Esta semana, el Gobierno asumió como hipótesis A competir contra Cristina Kirchner en las próximas elecciones en la provincia de Buenos Aires. La nueva madre de todas las batallas. Toman como verosímil la información que reciben de fuentes peronistas de que la ex presidenta está dispuesta a jugar su suerte en octubre. Las propias encuestas oficiales reconocen que Cristina alcanzó un piso estable del 30% de votos en el distrito, concentrados mayoritariamente en el Conurbano. Esos sondeos también mostrarían que la alianza Massa-Stolbizer tiende a desdibujarse en el electorado (“Para el votante massista, ella es una gorila; para el de Stolbizer, ellos son kirchneristas disfrazados”, deducen).
A su vez, dudan de que Florencio Randazzo se vaya a presentar y, si lo hiciera y quisiera competir con Cristina en las PASO, creen que la ex mandataria no lo aceptaría por no considerarlo digno de enfrentarla, y entonces ella competiría con sello propio.
Dos integrantes de la mesa chica de Cambiemos reconocen como inevitable esa posibilidad: “Y no es que juguemos al todo o nada, como escribió Fontevecchia en PERFIL. No se trata de lo que nosotros queramos, es una necesidad que viene de abajo hacia arriba, es la demanda de la sociedad la que genera la oferta, la sociedad está dividida entre los que añoran el pasado y los que quieren un país distinto, las opciones del medio ya no existen”.
Lo expresan con tanto entusiasmo que podría parecer una estrategia electoral instalar a Cristina como contrafigura electoral. ¿Será que a falta de una economía que no termina de dar señales inequívocas de crecimiento, es mejor escaparle a ese debate instalando otro sobre la desgracia de volver al pasado?
Ellos dicen que no es eso. Y que ganarle a Cristina no será fácil, pero confían ciegamente en la imagen de María Eugenia Vidal: “Estaba en 70 puntos positiva, bajó a 60 cuando comenzó el conflicto docente y ahora volvió a subir. No hay con qué darle. Incluso entre los que no les gusta, cuando se les pregunta qué tipo de gobernador quisieran, describen el estereotipo de María Eugenia: honesta, trabajadora, mujer, representante de la nueva política. Va a ganar el candidato que más se le parezca y por el que ella haga campaña”.
Por eso, para una mayoría macrista el ideal para competir con CFK es otra Vidal. Si también fuera mujer, mejor.
Quizás interpreten que en esta Argentina líquida que pasó de la hipermodernidad K a la posmodernidad M, rinda más la filosofía confuciana de entender que una “voz fuerte” como la de Cristina Kirchner hoy no sería capaz de vencer a la “voz clara” de María Eugenia Vidal.
De hecho, están midiendo a funcionarios y distintas figuras públicas para esa contienda, pero por ahora los nombres y los resultados de esas mediciones sólo las conocen cuatro personas, incluyendo al Presidente y a la gobernadora.
Mientras tanto, nadie sabe qué hacer con Carrió, quien sostiene que cada vez mide mejor en las encuestas, pero no reuniría el perfil de la búsqueda laboral del PRO, al menos en la provincia y al menos por ahora. Decirle que no a Lilita no será fácil si ella opina lo contrario. Viene de ganar una pulseada pública: bajó a Jorge Macri para competir en las legislativas, aunque lo que terminó de correrlo fueron los focus group que indicaban que, tras el escándalo del Correo, llevar a un primo presidencial en las boletas podía verse como otra forma de beneficiar a la familia.
Hipótesis B. Hay una segunda alternativa que hoy baraja el oficialismo. Tampoco de ella forma parte Sergio Massa. Quizás el ninguneo del viejo aliado no sólo sea el reflejo de las encuestas sino de cierta sospecha de que su acuerdo con la líder del GEN le pueda restar más votos a Cambiemos que al kirchnerismo.
El que sí aparece como tercero en discordia en la hipótesis B del Gobierno es Florencio Randazzo. Creen que si se presentara con lista peronista le quitaría apoyo de ese sector a una boleta encabezada por Cristina. Sospechan que ése sería el mejor escenario para el Gobierno, aunque no el más probable.
En cualquier caso, todo concluiría en tener que vencer a la dueña del relato K.
—Tenemos mucha confianza en ganar, y ganarle directamente a Cristina sería saldar de una vez por todas las cuentas con el pasado. Se presenta, pierde, se termina el mito y podemos mirar de una vez por todas hacia adelante, sostiene uno de los ideólogos de la estrategia electoral en la provincia.
—¿Qué ocurre si Cristina va presa, pero recupera la libertad y se presenta?
—“Cristina-víctima” es el peor escenario para nosotros. En ese caso va a ser más difícil ganar.
—¿Entonces qué pasa si el que pierde es el oficialismo?
—Bueno, si perdemos es un problema grande, pero hay momentos en que la sociedad tiene que decidir hacia dónde quiere ir.n