COLUMNISTAS

Gracias, de corazón

La derrota con Suecia, ningún argentino en octavos de Montecarlo, Gaudio que no iba a ir, pero finalmente va a Barcelona, Nalbandian que ya no sólo juega con altibajos sino que también se lesiona, Coria que amaga con volver y va de desgarro en desgarro.

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La derrota con Suecia, ningún argentino en octavos de Montecarlo, Gaudio que no iba a ir, pero finalmente va a Barcelona, Nalbandian que ya no sólo juega con altibajos sino que también se lesiona, Coria que amaga con volver y va de desgarro en desgarro.

Hasta hace un mes, el tenis argentino era víctima de su propio suceso y, de malcriados nomás, no conseguíamos dimensionar el valor de haber sumado, en muy pocos meses, tres títulos de ATP (Cañas, Mónaco y Chela), muchos triunfos ante los 20 mejores, los dos de Cañas ante Federer, la confirmación de Del Potro y hasta la vuelta a primeros planos del Negro Zabaleta. La verdad, es una desmesura relativizar la valía de la Legión por el mero hecho de no tener ya uno entre los 10 de arriba. Por cierto: estén seguros de que ese hecho puntual es apenas una transición, sea para la vuelta de Nalbandian (de la mano de su convicción de hacer lo necesario para concretarlo) o de Cañas, y hasta el desembarco de Del Potro, quien no necesita de Duhalde para saber que está condenado al éxito.

Como sea, no le falta razón a quien tiene la sospecha de que ésta puede ser la peor temporada argentina en el polvo de ladrillo europeo en muchos años. Ya durante el 2006 entendimos que aquella maravilla de los tres semifinalistas en el Roland Garros que Gaudio le ganó a Coria –o la misma final de Puerta con Nadal de 2005– fue un fenómeno irrepetible.

Como sea, a los argentinos nos cuesta disfrutar de lo ganado y acomodarnos a que las buenas por venir no sean de esas que se roban la tapa de los diarios y hasta ponen a Susana Giménez ante la duda de incorporar a la Gran Willy como bonus-track de su patético circo. (A propósito, ¿es mucho pedir que la señora no les falte el respeto a Las Leonas anunciando a la mayor goleadora de la historia de nuestro hockey como Valeria Oneto? Que una cosa es la inimputabilidad y otra la tilinguería, ¿no?)
La derrota con Suecia, ningún argentino en octavos de Montecarlo, Gaudio que no iba a ir, pero finalmente va a Barcelona, Nalbandian que ya no sólo juega con altibajos sino que también se lesiona, Coria que amaga con volver y va de desgarro en desgarro.

Hasta hace un mes, el tenis argentino era víctima de su propio suceso y, de malcriados nomás, no conseguíamos dimensionar el valor de haber sumado, en muy pocos meses, tres títulos de ATP (Cañas, Mónaco y Chela), muchos triunfos ante los 20 mejores, los dos de Cañas ante Federer, la confirmación de Del Potro y hasta la vuelta a primeros planos del Negro Zabaleta. La verdad, es una desmesura relativizar la valía de la Legión por el mero hecho de no tener ya uno entre los 10 de arriba. Por cierto: estén seguros de que ese hecho puntual es apenas una transición, sea para la vuelta de Nalbandian (de la mano de su convicción de hacer lo necesario para concretarlo) o de Cañas, y hasta el desembarco de Del Potro, quien no necesita de Duhalde para saber que está condenado al éxito.

Como sea, no le falta razón a quien tiene la sospecha de que ésta puede ser la peor temporada argentina en el polvo de ladrillo europeo en muchos años. Ya durante el 2006 entendimos que aquella maravilla de los tres semifinalistas en el Roland Garros que Gaudio le ganó a Coria –o la misma final de Puerta con Nadal de 2005– fue un fenómeno irrepetible.

Como sea, a los argentinos nos cuesta disfrutar de lo ganado y acomodarnos a que las buenas por venir no sean de esas que se roban la tapa de los diarios y hasta ponen a Susana Giménez ante la duda de incorporar a la Gran Willy como bonus-track de su patético circo. (A propósito, ¿es mucho pedir que la señora no les falte el respeto a Las Leonas anunciando a la mayor goleadora de la historia de nuestro hockey como Valeria Oneto? Que una cosa es la inimputabilidad y otra la tilinguería, ¿no?)

Es probable que, de la mano de Acasuso, Calleri o Cañas, las próximas semanas vengan con buenas noticias. Habrá que ver cómo se adapta Del Potro al polvo de ladrillo y nada sorprendería ver a cualquiera de los demás pegando alguno que otro resultado importante. Pero el hecho de no tener tantos jugadores tan arriba en el ranking como hasta hace un año y medio te expone a que los cruces con los mejores en los grandes torneos –incluyo Masters Series– se produzcan una, dos y hasta tres ruedas antes que en las últimas temporadas. De alguna manera, eso ya sucedió en Indian Wells y Key Biscayne. Y si bien el talento bastó como para regalarnos un mes fantástico en el cemento norteamericano, cuando desde el primer partido te hacen jugar al 110 por ciento, tarde o temprano terminás con la lengua afuera: le pasó a Chela; también le ocurrió al pibe Del Potro y hasta le pasó a Cañas, cuyo esfuerzo por llegar a la final de Key Biscayne lo dejó rengo por un par de semanas.

Les confieso que cuando imagino a nuestros chicos en la roja y pastosa primavera tenística europea, entro en un cortocircuito: temo que lo bueno no sea tan bueno, pero no me sorprendería que las noticias agradables sean más y mejores de las que imagino. No me haga caso; ya tendré tiempo suficiente para tratar el asunto con mi analista.

Como siempre, en la opinión pública los que juegan importan tanto como los que no lo hacen. Por eso, aunque la rompa Cañitas, queremos saber si la ausencia del Gato Gaudio en Barcelona lo aleja un poco más del circuito o si el Mago Coria realmente se volvió a desgarrar, como empezó a circular en los medios. Los dos son tipos entrañables, de esos que tienen una hinchada que va más allá de la alegría que pueda darle un triunfo argentino. Somos muchos los que festejamos cualquier éxito de la Legión. Pero no son pocos los que sólo hacen fuerza por Guillermo o por el Gato. Hoy, los dos andan bastante desorientados; como el hincha de un equipo al que desafilian por un año.

Da la impresión de que hay que prepararse para ubicar a los dos definitivamente en un lugar privilegiado de la historia. Sin embargo, íntimamente, siento que los dos van a volver a dar un gran golpe. Son dos de los cinco principales talentos de la historia de nuestro tenis, y eso los califica y autoriza para seguir esperando. Pero desde no siempre la pasión te permite ubicarte en las coordenadas del tiempo y del espacio. Y ni pensamos en la posibilidad de que los mejores momentos de uno ya hayan pasado, o que el otro esté pensando seriamente en abnandonar la actividad. Me resisto y me niego a pensarlo. Pero, por las dudas, me preparo para que sea así. Y, de antemano, les digo un “muchas gracias”. De corazón.