COLUMNISTAS

Je suis ballottage

Idas y vueltas en torno a las posturas de los finalistas presidenciales sobre los atentados en París. Otra vez, no son tan distintos. ¿Se puede?

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—Quiero expresar mi total repudio a los atentados en París –le digo a  Nahuel, mi comunity manager, quien maneja los contenidos de mis redes sociales.
—Jugado –dice Carla, que está mirando la edición on line de Le Monde en su tablet.
—¿Qué querés que haga? –pregunto ante la ironía de Carla–. ¿Que celebre?
—Creo que podrías poner algo más de contenido, un pedido de justicia, tomar un poco de partido –sugiere Nahuel.
Me quedo pensando un rato mientras Carla sigue mirando diarios franceses y Nahuel espera una respuesta mía.
—¡Ya sé! –exclamo, por fin–. Poné lo siguiente: “Condeno este atentado y condeno en general a todo el terrorismo, porque entre la guerra y la paz, prefiero la paz; entre el terror y la armonía, prefiero la armonía; entre un baño de sangre y un baño de alegría prefiero un baño de alegría; entre ver un recital tranquilo y ver un recital donde entran unos tipos con fusiles y le disparan a la gente, prefiero un recital tranquilo; entre un…
—¡Basta! –grita Carla, que por primera vez levanta la cabeza de su tablet–. ¡Dejá de decir obviedades!
—Además hay un problema: no entra en 140 caracteres –dice Nahuel, tímidamente–. Si querés lo subo a Facebook.
—¡No! –Carla sigue muy enojada.
—Pero todos los presidentes del mundo están diciendo más o menos eso –me defiendo–. Lo mismo que los dos candidatos presidenciales argentinos. Diciendo eso voy a quedar como un estadista.
—Yo creo que más bien vas a quedar como un pelotudo –dice Carla–. Mirá, la cosa es así: en momentos como éstos no hay otra que recurrir a la obviedad más absoluta, a la vaguedad, a no dar precisiones sobre nada, más allá de lo obvio de repudiar lo que todos repudiamos. Pero hay que hacerlo de manera concisa y después llamarse a silencio.
­—¿O sea que como periodistas sólo podemos informar lo justo y lo que es información absolutamente confiable, sin dejar trascender ni un dato que no esté debidamente chequeado? –pregunto.
—Ah, no, pará… –me ataja Carla–. ¿Y cómo se llenan entonces los millones de páginas y horas de radio y televisión que la gente necesita para estar bien informada? Si fuera así, los noticieros durarían cinco minutos y los diarios vendrían con cuatro páginas. Te pido que no atentes contra la libertad de prensa, que eso es propio de terroristas.
—¿Qué hago, entonces? –me pregunta Nahuel–. ¿Lo subo a tu Facebook? ¿Lo corto en varias frases y lo subo a tu Twitter?
­—¡No! –grita Carla–. No publiques nada de eso.
—¿Podríamos hablar un poco del ballottage, que mi columna en PERFIL es sobre eso? –pregunto.
—Cierto que sos experto en política nacional, no en política internacional –Carla se ríe a carcajadas.
—Vos reíte, pero el que tiene que entregar la columna soy yo.
—Lo mejor sería vincular el atentado con la campaña –dice Carla.
—Por lo pronto, tanto Scioli como Macri repudiaron y pidieron justicia –digo–. Supongo que eso abona la teoría de que no son muy distintos.
—¿Qué iban a decir? –pregunta Carla–. ¿O pensaste que iban a hacer como José María Aznar cuando fue el atentado en Atocha?
—Cierto, eso fue unos días antes de las elecciones. Aznar venía arriba en todas las encuestas y cuando fue el atentado dijo: “Fue ETA”, cuando en realidad había sido Al Qaeda. Y ahí perdió las elecciones y ganó Zapatero.
—Sí, pero no creo que en este caso Macri salga a decir: “Los del atentado en París fueron los Montoneros” –dice Carla.
—¿Vos decís que gana Macri? –pregunto.
—No, para nada –responde Carla–. Gana Scioli, te lo firmo.
—¡¿En serio?! –me entusiasmo porque por fin tengo una primicia–. Mirá que eso es una bomba. ¿Tenés buena data? ¿Está chequeado?
—No, para nada. Pero como todas las encuestas dicen que gana Macri…
—Disculpen, ¿pongo algo en el Twitter? –pregunta  Nahuel.
—Sí –dice Carla–. Copiá algún tuit sobre lo de París y ponelo tal cual. Puede ser de Scioli, de Macri, de Obama, de Maduro, de Bachelet, de Putin, de Merkel o de quien sea. Es lo mismo.
—¿No creés que debería viajar a París y hacer mi columna desde allá? –pregunto.
—No te conviene –responde Carla–. Hay mucha inseguridad en París. Tal vez te convendría ir a algún lugar más tranquilo. Fuerte Apache, ponele…
—No, voy a ir a París y me voy a mostrar como un referente del periodismo serio y comprometido con nuestro tiempo.
Agarro el teléfono y llamo a Moira, mi secretaria, por el interno.
—Hola Moira. Necesito que me saques ya mismo un pasaje a París. Y tramitame también el permiso para comprar euros.
Corto.
—¿Vas a comprar euros? –pregunta Carla–. ¿Vos estás loco?
—Voy a viajar a París, ¿con qué querés que pague allá?
—¡Te van a escrachar peor que a Del Caño! ¡Te van a decir que sos un troskista, que le hacés el juego a la derecha y al capital financiero internacional!
  —¡Pero tengo que comprar euros para viajar! Además, Del Caño compró dólares, no euros…
—Justamente –dice Carla–. Va a ser la confirmación de que sos un troskista. ¿Qué es lo primero que hace un troskista? Crear una línea disidente. O sea, Del Caño sería de la línea Trotsky dólar y vos serías de la línea Trotsky euro.
—¡Eso es campaña sucia!
—No, campaña sucia es tener a Hebe de Bonafini, a D’Elía y a Kicillof diciendo cualquier cosa y trabajando para que tu candidato pierda una elección.
—No te olvides de Abel Albino…
—Cierto. Tener a Abel Albino como asesor de salud es como tener a Diego Ceballos de asesor de justicia –dice Carla.
—Ojo que Scioli ahora cambió de asesor. Puso a un brasileño que le puso más naranja y le sacó kirchnerismo.
—Me parece que se acordó un poquito tarde para meter a un Duran Barba que le diga lo que todo el mundo sabía que tenía que hacer –dice Carla–. Es como tener en el banco a Messi y ponerlo en los últimos cinco minutos, cuando vas perdiendo 3 a 0.
—¿Qué hago, entonces? –pregunta Nahuel, que ya empieza a impacientarse–. ¿Subo algo sobre el atentado a tus redes sociales? Tenés que decir algo.
—Sí, poné un hashtag que empiece con #JeSuis –responde Carla–. Después poné lo que quieras. Con eso quedás recanchero, remoderno, refrancés. Y por el contenido no te preocupes. Eso en política hoy no importa mucho. Y mucho menos antes de una elección.