La repentina e inesperada aparición de la Dra. Cristina Fernández de Kirchner en la mitad de la reunión entre la ministra de la Producción, Débora Giorgi, el ministro del Interior, Florencio Randazzo, y los integrantes de la Mesa de Enlace, produjo un fuerte impacto. El episodio en sí tuvo aire de Hollywood, un aire que es del gusto de los Kirchner. Algo similar pasó con la presencia de la Presidenta ayer en la Fiesta de la Vendimia y los anuncios que allí hizo.
La decisión de la aparición de la jefa de Estado en la mentada reunión con el campo, la terminó de tomar el matrimonio presidencial durante el almuerzo que compartían en el mediodía del martes. Aquí hay que recordar lo dicho por el ex ministro de Economía, Martín Lousteau: “Este es un gobierno donde se toman medidas en 15 o 30 minutos”. La movida produjo su efecto. Tanta fue la sorpresa de quienes estaban en la reunión, que las crónicas señalan que la única que atinó a pararse y cederle su silla a la primera mandataria fue la ministra Giorgi. Todos los asistentes coinciden en que el diálogo fue bueno. Y es que dialogar siempre es bueno. Sobre ese hecho opera, después, el contexto. Y el contexto genera dudas. He aquí algunas:
¿Cuán creíble es la actitud de la Presidenta?
¿Cuán sincera es su vocación de dialogar?
¿Qué pasó del domingo al martes para que la Dra. Fernández de Kirchner dejara de lado su discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso ante la Asamblea Legislativa, pobre en propuestas y cargado de reproches hacia el campo, al gesto bienvenido de sentarse a la mesa con los representantes del sector?
¿Qué fue lo que hizo que el Dr. Néstor Kirchner, en un acto partidario en Chivilcoy pasara de calificar a la Mesa de Enlace de destituyente a tratarla conciliadoramente por su actitud responsable?
¿Hay detrás de todo esto una intención de dividir a los ruralistas?
La realidad es que esa es una intención que subyace en el Gobierno desde que surgió el conflicto con el campo. A la luz de los hechos, una de las consecuencias de la reunión del martes pareció ser esa. El ejemplo más resonante de ello fue la polémica surgida entre el presidente de la Federación Agraria Argentina, Eduardo Buzzi, y Alfredo de Angeli.
La realidad es que la presión que ejercen los autoconvocados, que no responden a nadie y que cada vez son más, es muy fuerte. “La verdad es que los autoconvocados están todos con De Angeli y eso, para los integrantes de la Mesa de Enlace, es muy difícil de manejar”, grafica un dirigente rural que conoce al dedillo el estado de ánimo de miles de chacareros.
Alguien podrá preguntarse: ¿pero, entonces, si la Presidenta no dialoga hay críticas porque no lo hace y si dialoga, las hay porque lo hace? ¿Cómo es esto?
Este dilema expone el problema más complicado que debe enfrentar hoy este gobierno y sobre el que hemos alertado en esta columna: su pérdida de credibilidad. Y este es un asunto muy delicado que seguirá complicando a la administración de los Kirchner. “Es el resultado de haber jugado con fuego”, se sincera alguien que sufre al Gobierno desde adentro. La autoridad de un gobierno emana de su legitimidad –legitimidad que este Gobierno tiene y que es indiscutible– y de su credibilidad. Cuando ésta se pierde, un gobierno está en problemas.
El doble discurso ha sido una constante de los Kirchner que creyeron que esta idea de decir una cosa y después hacer otra no tenía costo alguno.
Desde el punto de vista de los acontecimientos futuros, las cosas están así: el ministro del Interior, Florencio Randazzo, bajó la orden a los jefes de bloques oficialistas de diputados, Agustín Rossi, y de senadores, Miguel Angel Pichetto, de bloquear cualquier iniciativa que tenga que ver con la discusión de las retenciones; por parte del diputado Felipe Solá hay un proyecto basado en un esquema de retenciones móviles con porcentajes menores a los que proponía la tristemente célebre Resolución 125; y por parte de la UCR y la Coalición Cívica se trabaja la propuesta de la anulación de las retenciones. La idea de los diversos sectores de la oposición es forzar una sesión extraordinaria de diputados para instalar y tratar el tema. Necesitan para ello 129 diputados. Hoy, cuentan casi con 110.
Paisaje de Catamarca
El matrimonio Kirchner ha tomado la elección en esa provincia, en la cual se renueva parte de su legislatura provincial y varios municipios, como un test. Este es un momento de particular inestabilidad y aire de desbande dentro del Partido Justicialista.
