Interesante debate en el Frente para la Victoria a partir de una sugerente tesis de Sandra Russo sobre la superación del peronismo.
El sorpasso no se daría esta vez como en su versión primera mediante el tercer movimiento histórico que soñara Raúl Alfonsín, superación de la que hoy queda una página de Facebook con seis comentarios realizados hace un año (http://www.facebook.com/topic.php?uid=31231087515&topic=9197).
Esta vez la formación político-cultural superadora sería el kirchnerismo como identidad propia y no peronista. (Ver Sandra Russo en http://www.politicargentina.com/entrevistas/721-sandra-russo-el-kirchnerismo-es-algo-superador-del-peronismo)
Entre los lectores del blog Ramble Tamble (www.rambletamble.blogspot.com), tomado como punto de observación por la cantidad y diversidad de lectores oficialistas y opositores, las opiniones están divididas y, en principio, de manera incipiente, se detecta que, a medida que baja el tramo etario, se piensa que el peronismo está o debería estar superado.
La condición etaria se diluye mucho y no obra ya como variable central si el respondente proviene de la cultura no peronista: en este caso la superación del peronismo por el kirchnerismo se hace más nítida, evidente y deseable, más que nada deseable y urgente.
En nuestro caso mantenemos una posición divergente de la tesis superadora y pensamos que el kirchnerismo es una modalidad histórica concreta del populismo peronista (hay otras), y sus condiciones de aparición y desarrollo no se explican sin el populismo justicialista como fundamento.
Populismo que, como ya lo analizara John William Cooke y como para dejar contentos a todos, refrendara diez años después y en más páginas Ernesto Laclau, como toda experiencia populista resulta de final abierto, o “no tiene ideología” que lo ordene ab initio.
Hay experiencias populistas (popular-democráticas) y socialmente inclusivas y esta experiencia, organizada en torno al kirchnerismo, sostenemos que es un formato de estas características. Pero también hay experiencias populistas articuladas en torno a intereses de los segmentos dominantes, socialmente excluyentes, como mostró en los 90 el populismo menemista.
Sin embargo, ambas son experiencias populistas, el menemismo y el kirchnerismo, vinculadas al justicialismo, que les dio fundamento y las articuló.
Pretender encorsetar en sólo una de las formas posibles la modalidad de discurso y organización populista es tranquilizador, pero teóricamente inconsistente e históricamente falso.
Varios caminos conducen a sostener que para analizar y comprender, potenciar y finalmente recomenzar una experiencia populista (popular-democrática) inclusiva socialmente, no es conveniente transitar el camino de “con esta sí, con esta no, con esta señorita me caso yo” sino asumirlas como propias en plenitud y revisarlas para evitar reiterar calamidades.
Observen lo sucedido con otra tradición política ubicada en las antípodas del populismo peronista: el marxismo occidental y sus partidos asociados, los no estalinistas en particular.
Frente a la aparición de las experiencias del socialismo realmente existente, en la difunta Unión Soviética y los países del Este, con su secuela de dictadura y persecución política sistemática, lejos de asumir que las condiciones políticas y teóricas de esas calamidades estaban ya inscriptas al interior del corpus marxista, incluida su revisión leninista, negaban sistemáticamente la condición de “marxista” de aquellas experiencias inquietantes.
“Eso no es marxismo”, sentenciaban los viejos esbirros del proletariado, agregándole una cuota de grotesco teórico a la tragedia política y social que mostraban los países del Este europeo, por ejemplo. Cuba la dejamos, para no despertar polémicas adicionales.
Conclusión, cero de revisión teórica y creatividad política abolida, con el colapso de la teoría marxista y la crisis política terminal de los regímenes asociados como final inexorable.
La excepción es el régimen chino, que nunca negó su condición de marxista. Es una modalidad específica, de organización política, social y económica marxista que sigue vivita y coleando y, por suerte, bien lejos nuestro. El partido único es su fundamento, claro.
Que no suceda este proceso de negación de la contradicción con el populismo, que aun con todas sus marchas y contramarchas fue el único formato capaz, desde mediados del siglo pasado, de transformar el país en un sentido de mayor justicia y equidad en ciertas condiciones históricas y políticas: la megacrisis del año 2002 en el sustrato de la experiencia populista kirchnerista, como lo fue el proceso industrial sustitutivo y el despliegue de los sindicatos en su formato pre peronista en los 30, en el peronismo inaugural.
Para señalar los límites de esta polémica, 1.200 lectores de Ramble Tamble, votaron sobre este tema: la superación o no del peronismo por el kirchnerismo. Sus resultados abren la columna.
*Director de Consultora Equis.
Asesora al Gobierno.