Ganador. Bien intencionado. Honesto. Y además, gracioso. No le pregunten más, ya está, ¿para qué insistir? En la pétrea política argentina, no deja de ser una ridículamente ingenua expresión de deseos pretender que este país dio un salto cualitativo después de 2001. Si Ortega, Scioli y Reutemann fueron concebidos como políticos, ¿por qué Miguel Del Sel no?
No engaña a nadie. Sencillo, gracioso, carismático para quienes gustan de sus habilidades escénicas, aporta desde el vamos el plus de su frontalidad. Dice: “quiero que los negritos se bañen con agua caliente”. Seguro, ¿por qué no podrían hacerlo? Como eventual gobernador de Santa Fe (133 mil km2, tres millones de habitantes), Del Sel propone que quienes él llama “los negritos” puedan ducharse con agua caliente. Pocas referencias retratan de modo tan elocuente el deterioro institucional del país.
Una década después del fatídico que-se-vayan-todos, el escenario se perfuma de nuevo con el aroma del exitismo y el plazo más corto. ¿Qué tenían en común el piloto Reutemann, el cantor Ortega y el motonauta Scioli? Fueron exitosos en sus vidas privadas y ya “la habían hecho”. Verdades pedestres: si en lo suyo descollaron, como buenos gerentes de sus vidas sobresaldrían al frente de emprendimientos mayores y –además– serían decentes con lo público, porque ya “están hechos”, maravilloso modismo criollo que significa que su patrimonio los pone a salvo, a ellos y a sus descendientes, de cataclismos y devaluaciones. Bingo: pueden “gestionar” (otra excrecencia contemporánea) y –encima– no se quedarán con el vuelto.
La postulación de Del Sel para gobernar Santa Fe es la quintaesencia del modo como Mauricio Macri ve al país. Ya había lanzado al piloto de autos Orly Terranova como su hombre en Mendoza. El problema trasciende, sin embargo, a Macri y se desparrama a otros ámbitos, aunque –hay que decirlo– no todos. Ni la izquierda ni el radicalismo chapotean en esas aguas espesas. Podrá discreparse con posturas de Pino Solanas, por ejemplo, pero aun cuando sus arcaísmos y sus durezas sean debatibles, es un señor que estudia, conoce y sabe de lo que habla. En el caso de los radicales, aunque Eugenio Nito Artaza no es un intelectual de la política y pese a que siendo senador nacional no se baja de las tablas revisteriles, él se piensa como un ciudadano político y funciona orgánicamente como afiliado de su partido.
No fue sólo el menemismo el espacio peronista que propulsó fenómenos de este tipo, exitistas (basados en el éxito), en el justicialismo. ¿Qué razones había para que, por ejemplo, Clotilde Acosta (a) Nacha Guevara, fuera candidata a diputada nacional por el kirchnerismo en las elecciones de 2009, en una lista donde iba tercera tras Néstor Kirchner y Daniel Scioli? Si se dejan de lado las numerosas irrelevancias y las intrascendencias carentes de explicación racional, se ve un culto exacerbado del oportunismo más impúdico.
En una cultura dominada por la contingencia y que rinde pleito a la coyuntura, los tomadores de decisiones optan por el atajo más breve y por la “rentabilidad” más chata. No se toman como válidos conceptos de competencia, sabiduría, mérito, trayectoria, talento. Es una peste que no respeta fronteras ideológicas.
Las razones que se esgrimen e invocan en la Argentina para promover figuras a cargos trascendentes están hoy dominadas por esa fiebre de impacto inmediato, esa pulsión de satisfacción directa y esa ambición de desmesuradas proyecciones.
Pero si en el caso de la lamentable campaña que arranca con Del Sel en definitiva se está ante un emprendimiento individual en un terreno en el cual deben expedirse voluntariamente los ciudadanos, la putrefacción en los criterios usados sobre personas y cargos alcanza ribetes de morbosa decadencia cuando los costos corren por cuenta del Estado, lectores y columnistas de PERFIL incluidos. Cristina Kirchner acaba de designar como nuevo jefe del noticiero de Canal 7, que ellos denominan “público”, a un militante oficial llamado Santiago Alvarez.
Pese a que se trata de un cargo supuestamente vinculado con la información, el único antecedente periodístico rastreable de este Alvarez es que ha dirigido un blog llamado Ni a Palos, del que es redactor Iván Heyn, uno de los personeros de La Cámpora en los directorios de empresas participadas por el Estado.
¿A qué se ha dedicado hasta ahora el nuevo zar de las “noticias” en Canal 7? Una visita a su blog, perteneciente al semanario Miradas al Sur, revela que al comenzar 2011 y en un intento por trazar el balance del año terminado, dictaminó que el mayor oficialista “de baja intensidad” es el periodista Juan Pablo Varsky, la mayor opositora es Mirtha Legrand, los principales “gorilas” son Rosendo Fraga, Pepe Eliaschev y Ernesto Sanz, los montoneros (sic) principales son Federico Luppi, Víctor Hugo Morales y Andrés Calamaro, y que el mejor programa de TV es 6, 7, 8, los principales libros “de mierda” (sic) son 678. La construcción de la realidad de María Julia Olivan, Mi domicilio es el aire de Fernando Bravo, y Operación Primicia de Ceferino Reato. También asegura que la frases decisivas de 2011 son “Gracias Néstor, Fuerza Cristina”, “Quisiera que me recuerden” (Néstor Kirchner) y “Tenemos un gobierno con cojones” (Indio Solari), que el mayor latinoamericano es Kirchner y que la presidenciable absoluta de 2011 es Cristina Fernández.
Mientras en los espacios políticos vinculados con el macrismo y las diferentes gamas del justicialismo se sigue apelando al culto de los “ganadores”, desde el corazón del Gobierno se recompensa y promueve sin tartamudeos a individuos cuyos credenciales más importantes son audacia, obsecuencia y mediocres antecedentes profesionales.
El Miguel Del Sel que pasa (parcialmente) de Midachi a la política de la mano de Macri, protagoniza un episodio deprimente, pero por lo menos no costeado por fondos públicos. En la trinchera kirchnerista se percibe igual desmesura, con el agregado de que la cuenta la pagamos entre todos.