El discurso del presidente Xi Jinping en la apertura del 19º Congreso del Partido Comunista no defraudó las expectativas creadas por el inmenso aparato de propaganda desplegado para resaltar la importancia de este evento político, que tiene lugar cada cinco años. El discurso se prolongó un poco más de tres horas y, como corresponde a un mandatario que tiene asegurada su reelección, dedicó una parte a ponderar su período vencido y el resto para augurar un futuro promisorio. La alocución representa el resultado de un largo año de deliberaciones de las organizaciones que componen la estructura del partido, que aduce tener 89 millones de miembros sin menoscabar el aporte personal del líder.
En la misma línea de sus predecesores, el presidente Xi dejará su impronta en la historia como el creador de la política para esta etapa de la historia de China bajo el eslogan “Socialismo con características chinas para una nueva era”, que se sumará al ciclo del marxismo-leninismo de Mao Zedong, la teoría de Deng Xiaoping, las “Tres representaciones” de Jiang Zemin y la “Concepción científica del desarrollo” de Hu Jintao. Estas definiciones son efectuadas con mucho pragmatismo a pesar de sus contrastes para justificar y darle continuidad al liderazgo del Partido Comunista.
El PBI de China creció en los últimos cinco años un 48%, hasta alcanzar la cifra de 11.391 billones de dólares (comparado con 18.561 billones de los EE.UU.) contribuyendo un 30% al crecimiento global. El presidente Xi señaló que China alcanzará en 2020 la etapa de una sociedad moderadamente próspera y tardará 15 años en convertirse en un país socialista moderno. Y otros 15 en lograr, en 2050, que China sea un “gran país socialista próspero, fuerte, democrático, culturalmente avanzado, armonioso y hermoso” que todos envidiarán.
El principal objetivo fue insuflar optimismo sobre el futuro y al mismo tiempo promover y profundizar las políticas de modernización y apertura económica iniciadas en 1978 por Deng Xiaoping. Los resultados palpables que ubican a China con un ingreso per cápita superior a los 12 mil dólares constituyen una barrera contra las añoranzas del pasado pero también para contener a los que desean avanzar en la reforma del modelo político. El socialismo con características chinas está basado en el liderazgo indiscutido del Partido Comunista, sin lugar para otras manifestaciones de la sociedad civil.
El presidente Xi reafirmó su compromiso con una mayor inserción en la economía global, como ya fuera expresado en las reuniones del Brics y del Cinturón y Ruta de la Seda, con la modernización de las empresas estatales para que puedan competir a nivel internacional, la paulatina liberalización del mercado financiero, el fortalecimiento del consumo interno como motor del desarrollo y una mejor coordinación de las políticas fiscal, monetaria, industrial y regional.
En política internacional, el presidente Xi sostuvo que el desarrollo de China no constituye ninguna amenaza para otros países y que nunca buscará la hegemonía ni la expansión. También incluyó una firme advertencia sobre los intentos separatistas de Taiwán mientras garantizó la política de un país, dos sistemas para Hong-Kong y Macao.
El congreso del Partido Comunista representa la culminación de un proceso interno de deliberaciones para designar a los líderes. El presidente Xi ha mostrado perseverancia y tenacidad para consolidar su poder utilizando la lucha contra la corrupción para deshacerse de posibles adversarios y aplicando la censura para contener los reclamos sociales. Estos problemas no afloran en el congreso, donde los delegados por unanimidad ratifican siempre al más fuerte. Los casi cuarenta años transcurridos desde el abandono del legado de Mao Zedong confirman el consenso alcanzado en el seno del partido sobre la necesidad de avanzar en una economía de mercado sin renunciar a los beneficios del poder.
*Embajador.