Finalmente cerraron las sesiones informativas en torno al aborto. Pasaron más de 900 oradores por la Cámara de Diputados argumentando a favor y en contra. Dicen que este espacio de posturas desencontradas representó un momento histórico para el Congreso. Pero la historia está aún por escribirse. Ha llegado por fin el momento de decidir.
El 13 de junio deberán resolver si aprueban una ley que permita la interrupción voluntaria del embarazo. Parece que llegamos sin siquiera dar lugar a una conversación que escape a las ideologías y creencias, sin razones ni fundamentos científicos.
La docena de proyectos presentados sobre el tema trae valiosas cuestiones a resolver. Problemas realmente serios y de los cuales el Estado no puede hacer caso omiso. El tema está en cuál es la solución que proponen. ¿Es el aborto el remedio mágico para resolver estas cuestiones?
¿Será, como dicen, que el aborto recupera la dignidad de la mujer? Al contrario. El aborto es una nueva forma de violencia contra la mujer. La somete a una intervención innecesaria y riesgosa, que afecta su dignidad, con consecuencias concretas en su cuerpo y su psiquis. Aún más, la convierte en un mejor objeto sexual para ser usada y luego, sola, atravesar el “trámite” del aborto.
¿Y quién acompaña a la mujer vulnerable económica o afectivamente? ¿Y a la mujer violada (niña o adulta, mentalmente capaz o no), aquella que siempre es una víctima? Ante un embarazo producto de esa violación, el aborto podría significar la agudización del trauma. Incluso, si la violación es intrafamiliar el aborto solo logrará que se siga abusando de ella. Recordemos a la niña del caso F.a.l., abusada por su padrastro con conocimiento de su madre. Si fuera llevada al hospital con una ley como la propuesta, abortaría y regresaría a su hogar para seguir siendo violada. Debemos reconocer que, paradójicamente, su embarazo le salvó la vida, porque visibilizó la situación de abuso vivida.
¿El aborto evitará más muertes maternas? A pesar de la difusión mediática del tema, no lo hará. Aunque el aborto sea legal, las complicaciones médicas seguirán existiendo. Usar Misoprostol no es seguro. De hecho este año, en Francia, el laboratorio lo retiró de la venta por los daños que produce. Las estadísticas muestran que las muertes maternas se solucionan con educación, inversión en salud y cuidados maternos integrales.
¿Podrá el aborto evitar los embarazos y la maternidad adolescente? El aborto no evita el embarazo, solo elimina su consecuencia y deja expuestas a las jóvenes a nuevos embarazos; ¿cuántos abortos estamos dispuestos a practicarle a una misma mujer en el corto plazo?
En realidad, el aborto se convierte en un nuevo problema, nos distrae de buscar verdaderas soluciones.
Ha llegado el momento de decidir y evaluar si existen mejores opciones frente a los problemas que nos han llevado a ver el aborto como posible solución. Opciones que restrinjan en menor escala los derechos en juego y que no profundicen las diferencias creando categorías de personas ante la ley.
Si realmente nos preocupan la violación de derechos fundamentales y la vulneración de la dignidad, debemos recordar que la persona, su respeto y su valoración deben ser el fin y el fundamento de todo ordenamiento jurídico. El poder normativo del Estado expresado en la ley debe reconocer los derechos fundamentales de
todas las personas: los nacidos y los que aún se encuentran en estado embrionario, independientemente de las circunstancias.
Es el momento de hacer justicia, no de imponer ideologías por la fuerza y la violencia.
Es el momento de hallar leyes sobre las que puedan darse razones que las sostengan y que residan en valores intangibles que aseguren un respeto incondicionado de toda persona. Razones de una norma que resulten suficientes para alcanzar una finalidad constitucionalmente valiosa para toda la sociedad.
*Decana del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral.