno de volver a ocuparse de la Encuesta a la literatura argentina contemporánea que publicó el Centro Editor de América Latina en 1982, a partir de un trabajo realizado por Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano.

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Es el turno de volver a ocuparse de la Encuesta a la literatura argentina contemporánea que publicó el Centro Editor de América Latina en 1982, a partir de un trabajo realizado por Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano. Hace algunas semanas había escrito sobre el tema, pero un amigo me reprochó el final de aquella columna. En ese artículo me detenía, con cierto humor inofensivo, en las respuestas de Borges y Sabato, y terminaba diciendo: “Pero en verdad, poco importan ambas anécdotas. En el medio, hay al menos quince entrevistas muy interesantes, llenas de ideas y pensamientos”. Ante lo cual, mi amigo me escribe: “Y por qué dedicar una columna entera al chiste fácil sobre ambos viejitos –que vos mismo reconocés que ‘poco importa’–, y sólo mencionar al pasar que hay otros entrevistados que sí dicen cosas interesantes; por qué no dedicar la columna entera a ellos”.

Entonces volví a leer la Encuesta..., dispuesto a escribir sobre esos entrevistados injustamente relegados. Pero tampoco creo que pueda hacerlo hoy. Lo dejo para una tercera columna, que nunca llegará, o tal vez sí; quién sabe. En todo caso, menciono a algunos de ellos: Luis Gusmán, Pezzoni, Bianco, Girri, e incluso Piglia. Sus respuestas pueden leerse como pequeños ensayitos subrepticios sobre la propia práctica de la escritura, como una especie de ars poética en clave de respuestas periodísticas. Pero no. Si hoy tampoco escribiré sobre ellos, es porque al volver sobre la Encuesta... reparé en algo que en mi primera lectura no había prestado demasiada atención: las fotos. Ocurre que el sistema de fotos de la Encuesta..., su elección editorial, permite reflexionar sobre la relación entre centro y margen, entre discurso oficial y escrituras instituyentes, o mejor dicho, permite percibir que mucho de lo que se escribe hoy como novedoso sobre literatura argentina ya estaba ahí, en 1982 (y mucho antes, obviamente), sólo que no se reparaba en ello, o tal vez, no estaban dadas las condiciones de recepción para dar visibilidad a esas escrituras.

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Para citar un caso. El reportaje a Luis Gusmán abre con una foto del entrevistado, pero en la página siguiente hay una pequeña foto de cuatro hombres. En el epígrafe se lee: “Germán García, Osvaldo Lamborghini, Ricardo Zelarayán, Luis Gusmán”. Y en la página siguiente, hay otra foto de un hombre. Se lee: “Osvaldo Lamborghini. Foto de José E. Lamarca publicada en Persona, Nº 2, mayo de 1969”. Es decir que, aun sin ser uno de los entrevistados, Lamborghini está absolutamente presente en la Encuesta... (por cierto, en la entrevista a Germán García se reproducen la tapa y la retiración de tapa del Nº 1 de Literal). Como es escandaloso, Zelarayán es el gran ausente de la extraordinaria biografía sobre Lamborghini de Ricardo Strafacce, editada el año pasado. ¿Por qué Strafacce no publicó la foto de los cuatro miembros de Literal que sí aparece en la Encuesta...? Quizá porque Strafacce reproduce un tipo de discurso –el discurso de este tiempo–, es decir, el Lamborghini mediado por Aira que, como en todo conflicto de interpretaciones, borra las huellas de que antes hubo una batalla discursiva.

Pero en ese 1982, en el que Aira apenas tenía dos novelas publicadas, en el que Fogwill dos libros de cuentos (más allá de que aparece en una foto: en un segundo plano en la Librería del Colegio, junto a Liliana Heker y Jorge Manzur), en el que Libertella, como Fogwill y Aira, tampoco es entrevistado, en el que faltaban 25 años para que Interzona publicara Y todo el resto es literatura, compilación de ensayos clave sobre el autor de El Fiord; en esos años, todavía se publicaban fotos de Lamborghini junto a Zelarayán, introducido por Gusmán, en una encuesta llevada a cabo por Sarlo, que nunca escribió demasiado sobre él. Es que esas viejas fotos dan cuenta de una cierta lectura de la literatura argentina, de un cierto rumbo. Un rumbo que no tomó.