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Fuga y diálogo

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La interacción social es un gran supuesto donde todos hacemos de cuenta que entendemos las intenciones de quien está frente a nosotros, asumimos comprender lo que dice y registramos su voluntad de mantener una comunicación con nosotros. Para este otro, que intenta participar de la comunicación, todo es igual, pero desde su perspectiva. Con esa acumulación circular de supuestos se erige lo que llamamos comunicación y por eso el término inaugurado por Parsons de la “doble contingencia” es tan atractivo.
La complejidad social y su evolución han permitido que esa contingencia contrapuesta tenga ciertas ayudas simbólicas que le permiten descargar incertidumbre y hacer fluir la comunicación con mayor rapidez. El dinero resuelve muy fácilmente una interacción para adquirir productos; si se tiene el dinero, no hay nada para aclarar. La ciencia ha creado sus métodos de comprobación de verdades, por lo que si algo es verdadero producto de un proceso estipulado como válido científicamente, tampoco habrá más que hacer que seguir investigando en esa dirección. Y para la política, es el poder el símbolo que simula poseer alguien para lograr que otros actúen de acuerdo a su voluntad.
Quien gobierna o está en posición de dar órdenes para que se cumplan busca que esa situación de doble incertidumbre que se presenta en cada encuentro comunicacional se resuelva súbitamente y que el destinatario de la orden prefiera para su bien seleccionar la alternativa A, que indica el jefe, y no la B, que es la negación de la primera. Esto es justamente lo que no le ha estado sucediendo a María Eugenia Vidal con su policía.
El proceso mágico y ya irrepetible de la campaña electoral tenía el beneficio de sólo tratar con los propios. En ese recorrido, la estructura del partido iba tomando decisiones desde lo territorial, colores, hasta el uso incontenible de fotos. La campaña pudo construir un mundo feliz por venir del cual al partido de Macri le ha costado desprenderse, y hay allí algo de la explicación de los problemas.
Un día antes de la fuga, la gobernadora subió a la red social Facebook una foto con su hijo en la oficina. El a upa de su madre recibiendo su beso, mientras ella dejaba una mano reposando en la computadora como quien no puede detener su trabajo. Imágenes que se comparten parecidas a la campaña, la exposición de la felicidad como forma de mejorar la imagen en medio de un territorio complejo, violento, corrupto y hasta estos días desconocido. Cuando los Lanatta y Schillaci se fugan al día siguiente, le hacen notar a la gobernadora de qué consta su trabajo, que la campaña ya ha terminado y que no es un juego de exposición de niños.
Ejercer el rol de gobernar implica la toma de decisiones y que, a su vez, esas decisiones sean asumidas como válidas por quien debe ejecutarlas. La secuencia de decretos de necesidad y urgencia muestra que esa parte de la doble contingencia estaba dejada a un lado. Los nombramientos de los jueces en la Corte, la quita de las retenciones, la eliminación de contratos de trabajo y la modificación a la Ley de Medios fueron todos actos autónomos sin reconocimiento del “otro”. Cuando se produce la fuga, a los nuevos gobernantes les recuerdan que en el mundo hay siempre otros que pueden tener otras preferencias.
No hay decreto que logre hacer volver a los prófugos a la cárcel; hay fuerzas de seguridad que no logran entrar en contacto de confianza con el poder político y por lo tanto el diálogo es casi imposible. El enfrentamiento entre el PRO y la Bonaerense se expresa como una colisión bestial de culturas, donde ninguna comunicación puede circular sin generar desconfianzas cruzadas.
El viernes capturaron al Chapo Guzmán en México, y seguía con sus bigotes perfectamente teñidos. Debe haber sido importante que en su regreso se haya expuesto su figura tal como era recordado, porque la construcción de imágenes es importante también entre los narcos. Sin embargo, en esos casos el uso del poder es muy personal y él lo representa. Para el PRO es tiempo de reconocer que, en el universo de la legalidad, con el otro se habla y se intenta convencerlo a pesar de que no quiera escuchar. Esa tarea no es con fotos, es con audacia.

 *Sociólogo.
 Director de Ipsos-Mora y Araujo.