Argentina está firme en medio de la marejada. Este es el principal activo electoral del Gobierno que, a la vez, insiste en fabricar conflictos y enemigos que todo el tiempo ponen a prueba la solidez de la economía. La explosión del consumo, el crecimiento sostenido y la fuerte apuesta al mercado interno fueron méritos fundacionales de Eduardo Duhalde y Roberto Lavagna que Néstor Kirchner supo fortalecer en el tiempo.
Cristina Fernández está saliendo lentamente y con algunos tropezones del pozo de imagen negativa en el que estaba. Ya no es imposible (aunque sigue siendo muy difícil) que los K se acerquen en 2011 al número mágico del 40% que evitaría la segunda vuelta ante una probable fragmentación opositora en la que nadie superaría el 30% de los votos. La mesa de arena que funciona en Olivos dispara iniciativas todos los días a una velocidad infrecuente. Algunas van al arco. Otras, a la tribuna.
Entre las que benefician las chances del oficialismo hay que incluir el refinanciamiento de la deuda con las provincias, jugada astuta que dejó a la oposición sin un par de banderas y pedaleando en el aire. Así, los Kirchner desarticularon los reclamos de los gobernadores (coparticipación, ley del cheque, ATN) y garantizaron que los acompañen hasta el final, en el más amplio sentido de la palabra. Para seguir creciendo en su intención de voto, Néstor Kirchner necesita que los jefes provinciales tengan los pies dentro del plato, que baje la bronca sobre todo en las clases medias rurales y que no adelanten las elecciones como amenazaron muchos y concretaron pocos. En el haber oficial pesó mucho la asignación (mal llamada) universal para hijos de desocupados y trabajadores en negro y la integración de cooperativas de trabajo que estuvo sólo abierta para los punteros del PJ, amigos y favorecedores y que dejó afuera, entre otros, a los militantes de Barrios de Pie, ya más lejos del Gobierno y más cerca de Pino Solanas. Aumentó la matrícula escolar y bajó la pobreza, aunque la inflación se deglutió parte de esos ingresos. En forma reservada, para no perder sorpresa, dicen que el Gobierno prepara un aumento de las asignaciones para compensar esa pérdida y mantener el favor de los más humildes.
En el debe kirchnerista está la intolerancia que el matrimonio presidencial intenta pero no puede extirpar de sus discursos. La pretenden disfrazar de coraje, pero la prepotencia está en el ADN de su proyecto vitalicio de poder. Ya no hablamos de los ataques a la oposición y al periodismo. O a la intención de construir un monopolio mediático pingüino. Esa agria medicina también la recibieron aliados estratégicos de la región como Brasil y Uruguay y los principales compradores de nuestros alimentos, como China y la Unión Europea. Y encima, todo al estilo Guillermo Moreno. Con el hecho consumado y sin papeles escritos que reglamenten nada. Son crímenes de lesa vecindad que tienen a Moreno como autor material y a Néstor Kirchner como autor intelectual. Si los europeos tenían serios problemas para comprender la génesis del pensamiento de Juan Domingo Perón, ahora están ante un laberinto intelectual para interpretar al kirchnerismo que es la enfermedad infantil del peronismo, con perdón de Lenin.
La oposición no acierta a diagnosticar la etapa que estamos transitando y el tipo de liderazgo de los Kirchner. Tardan en encontrar un proyecto estratégico superador que entusiasme a una amplia franja de la sociedad y que sea encarnado por alguien seductor, popular, respetado y representativo. Por ahora, el rompecabezas se va reacomodando en cómodas cuotas.
En el peronismo hay una mesa cada vez más concurrida en la que participan casi todos los que quieren evitar que los Kirchner se queden a vivir en el poder con el PJ como herramienta. Los Duhalde tratan de quebrar el miedo que muchos intendentes y gobernadores le tienen a Néstor. Por eso recuerdan en las tribunas haberlo visto a Kirchner “orinarse en los pantalones”, mientras Chiche vaticina un futuro carcelario para los K que, asegura, pilotean “el gobierno más corrupto desde 1983”. Pone como ejemplo las megacoimas travestidas de legales en la relación con Venezuela, supervisada por Julio De Vido y Claudio Uberti. Autoexcluido Carlos Reutemann, imposibilitado legalmente Francisco De Narváez, sin despegar en las encuestas Felipe Solá y con mucho camino por recorrer de parte de Mario Das Neves y Alberto Rodríguez Saá, las chances de Duhalde crecen. Está organizando para fin de año la exhibición de lo que sería su futuro gabinete. En Economía le sobran nombres: Javier González Fraga, Jorge Sarghini, Alberto Abad o Jorge Todesca. En Trabajo: Graciela Camaño. En Interior: Alberto Iribarne. En Cancillería: Rodolfo Gil, renunciante a la embajada argentina ante la OEA. La alta imagen positiva de Roberto Lavagna lo ha convertido en una suerte de comodín que vale tanto para la Jefatura de Gobierno porteña (él lo rechaza), la Jefatura de Gabinete o la vicepresidencia. Falta mucho. Ni siquiera se sabe si este dispositivo funcionará para la interna o para ir directamente por afuera del PJ.
En el no peronismo las cosas están igual de volátiles. Margarita Stolbizer se ha convertido en un motor del progresismo no autoritario dispuesto a pelearles ese lugar a los Kirchner. La presencia en Mar del Plata del presidente del radicalismo, Ernesto Sanz, de su par socialista Rubén Giustiniani, del posible candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad por la Coalición Civica, Adrián Perez, de Pino Solanas más Luis Juez, Graciela Ocaña o Víctor de Gennaro habla de un espacio que puede crecer como referencia ética pero que tal vez no halle una expresión electoral única.
Una de las encuestadoras de mayor prestigio guarda datos que vale la pena analizar. Néstor (57), Cristina (53) y Duhalde (40) siguen siendo los argentinos con mayor imagen negativa, pero en los tres casos vienen creciendo sin prisa pero sin pausa la valoración positiva y también los que ubican su opinión en la columna de “regular” con lo cual no cierran ninguna puerta.
Kirchnerismo, peronismo y oposición no peronista aparecen cada uno con un tercio probable en la intención de voto. La foto es coyuntural, pero que ayuda al análisis. Nadie por sí solo puede ganar en primera vuelta. Nadie hegemoniza el escenario. La pulseada recién empieza.