En Catamarca, el gobernador Brizuela del Moral supo ser uno de los bastiones de la concertación plural singular de los Kirchner. Fue también uno de los primeros en huir, al darse cuenta del incumplimiento de las muchas promesas que había recibido de parte de Néstor Kirchner al nacer ese engendro. Por lo tanto, ahora el objetivo del ex presidente en funciones es destruir a su antiguo aliado quien, encima, ha hecho pública su simpatía por Cobos. Eso los Kirchner no lo perdonan.
En consecuencia, en esa provincia se prodigó parte del funcionariado nacional con promesas y billetes. Y así es que, entonces, hubo el habitual desfile de ministros y secretarios de Estado, que debieron seguir las instrucciones del ex presidente en funciones dando pie a un triste espectáculo que no se termina nunca y que ya pertenece al acerbo del folclore político nacional. Metodología que, lamentablemente, no es exclusiva de los Kirchner. También el Frente Cívico de Catamarca apeló a las mismas mañas. Este mecanismo de acción con reminiscencias de republiqueta bananera que muchos emplean en las campañas electorales, algún día deberá cambiar. Y para que eso ocurra hace falta un esfuerzo participativo fuerte y decidido por parte de la sociedad argentina. Por supuesto que también hace falta una sociedad más justa y equitativa ya que, en una sociedad profundamente desigual, los que menos tienen terminan siendo rehenes de esta lamentable forma de hacer política.
Por lo demás, la lógica de la presencia de Néstor Kirchner en Catamarca es poco entendible. Ha terminado apoyando a hombres como Ramón Saadi y Luis Barrionuevo, que representan lo peor de la política nacional. (Ojo: no son los únicos.) El conocido desprecio que Barrionuevo dispensa a los Kirchner es ya leyenda. El espectáculo que nos devolvían las imágenes del acto de cierre de campaña del jueves pasado seguramente llenó de nostalgia y arrepentimiento a muchos de los que creyeron en la ya olvidada “transversalidad” y “nueva política” que el ex presidente en funciones levantó hasta el 2005. Ese fue el momento en el que, conseguido el objetivo de desplazar a Duhalde de su liderazgo en el Partido Justicialista, Néstor y Cristina Kirchner decidieron recostarse sobre los mismos personajes claramente representativos de la vieja política, a los que el matrimonio presidencial había vapuleado anteriormente.
“La verdad es que tanto Néstor como Cristina están muy preocupados por las elecciones de octubre. El gesto de la reunión de la Presidenta con el campo tiene mucho que ver con eso. Y la decisión de si Néstor será candidato a diputado en la provincia de Buenos Aires, también”, confiesa alguien que vive al Gobierno desde adentro.
Hacer la Corte
La nueva polémica surgida de estos días es la que sostiene el Gobierno con la Suprema Corte de Justicia. En su discurso frente a la Asamblea Legislativa la Presidenta cargó contra el Poder Judicial. En esa pieza oratoria se habló del tiempo de la Justicia ante un Poder Ejecutivo y un Poder Legislativo que ya habían dado todo de sí. La respuesta de la ministra de la Corte, Dra. Carmen Argibay, molestó al Gobierno que salió a responder.
Es cierto que hay malos jueces. Pero en la realidad muchas veces son los buenos jueces y los buenos fiscales, que son mayoría, los que tienen la mayor cantidad de problemas.
Hace bien el jefe de Gabinete de Ministros de quejarse de jueces y fiscales que toman medidas o cometen errores groseros que son inexplicables para la sociedad, y que tienen como resultado que delincuentes peligrosos queden en libertad para reincidir a las pocas horas. Pero no se lo ha escuchado al señor Massa preocuparse por otras situaciones que afectan también a la Justicia como, por ejemplo, la denuncia hecha por el presidente de la Asociación de Magistrados, Dr. Ricardo Recondo, cuando habló de los temores que les generan a los jueces las presiones que deben soportar cuando tienen que abocarse a casos en los cuales están involucrados funcionarios del Gobierno. Tampoco se lo ha escuchado al jefe de Gabinete quejarse por la parálisis en la que se encuentra el caso Skanska.
Es una pena que Massa, un hombre con capacidad de diálogo y tolerancia democrática, quien en su intimidad no comparte muchas de las decisiones y de los criterios del matrimonio presidencial adopte, en público, su mismo doble discurso.
“Es que – como dijo un ex funcionario de este gobierno – si no se actúa así, no hay vida posible dentro del mundo K”.
Producción periodística: Guido Baistrocchi